El ser humano necesita metas para sentirse estimulado y capaz de alcanzar la realización personal. A veces esas metas son insuficientes, confusas o ni siquiera han sido planteadas, pero caer en lagunas es parte del viaje hacia la construcción de la vida que deseamos.
Sin embargo, pasar demasiado tiempo sin objetivos claros o renunciando a ellos es contraproducente para nuestro ánimo y autoestima. Por eso es importante encontrar una forma de establecer intenciones.
Para evitar continuar sin un rumbo, es hora de crear metas inteligentes que modifiquen tu manera de pensar. Los objetivos no se limitan a llevar a tu nuevo negocio al primer lugar en cinco años o comprar una casa frente a la playa. Puedes plantearte metas para cada ámbito de tu vida: la salud, el trabajo, la pareja y la familia, y hasta el dominio de un nuevo hobby. Pero si no las diseñas apropiadamente, las posibilidades de fracaso aumentan.
En realidad, el proceso de establecer y lograr metas exitosas no es tan complicado. En primer lugar, hay que fijar un propósito convincente en esa parte de nuestra vida que sentimos desbalanceada. Luego hay que concentrarse realmente en ello para que nuestra energía fluya en esa dirección. Puede ser escribir esa novela que lleva años paseando por nuestra mente o encontrar una pareja con quien establecer una familia.
Una vez delimitado el objetivo al cual enfocar nuestra energía, debemos conseguir el impulso que nos mantenga en movimiento. Y la única manera de que eso ocurra es que nuestras metas tengan ciertas características que cumplan con un esquema de seis pasos.
Cómo son las metas inteligentes
Las metas inteligentes son aquellas intenciones pequeñas pero bien estructuradas que ayudan a «subir la escalera» hacia el gran propósito que se haya definido. La construcción de pasos a menor escala facilita el enfoque de la energía. Esa claridad nos brinda determinación y permite que podamos medir el progreso por etapas y realizar nuevas acciones en caso de que sea necesario modificar nuestros planes.
Las metas inteligentes se caracterizan por buscar la especificidad, la medición, el logro y el realismo en un período determinado de tiempo. Analicemos cada uno de estos elementos y cómo debemos convertirlos en pasos hacia nuestros grandes propósitos:
– Paso uno: Crear metas específicas. Querer adelgazar no es igual a plantearse perder once kilos. Mejorar las ganancias de tu negocio no es lo mismo que intentar lograr comisiones de 25%. Un número claro permite que puedas medir tu progreso y es útil de dos maneras: ayuda a visualizar mejor los resultados y saber cuando los hayas alcanzado.
– Paso dos: Cuantificar. Si el objetivo no se puede medir, no puedes decir cuantitativamente que lo has logrado. Cada uno de los once kilos que vayas perdiendo pone en números el avance de tu progreso.
– Paso tres: Diseñar metas posibles. Los objetivos alcanzables son aquellos que requieren de esfuerzo, pero aun así no resultan imposibles. Si te fijas algo demasiado elevado puede que termines dándote por vencido debido a la gran dificultad que implica. La capacidad de lograr un progreso tangible te evitará la exposición al fracaso.
– Paso cuatro: Ser realista. Para establecer objetivos inteligentes de manera efectiva, hay que asegurarse de que se trate de algo razonable, es decir, algo por lo que estás dispuesto y serás capaz de trabajar para lograrlo. Igualmente, debes calcular cuánto tiempo y energía son necesarios para alcanzar esa meta. Por otro lado, aunque los contratiempos produzcan cambios y resulten retadores, si tu meta no es realista, se te hará difícil mantenerte firme en el camino.
– Paso cinco: Calcular el tiempo. El tiempoo es esencial para verificar el progreso a lo largo del camino. ¿Es suficiente un plazo de un año para perder once kilos de manera consistente y perdurable? ¿O es muy poco? Si el tiempo resulta escaso para alcanzar tus planes, puedes reevaluar el lapso del próximo intento.
– Paso seis: Escribir. Según un estudio de la Universidad Dominicana de California, los que escriben sus objetivos tienen 42% de mayores probabilidades de alcanzarlos. No importa cuál sea soporte, físico o digital, en que los registres, lo importante es que queden documentados en detalle y los tengas a mano para repasarlos con frecuencia.
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Ahora que tienes un conocimiento de cuáles son las metas inteligentes, cómo funcionan y cuáles son los pasos para crearlas, empieza a subdividir tu gran objetivo en esas metas más pequeñas, por ejemplo, si deseas conseguir una pareja con quién formar una familia, elige retos menores como hacer grupos de amigos en lugares de tu interés para potenciar tus posibilidades de conocer a alguien. O incrementa tu vida social real y virtual (ENLACE) de forma significativa para hacer un mayor número de amigos.
Luego de haber iniciado este proceso, pregúntate si tiene alguna duda sobre tus metas inteligentes o si los pasos te han resultado complicados. Si eso ha ocurrido, reflexiona sobre la causa de tu incertidumbre. ¿Acaso tu enfoque no es razonable o vacilas debido a temores más profundos que subyacen en tu miedo al fracaso? Encontrar la fuente de tu duda es primordial.
Por otra parte, piensa que la pasión por alcanzar una meta nos libera del miedo al fracaso, incluso si las dimensiones de tu aspiración resultan algo intimidantes. Cuando el temor se haga presente, adopta prácticas que te ayuden a contralar tus emociones. Recuerda que el establecimiento de metas inteligentes es parte del proceso de autodescubrimiento y empoderamiento para alcanzar aspiraciones que al principio parecían sueños muy lejanos.
Para concluir, existen cuatro interrogantes muy comunes, independientemente de que nuestros objetivos sean inteligentes o no.
La primera pregunta es cómo plantearse metas realmente importantes para nuestra vida. Los objetivos correctos están justificados por razones válidas para nosotros. Para reconocerlas empieza por enfocarte en lo que actualmente no funciona en tu vida y deseas cambiar. ¿Tu sobrepeso te genera problemas de salud y autoestima? ¿Tu vida solitaria y sin familia propia te lleva por el camino de la depresión? ¿Tu falta de ingresos significativos provenientes de tu negocio te causa angustia? Una vez que sepas lo que no funciona, podrás establecer metas inteligentes para abordar esas áreas problemáticas de tu vida.
La segunda pregunta muy común es qué hacer si pierdes el rumbo hacia tu objetivo. Aspirar a la perfección genera tanta ansiedad como no tener una meta o perderse en el camino. Fallar en el seguimiento de las metas es natural y tan importante como volver al principio cuando eso ocurra, para hacer ajustes que mejoren el sistema y te permitan volver a encarrilarte.
En tercer lugar, necesitamos saber por qué no estamos alcanzando nuestras metas inteligentes. Probablemente hayamos cometido uno de dos errores: o elegimos los objetivos equivocados o no cumplimos debidamente con cada uno de los pasos del proceso.
Si sientes que no se trata de ninguna de estas opciones, podría ser porque has cambiado en el camino de manera tal que tu meta ha perdido significado y necesitas revaluarla. En este caso estarías hablando de una nueva oportunidad en vez de un fracaso.
El tiempo es un aspecto crítico para alcanzar nuestras metas, igual que saber cuánto de él necesitaremos. En la mayoría de los proyectos, un año es suficiente para saber si lo lograremos o habrá que cambiar de rumbo. La paciencia y el progreso constante darán resultados. Así que pregúntate con antelación si un año es razonable para todo lo que necesitas hacer.
Finalmente, es común preguntarse si los objetivos, inteligentes o no, los debemos ejecutar en solitario. La respuesta es no. Una de las claves para alcanzarlos es rodearse de gente que esté en la misma búsqueda o de individuos que funcionen como tu soporte. Amigos y familiares pueden saber de tus planes y convertirse en tu apoyo moral.