El Misterioso Arte de Decir que No que Necesitas Aprender (y Cómo Hacerlo)

A pesar de ser una de las acciones más necesarias para la paz mental, la manifestación de nuestra autonomía y el respeto hacia uno mismo, a muchas personas les cuesta decir que no.

En realidad, no es nuestra culpa del todo: si bien hay ámbitos como el laboral, donde las responsabilidades están definidas, incluso por un contrato de trabajo, en el resto de los círculos los límites de las solicitudes son matizados por diversos factores como la amistad, el amor, la colaboración, la compasión, el respeto, la educación, entre otros.

Cuando un amigo te pide un favor o un ser querido que está en problemas te  busca o recibes una invitación a una reunión, sueles responder afirmativamente y con las mejores intenciones. Sin embargo, no siempre quieres ir al evento donde te invitan, no estás en condiciones para atender un aprieto o te falta tiempo para ayudar a esas personas.

Es entonces cuando terminas afectando negativamente tu vida por querer cumplir con alguien o algo más allá de tus posibilidades. Decir que sí a demasiadas cosas solo te deja agotado y con menos tiempo o recursos para ti mismo. Además, aceptar todas las solicitudes puede llevarte al extremo de dejarte haciendo solo lo que otros quieren, olvidándote de ti y tus propias necesidades.

Decir que no es todo un arte, valioso para preservar tu individualidad, tu tiempo y tu energía. Sobre todo, es un ejercicio de la libertad de elección. Contrario a los que piensan que decir que no es un gesto de mala educación o egoísmo, es una manifestación de libertad que te permite ser auténtico y sincero en tu relación con las demás personas.

Entonces, si es tan importante saber decir que no cuando queremos y necesitamos, ¿por qué no podemos negarnos cuando la situación lo requiere? ¿Cuáles son las razones detrás de esta resistencia a dar una negativa?

 

Razones por las que nos cuesta decir que no

 

1. Por tendencia a jugar el papel de salvador:

Las personas que requieren ser apreciadas y necesitadas a veces se convierten en adictos a solucionar problemas por la sensación de bienestar que les produce el agradecimiento. Su educación pudo haberlos enseñado a que convertirse en el héroe de personas y situaciones era la única manera de ser tomados en cuenta por sus padres.

Ser una persona de confianza y hábil para solucionar crisis favorece la autoestima, siempre y cuando no traspase nuestros límites. Recuerda que tu valoración no debe venir solo de la utilidad que aportes a los otros.

 

2. Por debilidad o indulgencia:

Los niños pacíficos, obedientes y que evitan los conflictos mantienen esa forma de relacionarse con las personas al convertirse en adultos. Prefieren agradar y complacer que enfrentarse e imponer su criterio.

Obviamente, decir que sí agrada a la gente y hace feliz a todos. El problema viene cuando, para satisfacer, te dejas de lado y terminas irrespetando tus decisiones y opiniones.

 

3. Por ser susceptible a la manipulación:

Algunos, incluidos amigos y parientes, identifican la calidad humana como un signo de debilidad personal. Quienes piensan de esa manera optan por abusar de las personas de buen corazón y manipularlas para lograr sus objetivos.

Analiza la forma en que te piden que hagas algo. Notarás que más que un favor, te pueden estar presionando para que los complazcas: ¿Te piden algo insinuando que el afecto que se tienen está en juego? Si no aceptas, ¿te amenazan con una consecuencia negativa si te niegas? Esas personas están condicionándote para que tomes la decisión que ellos desean, irrespetando tu libertad de escogencia.

 

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4. Por falta de tiempo para decidir:

En algunos casos, las solicitudes son realizadas de manera urgente y no te dan oportunidad de valorar sus posibilidades y deseos de aceptar o negarte.

 

5. Por considerar que las razones para negarse son débiles:

Muchas personas sienten que sus excusas son insuficientes para rechazar la petición o que, luego de haberse negado, habrá una reacción que no serán capaces de debatir.

 

Los «No» son frases completas… y con significado por ellas mismas

Luego de leer las razones por las que te resulta difícil decir que no, entenderás que se deben a una mala perspectiva de tu parte: tú eres la persona que quiere ayudar a todos o la que no se atreve a entrar en conflicto, te dejas abusar por tu buen corazón o no valoras lo suficiente tu tiempo y tus razones como para negarte.

No se necesita de una buena excusa para decir que no. Un «no» firme y definitivo es una frase completa, con significado por sí misma, que no necesita explicaciones ni justificaciones para ser dicha. Tu confianza debe radicar en que es la decisión correcta para ti y eso debe darte tranquilidad con respecto a lo que la otra persona piense.

Si una persona bien intencionada te pie algo, sabe que estás en la libertad (por tu situación o tus deseos) de decirle sí o no. Si tu respuesta no es lo que él o ella necesita, puede desilusionarse o continuar angustiado por su problema, pero en ningún caso tiene que molestarse contigo. Si lo hace, es porque se trata de un individuo tóxico.

Tú vales tanto como ese familiar, amigo, conocido o desconocido que te hace una solicitud. Es normal y hasta generoso que quieras ayudarlo. Pero esa decisión se toma después de evaluar tus circunstancias. Cuando le des a tus deseos y necesidades la importancia y la prioridad que merecen, encontrarás un poco más fácil decir que no.

Empieza a entrenar tu capacidad de negación. Podrás usarla ante cualquier situación en la que corras el riesgo de decir que sí a regañadientes por sentirte comprometido.

Ten una selección de frases que te permitan negarte de forma educada. Puedes decir: «Lamentablemente no estoy aceptando/realizando/asumiendo nada nuevo en este momento por razones personales», «Desearía colaborar pero no voy a estar disponible», «Lo siento, pero no estoy en la capacidad/en posibilidad de ayudarte».

Si se trata de una toma de decisión urgente ante la que todavía no sabes si aceptar o no, puedes usar expresiones de dilación como estas: «Tengo que revisar mi agenda antes de aceptar ese compromiso»; «Si me permites evaluarlo, podré darte una respuesta en (tal) tiempo»; «Si me dejar pensarlo, te llamaré para darte una respuesta«. De esta forma, saldrás de la obligación a responder de inmediato.

En caso de que sigan insistiendo, entenderán que ellos mismos te están quitando la oportunidad de decir que sí más adelante. En consecuencia, será más sencillo para ti negarte ante su insistencia o urgencia.

Como en todo, el dominio de la técnica vendrá con la práctica. Imagina situaciones y tus posibles formas de negarte. También, empieza a decir que no de manera amable pero contundente en escenarios cotidianos. Gradualmente aumentará tu confianza para ejercer control sobre tus respuestas a cualquier solicitud.

Como última recomendación, recuerda que te niegas, no porque estés en contra de los demás, sino porque estás a favor de ti mismo.

 

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