Enriquece tu Vida con el Minimalismo

Todos hemos soñado con llevar una forma de vida minimalista, donde sepamos por y para qué tenemos cada objeto y que cada uno de ellos cumpla con una función. De igual modo, deseamos ser ordenados en nuestras costumbres y tener rutinas simples que nos faciliten las cosas.

Sin embargo, las mudanzas de casa y oficina nos muestran lo alejados que estamos del minimalismo. Nos traumatiza ver la gran cantidad de muebles, ropa, utensilios, documentos e incluso de información digital que acumulamos sin saber luego cómo catalogarla y cuál podríamos desechar.

A veces, los familiares y habitantes del hogar empeoran la situación. Muchas personas han heredado esta costumbre de guardar de sus padres y abuelos, quienes repetían frases como “lo que tú botas, otro lo necesita”, “te puede hacer falta mañana”, “no sabes cuándo va a ser importante” o “la basura contamina el planeta”. En otros casos, los compañeros de vivienda pueden guardar tanto que terminan alterando negativamente tus propios hábitos.

El desorden y el aferrarse a los objetos incluso puede hacer que las personas se sientan preocupadas y agobiadas. Esta saturación puede robarles energía positiva si no saben dominarla.

En todo caso, arrojar las pertenencias a la basura no nos hace minimalistas. No se trata de vivir con cuatro cosas en una mochila y debajo de un puente. La finalidad es que todo lo que poseamos tenga una razón para estar con nosotros.

Si queremos aprender a ser minimalistas, primero debemos deslastrarnos de algunas falsas creencias. Para ello, debemos saber que el minimalismo:

No es una moda ni un estilo de decoración.
No consiste en dejar de comprar ni convertirse en un comprador de segunda mano o un ropavejero. Se refiere a adquirir conscientemente lo que necesitamos.
No significa tener un número límite de posesiones ni de cantidades en general. Es aprender a rodearse solo de lo sustancial.
No es un sacrificio ni una privación. Si en verdad nos duele separarnos de algo que tiene valor para nosotros, significa que es parte de nuestra vida. Aprender a distinguir esos objetos importantes es parte del minimalismo también.
No se limita a los bienes materiales, por eso no se relaciona con la falta o carencia. Cuando el minimalismo es bien entendido, se aplica de manera favorable a todos los aspectos de la persona.

 

Si en algún momento has caído en cuenta de que tienes demasiado, no solo demasiados objetos, sino también demasiados compromisos, demasiadas preocupaciones, demasiadas cuentas, demasiado trabajo; incluso demasiados amigos, demasiados placeres pendientes y demasiados proyectos de vida sin cumplir, y te sientes sobrecargado de todo eso, ha llegado la hora de que pruebes a ser minimalista.

Entonces, ¿qué es el minimalismo?

El minimalismo es una filosofía de vida mediante la cual se van eliminando los excesos en todos los ámbitos y se empieza a valorar la tranquilidad y la importancia de lo que permitimos que nos rodee. De este modo, logramos comprometernos con lo esencial y reducimos las decisiones y proyectos que ejecutamos diariamente.

Su objetivo es lograr el despojo de todos los elementos sobrantes en nuestro entorno a partir de un criterio personal que nos otorgue satisfacción y paz.

El término inglés minimal surgió el siglo pasado hacia los años sesenta. El filósofo inglés Richard Wollheim lo aplicó para referirse a piezas de poca factura que catalogaban como arte. Aun así, el concepto fue progresando parar referirse a obras sobrias y finalmente creció hasta convertirse en toda una teoría.

 

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Saber qué es lo más valioso para nosotros y no tener dificultades para descartar lo demás brinda muchos beneficios personales. Eso sí, llegar a la sencillez no es sencillo: requiere de un autoanálisis profundo y de mucho ejercicio de desapego emocional.

Entre sus ventajas está obtener la claridad y capacidad de enfoque para todo aquello que nos propongamos. Centrarse se vuelve así mucho más fácil.

Los minimalistas tienen abundancia de todo lo que les agrada y es trascendente para ellos. Al tener menos objetos, valoran más las experiencias y el bienestar.

También se conocen mucho mejor y le dan prioridad a sus planes y deseos. Usan su dinero y tiempo a favor de sus objetivos porque saben cuáles son y la importancia que tienen para alcanzar la felicidad.

Esa alegría en parte proviene de reflexionar sobre lo que no tiene sentido en nuestra existencia; no solo en cuanto a objetos, sino también sobre las emociones y acciones que nos sobrecargan: los sentimientos de apego, las relaciones tóxicas, los sufrimientos del pasado, las actividades que hacen perder tiempo y no aportan nada de valor, etc.

Descartar lo que no aporta crea el espacio para llenarlo con lo que te hace feliz.

De este modo, si entendemos el minimalismo como una búsqueda de lo esencial y una eliminación de los excesos y los estímulos externos, veremos en cuántas áreas de nuestra vida podemos aplicarlo:

La mente y las emociones se calman al reducir los compromisos y decisiones a lo trascendente. Empieza por valorar la tranquilidad que brinda un hogar ordenado o lo fácil que se vuelve escoger la ropa cada mañana.
Traslada el valor de los objetos hacia las experiencias, las acciones y las prioridades, por lo que ayuda a multiplicar la productividad. Tomamos en cuenta que no podemos hacer todo ni siempre, por lo que descartamos las tareas y distracciones innecesarias. La productividad minimalista consiste en hacer menos cosas en menos tiempo y enfocándonos en lo que aporta valor.
Simplificar la vida se traduce en limpiar y deshacerse de lo que no sirve, delegar responsabilidades, llevar las aficiones y deseos a lo esencial y destinar la energía a lo más valioso.
Te enseña a decir que no a todo aquello que sean órdenes, metas y peticiones de terceras personas. Cuando empezamos a negarnos a esos requerimientos, descubrimos que no hay consecuencias tan dramáticas como las que temíamos. La gente suele aceptar un “no” cuando es dicho con seguridad, sin enfado y sin excusas tontas. El minimalismo ayuda a dar explicaciones honestas y lógicas provenientes de nuestras necesidades. Así seremos más respetados porque sabemos establecer nuestros límites y somos íntegros con los demás y con nosotros.
Destierra la práctica de la multitarea. Aunque ha sido ofrecida como una forma de alcanzar la eficiencia y la productividad, la multitarea o multitasking es estresante, consume mucha más energía mental y disminuye la calidad de nuestros trabajo: es difícil mantener el mismo grado de concentración en cada tarea que realizamos simultáneamente.
Enseña a ir despacio: independientemente de cuántas actividades realizamos durante el día, la rapidez con la que nos movemos incrementa los estados de ansiedad. Nuestras sociedades valoran la entrega en tiempo récord como sinónimo de mayor productividad y generación de ingresos económicos, pero ¿a costa de qué?, de nuestra salud física y mental. Entonces vale la pena preguntarse si terminar pronto, agotados y desmejorando los resultados nos lleva a algo positivo.

En conclusión, hemos visto que adoptar el minimalismo como filosofía de vida conlleva muchas ventajas emocionales, físicas, económicas y de calidad de vida para quienes optan por aplicarlo más allá de una moda que reduce la cantidad de prendas en el armario, o como una decoración austera.

Empieza a ponerla en práctica en tu vida si te sientes agobiado por todo tipo de excesos y comprueba sus resultados.

 

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