Grandes Decisiones para Aniquilar Grandes Deudas

No todas las personas somos capaces de tener nuestras deudas bajo control, con montos modestos, siempre pagando por encima del mínimo y evitando hacer nuevos gastos a crédito hasta después de haber cancelado los anteriores.

Para algunos de nosotros las deudas se han vuelto cargas angustiosas que nos llevan al punto de eludir la llamada telefónica de los acreedores y luchar terriblemente incluso para mantenernos al día con los pagos mínimos de cada mes.

No todos ganamos sumas de seis cifras. De ser así, no nos endeudaríamos o podríamos fluir sin problemas entre los ingresos y desembolsos. Sin embargo, no tener grandes ganancias no significa que no podamos liberarnos de las deudas que hemos contraído. Es difícil, pero no imposible.

A continuación explicaremos cómo se puede dar una vuelta a nuestra situación económica que nos permita salir de esas cargas opresivas que son las deudas.

Para empezar, si se trata de un monto que nos priva del sueño, nos deja pasando penurias luego de cancelar hasta el pago mínimo y nos lleva a huir de nuestros acreedores, eso demuestra que se ha vuelto un problema que debemos considerar como una emergencia a resolver en nuestras vidas.

Las emergencias son algo que no podemos posponer ni ignorar. Se ponen delante de nosotros y debemos atenderlas de inmediato. Igualmente debemos considerar nuestras deudas de montos altos.

Una vez asumida la realidad en esos términos, hay que pasar a hablar del elefante en la habitación y el mejor modo de hacerlo es sentarnos a averiguar cuál es nuestra realidad financiera: cuánto entra cada mes, cuáles son las obligaciones, cuáles los gastos secundarios y qué está fuera de control en esos cálculos. Puede ser algo aterrador, pero es el primer y único paso para salir de esta situación de emergencia.

Como Salir de Deudas

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Si ya tenemos un cálculo de cuánto entra, cuánto gastamos y cuánto nos queda al final de cada mes, sabremos que poseemos al menos esa cantidad para empezar a pagar las deudas.

Si actualmente estamos en la condición de pagar solo el saldo mínimo (aunque queramos incrementar esa suma, lo que lograremos en su momento y siguiendo esta guía), podemos estar tranquilos de ver que al menos no hemos pasado la raya roja.

Si, por el contrario, en nuestras finanzas entra menos dinero del que sale, y somos incapaces de pagar siquiera los intereses que generan nuestras deudas, significa que debemos tomar estas medidas drásticas: recortar gastos lo suficiente como para ajustar nuestro balance personal, generar más ingresos que equilibren la salida de dinero o refinanciar nuestra realidad crediticia ante los bancos o los acreedores.

 

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Veamos cada una de estas opciones en detalle:

 

1. Cómo reducir (grandes) gastos:

En muchas páginas de Internet encontraremos recomendaciones para enseñarnos a ahorrar, a controlar los gastos superfluos y a evitar que nuestras tarjetas de crédito se descontrolen.

Pero si estamos ahorcados con montos de miles de dólares, tomar el café y preparar el almuerzo en casa antes de salir al trabajo no va a ser suficiente para superar la situación (aunque también son modificaciones de conducta necesarias si somos grandes deudores). Es necesario concentrarse primero en los gastos de grandes montos como los siguientes:

 

– Alojamiento:
Evaluemos nuestro gasto en vivienda. La regla general dice que no debe sobrepasar más del 30% de los ingresos, pero mucha gente supera ese porcentaje, tal vez porque le agrada la zona donde vive, porque el alquiler aumentó y se niega a enfrentar una mudanza, porque un cambio de residencia trastocaría la dinámica familiar o porque es vergonzoso para los solteros volver al hogar de los padres.

Es fabuloso vivir en el centro de la ciudad o en un área privilegiada, con los servicios, transporte y entretenimiento cercanos, pero si esa comodidad nos va a afectar negativamente deberíamos pensar en renunciar a ella, mudándonos a una vivienda o barrio más económico o incluso pensar en cambiar de ciudad.

Otra opción que no implica abandonar la residencia actual sería conseguir un compañero de cuarto con quien compartir gastos y complementar la renta.

En el caso de ser propietarios de una vivienda con una hipoteca difícil de costear, rentar un anexo de la misma o el sótano generará un ingreso importante para pagar las mensualidades.

 

– Transporte:

Tener un vehículo es un gran beneficio para la calidad de vida, pero también una fuente de gastos.

En una situación de emergencia como el pago de las deudas, es una idea inteligente disminuir el uso del vehículo para prolongar su vida útil y reducir los gastos en gasolina y otros consumibles.

Si el transporte público nos permite llegar al trabajo, consideremos cuánto podríamos ahorrar yendo en metro o bus a la oficina.

También podemos evaluar la creación de un auto colectivo con compañeros del trabajo o vecinos, turnando el vehículo y conductor encargado por día o semana.

Algunas empresas ofrecen a sus empleados ayudas para el pago de estacionamiento y gasolina para sus autos o incluso un transporte colectivo privado.

En las familias donde hay dos automóviles es conveniente discutir la dinámica familiar a fin de emplear uno solo o incluso vender uno de ellos. Así podríamos no solo recibir una fuerte suma de dinero que disminuiría el monto de la deuda, sino también eliminar el pago del seguro, la gasolina y el mantenimiento.

 

– Alimentación:

Ya se mencionó que llevar el almuerzo al trabajo y no comprar el café afuera no nos liberará de una gran deuda, pero sí hay que evaluar cuánto derrochamos mensualmente por “tercerizar” nuestra alimentación. Comer constantemente en la calle o traer la cena a casa para evitar cocinar puede ser un asunto serio a fin de mes. Es verdad, a muchos no nos gusta cocinar todos los días o pasar horas del fin de semana dejando los alimentos preparados, pero no generar una rutina propia de la vida adulta a este respecto afecta nuestra salud y equivale a tener empleados contratados para alimentarnos. Cuando vea sus gastos de comida de este modo, sabrá por qué es conveniente hacer un buen mercado cada domingo.

 

– Comprar artículos de segunda mano:

Muchas veces es inevitable durante un período de precariedad tener que hacer un gran gasto. Por ejemplo, cuando se daña irreparablemente la cocina o la nevera o cualquier otro electrodoméstico básico. Igualmente, los aparatos electrónicos que pueden estar vinculados con el trabajo, haciéndose indispensables, como los teléfonos inteligentes, un escáner, una tarjeta de video de la computadora, entre tantos otros dispositivos. También la llegada de un bebé puede obligar a la compra de muebles y utensilios especiales, o un hijo que desea iniciar el estudio de un instrumento musical.

Todos esos objetos pueden ser comprados, en buenas condiciones, de segunda mano, haciendo que este gasto no afecte severamente nuestra economía ni nos obligue a incrementar las deudas que estamos tratando de amortiguar.

 

2. Cómo generar más ingresos:

Si las finanzas ya pasaron la raya roja, es decir, ganamos menos de lo que percibimos, debemos, por conveniencia, conseguir otra fuente de ingresos que nos permita compensar la situación.

Conseguir un trabajo temporal los fines de semana, o uno que podamos realizar en el horario de nuestra conveniencia nos ayudará a crear un fondo destinado exclusivamente (sin ceder a la tentación de darle otro uso) al pago de las deudas.

También pensemos en vender algunos objetos por los que podamos recibir un dinero significativo destinado a amortizar. Ya hablamos de vender el segundo vehículo familiar, pero a veces también hay en la casa muebles que son dispensables (la vieja biblioteca de cedro de la abuela, la mesa de mármol que heredamos del tío, una lámpara lujosa que ya no combina con el diseño moderno de la vivienda, los implementos para levantamiento de pesas que ya no practicamos, una pintura de un artista reconocido comprada en tiempos más holgados…).

 

3. Cómo refinanciar nuestras deudas:

Frente a un pago de deuda insostenible, es necesario ir al banco o con el acreedor y refinanciar la deuda. No es algo agradable, y sentará un mal precedente en nuestra historia crediticia, pero es una salida a tiempo antes de encontrarse en bancarrota. Los bancos lo saben y por eso prefieren darle opciones al deudor antes de perderlo todo.

Por ejemplo, pida una tasa de interés reducida para sus tarjetas de crédito. Sea sincero y explique su plan para pagar el capital, pero que necesita ser ayudado con los intereses.

Existe la opción de compra de deuda. En algunos bancos podemos solicitar una nueva tarjeta de crédito con un período de tiempo a 0% de interés. Con ella pagamos el saldo de las tarjetas de alto interés actuales y quedamos con un período de gracia para empezar a pagar sin cargos por intereses. Obviamente, bajo ningún concepto podemos caer en morosidad o retraso. ¡Valoremos esta tabla de salvación!

También existe una recomendación de Bruce McClary, vicepresidente de relaciones públicas y asuntos externos de la NFCC (National Foundation for Credit Counseling): usar el “método de la escalera”, consistente en atacar el saldo de la cuenta que cobra la tasa de interés más alta. Mientras aceleramos los pagos de esa cuenta, hacemos pagos mínimos en las otras. Cuando el saldo más alto desaparece, hemos bajado un peldaño de la escalera y así procedemos con los pagos de la siguiente cuenta con la tasa más alta.

Otra estrategia es “la bola de nieve”. En este método, en lugar de usar los tipos de tasas de interés para determinar cuál cuenta pagar primero, nos centramos en el saldo. Comencemos poniendo dinero extra en la cuenta con el capital más bajo y una vez pagado, pasemos a la siguiente cuenta. Concentrarnos primero en el saldo menor y notar que vamos saliendo de deudas rápidamente nos hará sentir motivados. Lo dice McClary: “Para las personas que necesitan ver resultados instantáneos para mantenerse motivados, ese puede ser el mejor proceso porque es la manera más rápida de llevarlos a una conclusión exitosa”.

 

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