Aspectos Espinosos sobre la Gratitud (que Pocos Mencionan)

La gratitud es un medio efectivo para reconocer el valor en las demás personas y en nosotros mismos, así como poder tomar consciencia de los regalos que la vida nos ofrece. Por lo tanto, el agradecimiento no sólo te reconecta con la parte espiritual y con valores como el respeto y la admiración, sino también con el amor.

Visto de esa manera, resulta atrayente enumerar los aspectos positivos que los sentimientos de gratitud pueden ofrecernos. Sin embargo, pensemos en las ocasiones en que la vida no nos otorga lo que deseamos, sino que nos enfrenta a situaciones de tristeza, incertidumbre, miedo, culpa, ira o a gente que nos produce sufrimiento.

En esos casos no nos provoca agradecer. Y es normal, porque esas situaciones y personas lastimaron nuestros sentimientos o nuestro ego, pero si las llegamos a aceptar desde la gratitud, se convierten en una oportunidad parar aprender. Esa perspectiva nos abre y dispone favorablemente para aprovecharlas al máximo.    

Tener una actitud agradecida, incluso por las experiencias difíciles o dolorosas, produce un cambio de mentalidad tan positivo que es capaz de liberarte del sufrimiento y culpas que te generaron y te enseña a cerrar ciclos para poder continuar tu camino hacia el futuro con esperanza.

Sin embargo, para ser capaz de llegar a ese nivel de desarrollo de la capacidad de agradecimiento hay que tocar unas temáticas que muchas veces resultan espinosas. Los referimos a que la gratitud:

 

1. Define a las personas

Es muy notorio cuando una persona es agradecida o, por el contrario, no tiene el hábito de dar las gracias por lo que llega a su vida. Se hace parte de su personalidad y se refleja en la sensación de paz que trasmite, su forma de relacionarse, su práctica de la comprensión y la compasión hacia los otros e incluso en su voluntad de trabajar para alcanzar cada meta.

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2. Es un proceso doloroso en ocasiones

Como se mencionó, la gratitud es un medio para liberarnos de personas y situaciones a las que nos mantenemos encadenados de una manera tóxica.

Es normal abrir un ciclo y no poder cerrarlo por diferentes razones: las personas que participaron marcaron nuestra vida (como los padres, exparejas o amigos); fuimos ofendidos o violentados o nos negamos a aceptar que perdimos. Y también pudo ocurrir lo contrario: que fuimos injustos o cometimos un error y nos seguimos sintiendo culpables por ello.

Detrás de esos sentimientos se esconde el deseo de haber querido tener el control sobre lo que ocurrió en el pasado. La gratitud se puede convertir entonces en la herramienta que permite sanar todo ese dolor y frustración.

 

3. Consiste a veces en despedir y soltar

Sanar el pasado purificándolo a través de la gratitud es en efecto doloroso. En los ciclos que no hemos podido cerrar percibimos que “nos hicieron” algo negativo, o por el contrario, nos sentimos culpables de algo. En cambio, no hay nada negativo cuando se miran los hechos desde la gratitud.

Tener que juzgar y perdonar o querer ser perdonado es una gran carga que pesa en la vida. Y más cuando tenemos que enfrentarnos a personas tan significativas como lo han sido nuestros padres o exparejas.

Decidir soltar a esos seres y eventos desde el agradecimiento, por la evolución y enseñanzas que nos permitieron alcanzar, y respetando la manera en que actuaron hacia nosotros (independientemente de que las entendamos o no) permite liberarte de todo ese peso emocional.

 

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4. Implica revisar nuestra noción de la culpa

Culpar o sentirse culpable es una forma tóxica de mantener atada a otra persona a ti. Si en cambio, las despedimos de nuestras vidas dándoles gracias por habernos hecho mejores personas, o más fuertes ante las dificultades, esa sensación se irá.

Recuerda que la culpa es un llamado de atención de la mente sobre algo importante que quiere dejarte una lección. Una vez que la entiendas y llegues al punto de poder dar gracias por esa experiencia, la culpa desaparecerá, pues su misión se habrá cumplido.

 

5. Requiere practicar la humildad verdadera

De cualquier experiencia se pueden extraer aprendizajes y lograr una evolución. Las personas no sufren por lo que ocurrió en sus vidas, sino por la interpretación que dieron a esos sucesos.

La clave está en reinterpretar la forma en que fueron vistas esas situaciones. Para ello hay que ser humilde y estar abierto a recibir lecciones.

La gratitud y la humildad van de la mano, porque quien es humilde siempre tiene la disposición a aprender y en consecuencia se permite cambiar y crecer.

La humildad no consiste en creerse menos que los demás, sino en entender que la vida está llena de regalos y enseñanzas que muchas veces no vamos a entender, pero que han venido a nosotros por una buena razón.

 

6. Es un reto para nuestro ego

Todos hemos vivido momentos de desconexión de nuestra espiritualidad. Nos enojamos con Dios o con el universo por sentir que nos ha abandonado, ha sido injusto, no nos ha dado algo que queríamos o necesitábamos o ha dejado que algo o alguien que quisimos nos abandonara.

En ese punto nos desconectamos del plano espiritual y, también, nos distanciamos de nuestra propia identidad. Para suplir esta carencia de espiritualidad, la Psicología Transpersonal explica que al desconectarnos de lo espiritual sentimos miedo y soledad, por lo que debemos desarrollar aspectos de nuestra personalidad que nos hagan sentir fuertes y empoderados.

Vemos en estos casos el surgimiento de personas ególatras, egoístas, perfeccionistas, sarcásticas, codiciosas, triunfalistas, que se enaltecen sólo de sus logros y de los elementos materiales. Estos seres son incapaces de agradecer y ser humildes porque creen que la humildad les haría perder el puesto “que se han ganado por sí mismos”.

Por lo tanto, una persona que es capaz de agradecer tiene una conexión sana con su universo espiritual. Reconoce todas las bendiciones que recibe diariamente para poder seguir avanzando en su proceso de crecimiento personal. También es capaz de apreciar el valor de los demás sin sentirse menos por ello.

 

7. Es una virtud que comienza en nosotros mismos

Se alcanza un nivel de sanación cuando dejamos de sentir enojo o culpa hacia nosotros mismos por algo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado. Hemos transformado ese sentimiento en gratitud hacia los demás, pero también hacia nosotros mismos por haberlo superado. A veces es más difícil perdonarse que perdonar a los demás, pero justo ahí radica lo compleja y constructiva que es la gratitud.

Agradecer te permite valorar las creaciones divinas, entre ellas tu propia vida. Al sentir esta gratitud con la vida puedes conectarte con el plano espiritual y entender que todos somos uno. Así al dar las gracias a los seres y las experiencias, te estás dando gracias a ti mismo.

Puedes comenzar por expresarle tu gratitud a Dios, cualquiera sea su nombre en tu creencia religiosa, por haberse manifestado de forma material y terrenal en tu cuerpo. Ser consciente de que eres una materialización de una energía espiritual te permitirá vivir sanamente en este plano de manera más espiritual y ética.

 

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