Deje de Arreglar su Vida (y Empiece a Alcanzar sus Sueños)

La gran mayoría de las personas no se siente contenta con uno o varios aspectos de su vida y considera que estaría mejor o más feliz si pudiera eliminarlos o transformarlos. Sus preocupaciones radican por lo general en asuntos cotidianos y hasta poco significativos, ante los que se plantean soluciones radicales: quien tiene sobrepeso piensa en quitarse de encima diez o veinte kilos con una dieta estricta; el que es muy desorganizado e impuntual se compromete a ordenar sus cosas y cumplir horarios a partir del día siguiente; el que recibe muchas quejas por su ortografía quiere hacer un curso intensivo para aprender a escribir; el ama de casa quiere poder tener bajo control el trabajo interminable del hogar.

Es lógico pensar que estos pequeños problemas deberían tener soluciones sencillas y más o menos rápidas de ejecutar. Pero resulta que no es así: las dietas estrictas fracasan, el impuntual vuelve a llegar tarde, la dueña de casa sigue protestando por la ropa sucia y la persona que escribe mal continúa redactando textos ininteligibles que perjudican sus estudios.

Entonces, para ellos el cambio que debería llevarlos a mejorar se vuelve un problema de crecientes dimensiones: se empiezan a sentir sometidos por lo que son incapaces de corregir. Incluso podrían hablar de cierta vergüenza ante ese “algo” que está mal en ellos.

Ahora, si los asuntos cotidianos se vuelven tan difíciles de “reparar”, ¿qué ocurre con las cuestiones realmente trascendentes, los verdaderos contratiempos de la existencia?

Muy pocos responden con resiliencia ante una catástrofe natural, un fallecimiento, un quiebre económico, una enfermedad grave. Puede que ni siquiera estén familiarizado con el término (la resiliencia es, en psicología, la capacidad para enfrentarse de modo positivo a la adversidad y superarla).

¿Pero cómo adaptarse exitosamente a los procesos que implican cambios alguien que no logra bajar cinco o diez o doce (y cada vez más) kilos, la señora que sigue luchando por mantener limpia la casa trabajando más y cansándose más, pero sin probar otra técnica, o el que no hace nada por modificar sus rutinas para favorecer su salida a tiempo al trabajo?

Si “fracasan” en lo menudo, se vuelve lógico que los cambios trascendentales los superen, y sientan que los grandes contratiempos humanos son una suerte de castigos divinos que vienen a destruirlos física o emocionalmente. En el fondo, solo quieren lograr una vida tranquila y confortable, donde nada los obligue a revisarse, a buscar sus destrezas ante las dificultades y a someterse activa y voluntariamente al cambio.

Pensar de modo realista implica entender que la adversidad ocurre con más frecuencia de lo deseado, que es imposible vivir sin tropezarse con malas experiencias y que el cambio suele ser necesario y generalmente un proceso favorable.

¿Existe por lo tanto alguna manera de prepararse de antemano para estos eventos, desde los más pequeños y rutinarios, hasta los verdaderamente importantes? A continuación, presentamos algunas estrategias que nos enseñarán a ver nuestra vida de un modo totalmente novedoso, que nos ayudarán a encaminarnos hacia lo que de verdad deseamos lograr.

 

1. Deje de arreglar su vida: todo está tan mal como debe estar…

Si hasta el momento presente no ha podido reparar estos aspectos defectuosos de su vida, es porque probablemente no necesiten ser corregidos, solo adaptados lo suficiente para que usted pueda vivir en sociedad y sin perjudicar a los demás ni a sí mismo.

No pierda tiempo ni energías inútilmente en pelear contra usted: seguirá llegando tarde, teniendo la casa con mal aspecto, con algunos kilos de más y nunca ingresará a una editorial como corrector de estilo. Eso sí, no le decimos que se convierta en un indigente, lo despidan del trabajo por impuntual o por una ortografía inaceptable, ni llegue a niveles de obesidad que pongan en peligro su salud. Solo que deje de iniciar cada día una lucha campal para corregir sus defectos personales de un plumazo, y comprobar al irse a dormir que ha vuelto a fracasar.

Entienda que esta es la persona que usted es, con estas características, y seguramente si lo piensa verá que frente a estas no tan buenas, tiene otras realmente positivas: un lindo rostro y hermosas piernas; no mantiene la casa pulcra pero hay una familia feliz dentro de ella; no es el mejor redactor, pero es impecable en otras áreas de su trabajo. Refuerce sus valores positivos y dedíquese sin desespero y con voluntad a no llegar demasiado tarde a sus citas, a comer más saludable y reduciendo un poco más esas porciones, a no dejar que se acumulen montañas de ropa por lavar y limpiar por etapas…

En resumen, no corrija: solo mejore esas debilidades, un poco, cada vez que pueda y siempre que pueda.

 

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2. Dirija sus esfuerzos a lo que sí quiere en su vida

Ya aprendió que sufrir por los cambios y enfrascarse en los pequeños problemas no lo llevan lejos, mucho menos a quien de verdad quiere ser. Pero, ¿quién quiere ser? ¿Se ha respondido esa pregunta?

Indagar en el sentido profundo de las cosas y planteárselas fuera del pensamiento convencional da buenos resultados. ¿Si el problema no es un problema en realidad, sino que hay que trabajar partiendo de él tal cual está? ¿Eso no ahorra tiempo y energías en llevarnos hacia la meta?

En vez de obsesionarnos con corregir todo lo que hacemos mal antes de ser felices, podemos ir a buscar la felicidad de una vez con estas herramientas que ya tenemos, sin cuestionarnos si son o no las idóneas para construir lo que queremos.

La mejor manera de mejorar la vida personal es dirigir la atención hacia proyectos estimulantes y creativos, que nos llenen de emoción, sin estar castigándonos a cada rato por nuestras debilidades, ni esperando hasta convertirnos en otros para empezar a buscar la felicidad.

La chica hermosa y con sobrepeso, que se cuida comiendo sanamente y haciendo ejercicios, aprende a maquillarse y vestirse para su silueta, también puede llegar a ser una modelo de revistas. No tiene que torturarse durante años de dieta para ver si logra copiar en sí misma la figura de Kate Moss antes de probar suerte en la pasarela.

Así descubrirá que enfocándose en lo que realmente desea sentirá mayor plenitud y estará estimulado a trabajar en ello. Ocurrirá además que eso que antes le preocupaba irá perdiendo fuerza e incluso se corregirá de modo natural: ¿quién llega impuntual a realizar algo que lo hace feliz?

 

3. Imagine a lo grande

Muchas personas, sobre todo aquellas que han pasado por duros períodos de restricciones y carencias, no se atreven siquiera a soñar. Generalmente son personas austeras, que no se permiten tiempo libre, ahorran en exceso, tienen un carácter rígido y poco expresivo; son los que primero atienden el deber y luego el placer.

Estas personas necesitan ejercitar su imaginación para poder construir sus proyectos de vida. A ellos les suele molestar la idea de querer una casa grande, irse de viaje, comprarse un carro, como plan de vida. Y está bien: su experiencia vital los ha enseñado a que lo material en muchas ocasiones es superfluo.

Sin embargo, deben aprender a verse y sentirse como en realidad quieren llegar a estar, y así ir descubriendo lo que en realidad quieren.

Tal vez para esa persona austera estar en una mansión no es su sueño, pero: ¿qué tal si es en una casa pequeña, pero con un perro en el patio (¿y qué tal dos, para que se hagan compañía?), en un vecindario con gente amable con quien charlar de vez en cuando y un espacio para instalar un sistema home theater para sus videojuegos (ese que quiso tener cuando niño pero no pudo), en vez de tener un comedor formal (que nunca usaría aunque a los demás les resulte elegante)?

Así, este individuo estará realizando su ejercicio de visualización, añadiendo detalles y experimentando en su imaginación la vida que sí desea tener, pero que se ha vetado gracias a su sistema de crianza.

El ejercicio de visualización, por lo tanto, consiste no solo en ver en la mente la situación en la que se desea estar, sino también en tener todas las sensaciones con las que de verdad se colmarán nuestras aspiraciones. Hay que conectarse con ese lugar y circunstancia, y con los sentimientos que nos proporcionan, para saber que estamos empezando a construir nuestro sueño.

Siempre hay que ser realistas para planificar nuestras metas, pero cuando las imaginemos podemos pedir en grande y con mucho detalle.

 

4. Mantenga las esperanzas, incluso en las dificultades

La vida nos da elementos suficientes para desalentarnos. Tirar la toalla a veces es tentador, por mucho que deseemos un proyecto de vida, porque parece que no se va a dar: el camino se torna difícil y la meta todavía está muy lejos.

Recuerde entonces que los éxitos no son gratuitos: cualquier meta a largo plazo, especialmente si es un plan ambicioso y que merece la pena, implica pasar por esos períodos arduos y dolorosos. Por eso es que tiene que sentir una ilusión y dicha excesiva ante su sueño o proyecto, para que, incluso en esos momentos, esa sensación lo motive a levantarse de nuevo.

También hay que aprender a ver los problemas desde otra perspectiva, tal como se recomienda en la primera y segunda estrategia. A veces, el contratiempo no es insuperable si lo vemos como un aprendizaje: ¿qué vino a enseñarme este obstáculo? ¿Lograré ser mejor cuando lo supere? ¿Este esfuerzo que tengo que realizar valdrá la pena a largo plazo?

También los problemas pueden no tener una razón extraordinaria, sino sencillamente ser uno de tantos accidentes que debemos experimentar en el camino hacia nuestros verdaderos sueños.

 

5. No busque la cúspide de la felicidad en la vida

Finalmente, debemos pensar que la vida no es una línea derecha, con obstáculos, hacia la meta final donde está el banderín de la felicidad. La felicidad y la infelicidad se presentan todos los días y todo va quedando atrás, tanto lo bueno como lo malo. Por lo tanto, hay que aprender a curarnos el corazón con los momentos de alegría, porque serán breves, y aprovecharlos cada vez que los encontremos. Nuestros sueños en realidad son la antorcha encendida que guía nuestro camino en los parajes oscuros así como en los claros.

Pero sobre todo recordar que la vida es un camino que se vive una sola vez, que no tendremos tiempo de practicar para hacerlo bien la próxima. Hay que aprender haciendo y cada quien camina su camino como puede y quiere, sin tener que espiar el carril de los otros para envidiarlos (a lo mucho, para aprender de ellos).

 

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