Hablar de relaciones e individuos tóxicos se ha vuelto muy común en la actualidad. Si bien es un concepto negativo, sus connotaciones son múltiples y se aplican a muchas áreas de la sociedad, por ejemplo, al sector laboral.
Es común tener empleados tóxicos, es decir, conflictivos, poco profesionales o improductivos, en una empresa. Si eres compañero de alguno de ellos, pero sobre todo si eres jefe, debes saber lo complicado que es lidiar con estos personajes.
Sin embargo, hablar en términos generales de trabajadores tóxicos no es sencillo ni basta con echarlos a todos juntos en “el saco de los malos”. En cambio, generar un concepto, clasificarlos y conseguir consejos que sirvan para lidiar con ellos es la mejor manera de resolver los problemas que causan en tu negocio o compañía.
Empecemos por establecer definiciones.
El profesionalismo contra la “toxicidad” laboral
El profesionalismo es una reputación laboral que se construye con el tiempo y actos cotidianos positivos que el entorno llega a admirar y a querer imitar. Además de transformar al trabajador en alguien confiable, con valores y ética, lo lleva a acrecentar su propia autoestima y a perseguir el éxito como una meta personal.
Si bien el profesionalismo está ligado al concepto de un título académico, también se puede concebir en todos los oficios, profesiones y desempeños, en las disciplinas como el deporte o el arte, así como en otros ámbitos donde nos encantaría que estuviera siempre presente, por ejemplo, en el área de la salud o la de gobierno.
Las empresas y negocios desean especialmente contar con empleados profesionales, pero también es cierto que no todos ellos lo son. A estos, en muchos casos, no les interesa la calidad de su trabajo y terminan afectando el rendimiento y la labor del resto.
Para combatir la falta de profesionalismo y los problemas asociados a ello en una organización, hace falta más que reunirse con el empleado tóxico a solas y llamarle la atención. Como jefe, hay que fomentar un cambio radical de la situación por distintos medios antes de llegar a la drástica medida de prescindir de la persona.
En primer lugar, es importante identificar al trabajador que causa problemas y clasificarlo según su tipología, ya que no responden a una lista de particularidades. No todos son improductivos, incumplidos o peleones, por ejemplo.
Mientras unos demuestran su falta de ética profesional siendo impuntuales con el horario o las asignaciones, otros son buscadores de polémicas con los jefes o compañeros, hacen el mínimo esfuerzo, generan más problemas que soluciones o desarrollan un ambiente de trabajo incómodo.
Distingamos a estos trabajadores.
Tipos de empleados tóxicos
1. El problemático: Es el que no sabe desempeñar su trabajo o no le interesa hacerlo bien y depende de los demás para resolver sus responsabilidades. Es desorganizado, resistente al cambio y pasivo. Continúa equivocándose en asuntos que ya debería manejar y no se puede confiar en sus capacidades. En consecuencia, arrastra a todos al fracaso y la frustración.
2. El flojo: Es el que evita trabajar, perdiendo su tiempo y haciéndoselo perder a los demás. Tiene poca motivación y vive distraído. Hace lo que puede para salirse con la suya.
3. El mártir: Este es el caso de un empleado productivo, pero que por su naturaleza de querer hacerlo todo, desequilibra al equipo y causa un ambiente laboral incómodo. Insiste en que todos sepan de su sacrificio, contagia el desgaste, el deseo de quejarse y se niega a delegar.
4. El desleal: Es el que se opone a seguir reglas y respetar las jerarquías. No acepta correcciones y considera que sabe más que todos. Al hacer las cosas a su modo, influye negativamente en el equipo.
5. El sociable: Con él hay un entorno de trabajo relajado, pero amigable en exceso. Estimula a sus compañeros a reuniones interminables, extendidos recesos para el café y largas charlas sobre temas triviales. Es ruidoso, desordenado y, por supuesto, desconcentra a los demás.
6. El antisocial: Opuesto al anterior, es el que crea un ambiente laboral hostil, bajando la moral y la productividad del equipo. Sabotea, manipula y su actitud ante todo siempre es negativa.
Como hemos visto hasta aquí, las características particulares de estos tipos de empleados (que en ocasiones pueden combinarse) hacen necesarias las intervenciones del jefe caso por caso.
De todos modos, existen algunos consejos generales para abordar los problemas con estos trabajadores tóxicos.
Consejos para neutralizar a los empleados tóxicos
1. No ignorar el problema
A veces, por no vernos en la necesidad de interpelar a una persona tóxica (y por temor a esparcir su negatividad con esta acción), preferimos dejar pasar los primeros signos de que algo malo está ocurriendo. Por lo general, también excusamos a los empleados que tienen mal temperamento, pero son productivos.
Los jefes no deben perdonar estas acciones bajo ningún motivo, ya que equivale a premiar y fomentar ese comportamiento.
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La especialista Johanna Zlenko, CEO de The Closet Trading Co. sugiere que se identifique desde el inicio las razones de esta actitud. Puede tratarse de un buen empleado que reacciona con un comportamiento negativo ante una situación concreta. Pero para saber más al respecto, siempre hay que llamarlo a una conversación sobre lo sucedido.
En líneas generales, fomentar la meritocracia debe ser una política de toda empresa o negocio. Todos los empleados deben poder identificar cómo se crece dentro de la institución, sabiendo que con calidad, puntualidad y profesionalismo se accede a mejores oportunidades. Esto siempre ayuda a que los empleados tóxicos deserten de manera natural.
2. Investigar el problema
Hacer preguntas concretas al trabajador tóxico puede revelar si está teniendo problemas personales, si el tema es de comunicación o si su conflicto se relaciona con la dirección de la empresa.
El cofundador de Thirty Madison, Steven Gutentag, sugiere que atiendas en exclusividad al empleado durante esa reunión y trates el tema con interrogantes abiertas del tipo: ¿cómo te sientes en el trabajo? o ¿qué te gustaría reestructurar de tus responsabilidades? Si hay respuestas constructivas, seguramente no estás delante de un individuo totalmente tóxico.
Independientemente de dónde vienen los problemas, lo ideal es contar con la disposición de ambos (jefe y empleado) para resolver la situación a través diálogo. A veces, este puede no ser consciente del impacto de su actitud en el resto de la organización, pero será capaz de cambiar de panorama con una charla sencilla.
Igualmente, hay que identificar si existen diferencias de opiniones sobre la cultura o estrategia de la empresa. No hay nada peor que trabajar con alguien en contra de una compañía y sus intereses.
3. Ayudar al empleado tóxico a corregir el camino
Puede ser que el empleado tóxico necesite un apoyo adicional. Para ello hay que expresarle tus expectativas como jefe, aclarando que confías en su talento y capacidad, y crear juntos un plan. Dependiendo del caso, también funciona asistirlo con un compañero de otra área que lo ayude a diversificar su trabajo.
Lo importante es hacerle saber que estás ahí para brindarle un apoyo ante el conflicto que hayas identificado en la conversación.
Las capacitaciones permanentes también pueden resultar un modo de detectar las intenciones de un trabajador tóxico. Brindar nuevos conocimientos y herramientas (siempre que no recarguen la jornada laboral) generalmente es bien recibido, excepto entre quienes no están interesados en incrementar su profesionalismo.
Cuando las problemáticas resultan repetitivas a pesar de las conversaciones y estímulos, hay que desafiar al empleado estableciendo plazos límites de entrega y expectativas concretas. Es importante advertirle sobre este proceso de evaluación y sus consecuencias (traslado a otras tareas, sanciones o, la peor entre otras, despido).
Aislar al trabajador por su bajo desempeño, calidad o comportamiento no resulta conveniente, pues solo empeorará sus características. Siempre hay que invitarlos a elevar la vara, por ejemplo, involucrándolos en proyectos especiales.
Estas son formas de medir su rendimiento, compromiso y capacidades, para establecer qué se puede esperar de él. Y manteniendo siempre en claro que del resultado final dependerán las decisiones que como jefe tomarás a futuro.
4. Solo si todo lo anterior falla, tomar las medidas radicales
Aplicando las estrategias anteriores, es posible que algunos trabajadores tóxicos tomen conciencia de su actitud y “despierten” a un verdadero profesionalismo.
Unos, en cambio, podrán funcionar positivamente solo cuando son reubicados en otros sectores.
Otros, lamentablemente, no aceptarán los ofrecimientos de un cambio y deberán ser despedidos para continuar su camino hacia un nuevo empleo.
Algunas empresas toleran a los empleados tóxicos porque las relaciones laborales terminan consolidándose con el tiempo y fomentan la producción. Pero en ocasiones, según explica Jason Griffin, CEL de Gorjana, la negatividad no puede ser medida pero tiene un impacto profundo y duradero en las empresas, así que como jefe, es importante hacer algo al respecto.