¿Siente en este momento de su vida que su esfuerzo laboral es improductivo? ¿Cómo se está desenvolviendo en el trabajo? Tal vez pasa todo el día ocupado en tareas, sin un minuto libre y, sin embargo, no obtiene resultados. ¿Es ese su caso? Trabajar todo el tiempo, incluso fuera del horario de oficina, no siempre se relaciona con óptimos niveles de productividad. Como dice Tony Robbins: “La mayoría de la gente confunde el movimiento con el logro”.
Considerar que debemos exigirnos al máximo en tiempo y esfuerzo laboral, sin darle importancia a los resultados, es una visión errónea tanto para nuestro desarrollo profesional como para nuestro bienestar personal. Trabajar con desánimo y hasta torpeza, pero muchas horas, es casi igual de improductivo que no hacer nada. Así vamos creando un mal hábito laboral con el que rendimos poco a expensas de nosotros mismos.
Lo anterior no significa que estemos tomando esa actitud a propósito: muchas veces quisiéramos funcionar más eficazmente, desempeñarnos con excelencia en nuestro trabajo y a la vez guardar tiempo y energía para nuestras actividades individuales. Sin embargo, hay muchos elementos adversos que conspiran contra esa intención: en la actualidad estamos sometidos a mucho estrés en todos los ámbitos y ello se combina con condiciones laborales adversas (reuniones improductivas, presión para lograr metas, conflictividad con los compañeros…), falta de realización profesional y/o expectativas erróneas (no trabajar en lo que deseamos, salarios poco satisfactorios, falta o exceso de capacitación para el puesto que se ocupa), desbalance entre tiempo personal/familiar y el del trabajo, entre muchas otros.
Esa conjunción de elementos puede generarnos síntomas como el agotamiento mental, el estrés y la ansiedad, y hasta otros más severos como la depresión o el fenómeno llamado Burn Out (síndrome del Trabajador Quemado). Este último es un estado general de agotamiento, con incidencias en la autoestima, pérdida de interés en las funciones que se desempeñan, abandono del sentido de responsabilidad y animadversión hacia el ambiente del trabajo. En este extremo el empleado no solo no desea trabajar y rinde poco, sino que se vuelve conflictivo y mantiene una actitud negativa hacia sus funciones y los compañeros.
Sin embargo, existen diferentes maneras de evitar o mitigar los efectos de estos factores externos, impidiendo que nuestros conflictos personales y malas costumbres laborales nos hagan caer en problemas de ansiedad y hasta trastornos psicológicos.
Se puede mantener controlado el tiempo, así como la presión y el estrés dentro del horario de trabajo identificando oportunamente cuáles son los aspectos en los que fallamos. En vez de dejar que estos vuelvan su rutina improductiva y caótica, empiece a enfocarse en las metas que debe lograr y busque el modo de hacerlo de forma efectiva, sin gastar más tiempo y energías de los necesarios.
A continuación, encontrará cuatro soluciones aplicables a cualquier rutina laboral, independientemente de cuál sea su modalidad de trabajo. Con ellas podrá cumplir mejor sus objetivos y sentirse más satisfecho a nivel profesional.
1. Utilice soluciones eficaces de gestión del tiempo
Ahorrar es una herramienta útil para varios aspectos de la vida, el más evidente su economía personal, pero el ahorro del tiempo también es valioso. Existen recursos de productividad para ahorrar tiempo que le permitirán controlar su horario. Vea algunos de ellos:
- Llevar una agenda: confiar sus responsabilidades a la memoria solo recargará su mente, contribuirá con su estrés y aumentará sus complicaciones diarias si las olvida. Existen opciones desde la tradicional libreta en papel con anotaciones diarias hasta las versiones digitales para computadoras y teléfonos con sofisticados sistemas de recordatorios. Utilice la que mejor se adapte a sus necesidades.
- Analizar su agenda e identificar qué temas pueden ser agrupados para resolver simultáneamente o por resultados similares. Así disminuirá su lista de cosas por hacer y utilizará mejor el tiempo. Por ejemplo, dé respuesta a los mensajes de correo electrónico y organice sus reuniones con alguna de las aplicaciones disponibles. Cuando vaya al médico, aproveche el tiempo en la sala de espera para preparar una presentación. Intente ubicar establecimientos cercanos donde pueda realizar varias gestiones en un solo viaje (tintorería, supermercado, local de útiles escolares). ¿Puede ponerse su ropa deportiva e ir a buscar a los niños al colegio realizando una caminata o en bicicleta para cumplir con su objetivo de entrenamiento físico? Categorizar sus tareas de forma simultánea lo hará sentirse más organizado y lo ayudará a mejorar su productividad.
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2. Aprenda a decir “No”
Las personas más exitosas son las que saben escoger sus batallas en vez de intentar asumir las responsabilidades de todo el mundo. Ellos saben invertir su tiempo y rendir sus fuerzas. Muchas veces queremos ser bien vistos como empleados, por lo que aceptamos cualquier petición laboral, incluso las que corresponden a otros. Con el tiempo, seremos considerados útiles y eficaces, pero a costa de una carga de estrés que nos impedirá desarrollarnos apropiadamente en nuestra área.
Para evitar este error, aplique los siguientes criterios ante cualquier asignación:
- Evalúe si es obligatorio cumplir con ella.
- Aprenda a decir “no” con elegancia, ¡porque esa negación puede llegar a ser positiva para usted!
- Escoja solo las tareas que le corresponden y aquellas que le convienen o que lo ayuden a crecer profesionalmente.
- Delegue actividades que sean secundarias, para las que haya un candidato más apropiado o que estén generándole cargas innecesarias.
Recuerde: al tomar el control del tiempo que emplea en sus tareas y dedicarlo a lo esencial, estará contribuyendo con su propia productividad.
3. Concéntrese en lo verdaderamente importante
¿Interrumpe su trabajo con frecuencia? ¿A veces lo hace usted mismo con charlas, tomando café, revisando las redes sociales, durante largo rato? Pregúntese las razones por las que lo hace: puede ser cansancio, otras veces aburrimiento, falta de interés, distracción…
Muchas veces, lo que usted define como tedio o fastidio hacia el trabajo, no es tal. Es un fenómeno conocido como procrastinación. Procrastinar es “dejar para después”, “hacerlo cuando tenga más tiempo” o evitar realizar algo sustituyéndolo por una acción que requiera menos esfuerzo. Parece flojera, y en parte lo es, pero no totalmente. Es un recurso del cerebro para evitar procesar más información de la que puede o tomar decisiones que requieran mucha reflexión. Recordemos que vivimos en un mundo con exceso de estímulos de todo tipo, y a veces somos incapaces de “digerirlo todo”. Los psicólogos explican que la procrastinación es una suerte de parálisis por tener que analizar demasiado.
Sin embargo, la procrastinación no ocurre durante sus actividades favoritas o que le apasionan. Si es un enamorado de la música, no querrá ni tomar agua cuando está practicando con su banda, y a nadie le da sueño cuando disfruta de su hobby. Esto ocurre porque en esos momentos su cerebro está estimulado.
Entonces, si usted tiende a procrastinar por falta de motivación, y lo confunde con cansancio físico o mental, el intentar superarlo lo llevará a que el cerebro le haga trampas: le dará sueño, querrá levantarse a hacer otra cosa, se distraerá, etc.
Ahora que está consciente de este proceso mental, y de que sus síntomas son formas de la mente de huir de las responsabilidades, tome medidas como las siguientes:
- Duerma lo suficiente y en un horario apropiado.
- Mantenga hábitos saludables de ejercicio y alimentación.
- Reduzca las distracciones sobre las que tiene control (tomar café, navegar en Internet, conversar…).
- Lleve una agenda personal y apéguese a ella. Será su mapa de ruta para cada día.
- Concéntrese cada mañana en lo que sinceramente puede y debe lograr ese día, por qué debe trabajar en ello y su propósito en el esquema general de su vida. Así le dará su verdadero valor y encontrará el estímulo que necesita para llevarlo a cabo.
4. Cree mejores hábitos
Si ya ha puesto en práctica algunas de las soluciones anteriores, de seguro estará empezando a crear mejores hábitos laborales (y en consecuencia, personales). Es importante seguir identificando malos hábitos y trabajar en su corrección. Por ejemplo, si sabe que es más efectivo adelantando trabajo por la noche, organícese para poder quedarse a dormir algo más en la mañana. ¿Se siente energizado y despejado luego de ir al gimnasio? Madrugue para poder hacer ejercicio antes de ir al trabajo. Adapte su rutina diaria a su verdadero ritmo interior.
Cuando identifique las acciones que personalmente lo satisfagan y recarguen su ánimo, conviértalas en hábitos que incrementen su productividad. Conocerse a sí mismo y sincerarse sobre sus fortalezas y debilidades lo ayudará a tener una vida más satisfactoria y valiosa.