5 Hábitos que te Hacen una Persona Triste

Paul Ekman es uno de los psicólogos norteamericanos más destacados y pionero en el estudio de las emociones. Él encontró que las expresiones faciales exteriorizan nuestras emociones de una forma universal y tienen un origen biológico.

Sobre esta base, en 1972 Ekman categorizó la tristeza en una lista de seis emociones humanas básicas, junto a la felicidad, la ira, el miedo, el asco y la sorpresa.

La tristeza es el sentimiento opuesto a la alegría. Se manifiesta como un dolor emocional o decaimiento provocado por una aflicción, desánimo o desilusión. Se expresa generalmente en forma de llanto, falta de apetito y ánimo, abatimiento, lasitud, entre otros. Cuando estos perduran en el tiempo pueden ser signo de una depresión.

La pena y desolación asociadas a la tristeza pueden tener diferentes motivos, que no siempre se pueden controlar:

– el incumplimiento de nuestras expectativas,

– circunstancias dolorosas como la muerte de un ser querido o un divorcio,

– la falta de afecto, aprecio o amistad,

– ser víctima de actos crueles, injustos o frustrantes,

– la soledad,

– el padecimiento de una enfermedad, entre muchos otros.

Estos eventos suelen afectar a todas las personas en algún momento de sus vidas, por lo que es común pasar por períodos de tristeza para luego recuperarse y seguir adelante.

Sin embargo, debemos reconocer que existen personas que suelen estar más abatidas y de forma más frecuente que el promedio.

¿A qué se deben estos casos de tristeza constante?

¿Eres tú alguien que siempre tiene causas para afligirse?

Seamos realistas, si sufres de un sentimiento de infelicidad crónica es mucho más probable que tu tristeza se deba a algo que estés haciendo o a cómo decides reaccionar ante eventos externos que todo el mundo puede padecer.

Esto significa que, sin saberlo, estás desarrollando hábitos que fomentan en ti la infelicidad. ¿Lo habías pensado de este modo?

Revisemos algunas prácticas que suelen poner tristes a las personas para que identifiques si tú las realizas y qué puedes hacer para empezar a cambiarlas.

 

1. Perfeccionismo

El perfeccionismo es un camino seguro hacia la infelicidad. Los perfeccionistas solo aspiran al éxito, pero en realidad terminan más enfocados en huir del fracaso que temen cometer en cada uno de sus actos.

Esta tendencia te lleva a no ver nunca lo que tienes, sino lo que falta, tanto en ti mismo como en otras personas. Además, crees que los trabajos pueden ser mejorados indefinidamente y te sientes insatisfecho con tus logros. De ahí que la autocrítica termine afectando tu autoestima.

Nunca se le gana al perfeccionismo porque el enfoque está dirigido hacia la falta y los sentimientos negativos, que alimentan la depresión y la ansiedad.

Encontrar una nueva forma de pensar es importante, aunque el mejor antídoto contra el perfeccionismo es el amor incondicional. Por ejemplo, si eres padre, trata de criticar menos, controlar menos y sobreproteger a tus hijos. Ámalos y valóralos por algo más que sus logros.

Aplica este comportamiento a tus amigos, gente del trabajo, vecinos, pareja y finalmente, a ti mismo. El apoyo, la validación y la afirmación contrarrestan las expectativas poco realistas y te ayudan a establecer mejores relaciones con los demás y con tu persona.

Deja de analizar todo, cuál es el mejor o peor método para hacer las cosas, dónde te equivocaste o se equivocaron los otros. En cambio, incrementa tu productividad. Si no es perfecto, por lo menos habrás terminado algo, lo dejarás atrás y traerás nuevas experiencias a tu vida.

Si quieres saber más sobre el perfeccionismo y como superarlo, visita este artículo.

 

2. Ira oculta

¿Eres de las personas que se ofenden por todo y por cualquier cosa? ¿Sueles tener reacciones negativas hacia todo lo que ocurre a tu alrededor porque crees que hasta el destino está en tu contra? ¿Siempre esperas lo peor para no equivocarte y tiendes a responder irónicamente?

Lo anterior no significa que seas hipersensible. Al contrario, cuando estás molesto, tu “visión de túnel” apenas te permite identificar el punto de vista del otro. Más bien eres poco o nada sensible.

La ira contenida puede volverse una olla de presión con una válvula de escape ligera y permanentemente abierta. Los comportamientos pasivo-agresivos o el desarrollo de una personalidad cínica y de agresividad sutil son típicos en estos casos.

La ira oculta, como leerás aquí, es propia de la gente sarcástica, de la que siempre se expresa con comentarios críticos y que solo identifica lo negativo en cualquier situación o individuo.

Las personas con infelicidad crónica tienen esas reacciones, que además los hacen sentirse agraviados por creer que todos tienen algo en su contra.

¿Cómo hacer para disminuir y eliminar la ira oculta?

Expresar el enojo es una forma de liberar la agresividad, y se hace sanamente cuando esos sentimientos son manifestados de manera asertiva: dejando en claro a los demás las razones de nuestra frustración y cómo puede ser satisfecha, sin violencia y empleando términos respetuosos.

 

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Calmarse obviamente se refiere a respirar profundo, apaciguar los sentimientos de enojo y enfocarse en algo positivo. La gente que no tiene problemas controlando su ira logra calmarse con más facilidad, expresando posteriormente su molestia con asertividad para solucionarla.

Suprimir la ira consiste en reprimirla o inhibirla, dejar de pensar en ella momentáneamente y buscar un comportamiento más constructivo, por ejemplo, tratando de hacerse las siguientes preguntas sobre la persona o eventos que te han ofendido: ¿podría haber una explicación comprensible para lo que dijeron o hicieron? ¿Podrían haberlo dicho sin mala intención? Así encontrarás que los argumentos negativos se disuelven antes de empezar a causarte molestias.

 

3. Creencias negativas sobre la vida

Muchas familias, a pesar de sus buenas intenciones, trasmiten a sus descendientes creencias sobre la realidad que causan sentimientos de negatividad, pena o frustración. Y no es su culpa. Crecieron pensando que “la vida es dura” o “nada viene de gratis”, pero igual llegaron a adultos y tienen una buena historia que contar, entonces, ¿por qué no deberían trasmitir esa formación a sus hijos?

Evalúa cuáles de tus aprendizajes no son tan convincentes para los tiempos actuales o te causan un dolor innecesario. Luego, considera algo que seguramente ya sabes: no existe una sola realidad ni una verdad única, y los hechos pueden ser completamente diferentes dependiendo de cómo elijas percibirlos. Así que tienes la opción de ver la realidad de una forma distinta a la que te enseñaron de pequeño.

Empieza por tomar conciencia de cualquier momento en que pienses algo que te haga sentir mal. Debate ese pensamiento y busca una manera más positiva de verlo. Descubrirás que los hechos no cambian, pero tu perspectiva sí.

 

4. Comparación

La comparación genera todo tipo de sentimientos negativos, así que no es de extrañar que quienes suelen examinar su vida con respecto a la de otros tengan dudas, sientan que todo es más fácil para los demás y no se consideren lo suficientemente buenos.

Resulta que la comparación alimenta las raíces del miedo y la inseguridad, ya que nos lleva a percibir que las expectativas de los demás sobre nosotros son excesivas e injustas. De este modo, la sensación de fracaso y los estados emocionales negativos se tornan más comunes.

¿Cómo dejamos de compararnos con las otras personas?

La envidia social te cobrará un precio a la larga, así que lo primero que debes hacer es aprender a comparar: ¿sueles medir tus logros con los de otros, pero sin saber el tiempo y el esfuerzo que le dedicaron a ello? ¿Tiendes a saltarte ese factor tan importante? Es uno de los más importantes para saber por qué la gente alcanza los resultados que tiene.

Vigila tu comportamiento en las redes y recuerda que nadie expone en ella sus días malos ni sus problemas. Las imágenes que ves ahí están escogidas y retocadas para mostrar solo lo mejor. Así que si tienes celos o dudas sobre ti mismo por las redes sociales, sabiendo esto, evalúa pasar menos tiempo revisándolas.

En cuanto a ti mismo, empieza a verte desde el pasado. ¿Hasta dónde has llegado? ¿Qué has superado hasta la fecha? ¿Qué puedes hacer para seguir creciendo? Pensar de esta manera pone el foco en lo que podrás lograr y sintiéndote más feliz por el proceso.

 

5. Falta de gratitud

Otro signo de una persona triste es que no se sienten agradecidos por lo que tienen. Están tan concentrados en luchar contra las cosas malas que perciben que no son conscientes de lo bueno en sus vidas, en especial por tantos pequeños y cotidianos milagros.

Tu capacidad de poder leer, el estar en este momento frente a una computadora u otro dispositivo tecnológico y tus mismos ojos merecen un profundo sentimiento de gratitud. Sabes leer y mucha gente no puede decir lo mismo; vives en una época donde tienes acceso a conocimientos y avances con los que nadie soñaba hace cien años, y tienes el don de la vista, que mucha gente con discapacidad no tiene o perdió en algún momento de su vida.

Practicar la gratitud es asumir un hábito y desarrollar una nueva perspectiva. Dedica unos minutos cada día para pensar o escribir al menos tres aspectos nuevos por los que debas agradecer.

Con el tiempo, notarás que se te hace más fácil agradecer por todo. Y también empezarás a notar los beneficios que definitivamente te darán más felicidad.

 

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