Cómo Calcular los Riesgos en su Nuevo Negocio

Uno de los falsos mitos sobre los empresarios exitosos es que deben dejar sus trabajos para dedicar todo su tiempo y energía a la construcción de su negocio. Raegan Moya-Jones, cofundadora del emporio de ropa para bebés Aden & Anais, echa por tierra esa creencia. Pero no solo ella es un ejemplo: también Pierre Omidyar de Ebay, Phil Knght de Nike o Steve Wozniak de Apple practicaron el emprendimiento híbrido, consistente en mantener sus trabajos hasta que sus empresas emergentes se convirtieron en apuestas seguras.

La aversión al riesgo no es criticable. La creencia de que para triunfar en los negocios hay que ser atrevidos y temerarios puede disuadir a personas precavidas y con buenas ideas de emprender o desanimar a posibles inversionistas que no se consideran lo suficientemente valientes para “poner todos los huevos en una sola canasta” o “lanzarse al vacío” en términos financieros.

Empecemos por definir lo que significa asumir riesgos. Se trata de un concepto con diferente significado dependiendo de a quién se le pregunte y del momento de la vida en que se encuentre. Seguramente los riesgos para un joven que todavía está en el nido familiar son diferentes a los que podría tomar una pequeña emprendedora comunitaria o los de Mark Zuckerberg o Howard Schultz.

Por otra parte, la gente cree que es más confiable tener un excelente trabajo a tiempo completo que nadar en las aguas desconocidas de un negocio propio. Sin embargo, contar con que su empleador sea el único proveedor de sus ingresos ¿no es un peligro en sí mismo? ¿Qué pasaría si es despedido en el momento en que está firmando con el banco la compra de su vivienda o se encuentra en la dulce espera de su tercer hijo? ¿Y qué ocurriría con usted si esa excelente empresa va a la quiebra? Esto sería una demostración de que también tenemos una falsa idea de lo que es la seguridad.

 

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Todo se trata entonces de evaluar el contexto y el momento en que se encuentra el emprendedor. Raegan Moya-Jones recomienda a los aspirantes a empresarios que identifiquen los riesgos específicos a los que se estarían enfrentando y luego determinen la manera de mitigarlos. Por ejemplo, para ella, una nueva madre a la que no le sobraba el tiempo ni el dinero, fue temerario invertir $ 30.000 en su primer inventario del producto insignia de Aden & Anais, las mantas para bebés. Sin embargo, ella seguía percibiendo ingresos provenientes de un trabajo a tiempo completo, que la habría sostenido de haber fracasado. La demanda de su producto fue muy positiva, así que el riesgo en las órdenes posteriores no era el dinero, sino el quedarse sin suficiente existencia de mantas para atender las solicitudes con rapidez.

El sacrificio en la atención a su hogar y de las horas que dedicaba a su negocio emergente, luego de su horario laboral, también fue un riesgo menor en comparación a la posibilidad de conseguir la libertad financiera a futuro. Del mismo modo, era menos grave pensar en la posibilidad de fracasar que verse atada a un trabajo dependiente por el resto de su vida. Mantener su trabajo formal fue la forma de aliviar la presión que se hubiera autoimpuesto para alcanzar el éxito. No puso la economía familiar en peligro por dejar su empleo y lanzarse a la aventura financiera. Tampoco invirtió más de lo que podía haberse permitido perder.

Raegan Moya-Jones consideró que su aventura empresarial no consistía en dedicarse en cuerpo y alma a su emprendimiento de crear un emporio de ropa infantil, por encima de su familia, su tiempo y su estabilidad financiera. Definió que su mayor peligro era dejar pasar su vida sin intentarlo, el no arriesgarse a hacer algo que la ayudara a conseguir la independencia financiera, y que incluso si su negocio fracasaba, saber que había jugado sus cartas lo mejor posible. O como a ella le gusta decir: hacer las paces con el fracaso potencial. Para ello, escogió su mitigador de riesgos: conservar su empleo formal y hacer otros esfuerzos en materia de tiempo personal y vida familiar.

Si Moya-Jones hubiera aceptado el concepto tradicional de riesgo financiero de renunciar para dedicarse por completo a su negocio, igual podría haber triunfado o fracasado, pero con su selección estuvo más tranquila económicamente y con posibilidades de responder de inmediato a los pedidos de su marca. Por esta razón, el emprendimiento híbrido no es una idea descabellada ni atribuible a cobardes financieros.

Sus resultados lo demuestran: además de Aden & Anais, Moya-Jones es cofundadora y presidenta de Saint Luna, una compañía de whisky Premium. Es la ganadora del premio Empresario del Año EY, autora del libro: Lo que cueste: cómo construí un negocio de 100 millones de dólares contra viento y marea, y, además, miembro de la junta directiva de Hopeland, una organización benéfica dedicada a asegurar que todos los niños tengan una familia. Ese es el resultado de tomar riesgos controlados.

 

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