Si Eres un Ermitaño Feliz, Esto Explica tu Gusto por la Soledad

Amigo mío… preocúpate por tu psique… conócete a ti mismo, pues una vez nos conocemos, podemos aprender cómo cuidar de nosotros mismos.

Sócrates


El único viaje es el realizado hacia el interior.

Ranier Maria Rilke

 

La sociedad contemporánea privilegia la vida y las acciones en colectivo. En las entrevistas de trabajo, las compañías consultan si eres bueno trabajando en equipo y bajo presión; muchos deportes se practican en grupo, los conciertos exitosos tienen una asistencia multitudinaria, eres buen vecino cuando participas en las reuniones de la comunidad y seguimos repitiendo que la familia es el núcleo de la sociedad.

Entonces, ¿dónde queda la gente que vive en soledad… y la disfruta?

Frente a esta época de consumo y el trabajo en colaboración, la soledad, estado necesario junto con el esfuerzo individual para que la creatividad se convierta en innovación, se ha vuelto una situación excepcional. La mayoría hoy no solo la rechaza, sino que apenas la entiende.

Obligar a alguien a permanecer incomunicado es utilizado como una herramienta de castigo que, cuando se lleva al extremo, puede provocar la locura. No es extraño entonces que la gente piense que desear estar solo esté relacionado obligatoriamente con patologías mentales como depresión, bipolaridad, entre otras.

Además de castigos como el destierro o el aislamiento, existen otros casos negativos de alejamiento como los secuestros o naufragios. Pero la soledad no siempre es forzosa ni daña la psique. Más bien contribuye a la elevación de la mente y el espíritu.

Algunos psicólogos, autores y estudiosos de las religiones han analizado la relación de la soledad con estados como el silencio y las prácticas de la meditación, el austeridad, la contemplación y algunas doctrinas espirituales.

Si pensamos en la historia de la humanidad, diversas tradiciones filosóficas y religiosas han empleado métodos de contemplación para alcanzar la iluminación y el bienestar. Teorías clásicas como el cinismo y el estoicismo, y otras del hemisferio oriental como el taoísmo y el budismo zen, invitaban a vivir una vida sencilla, de acuerdo con la naturaleza en vez de con la ajetreada actividad social.

Es decir, que el aislamiento, el silencio mental, el ascetismo, incluso la escogencia de la pobreza como en la practican de los monjes franciscanos, forman parte de los estilos de vida que permiten un crecimiento interior.

Hoy en día, algunas personas, sin recluirse ni abandonar la sociedad, recurren cada vez más a estas técnicas de soledad voluntaria y a los ejercicios de concentración y contemplación para alentar sus espíritus creativos o el desarrollo espiritual.

Otras, curiosamente, no lo hacen de manera consciente, pero saben que se sienten mejor cuando pasan tiempo apartados de los grandes grupos.

La psicóloga Susan Cain, quien ha publicado conclusiones sobre la soledad como una decisión positiva, refuerza la idea que el aislamiento no forzado es un principio básico para estimular la creatividad o la búsqueda de lo trascendente.

La soledad de la mente no solo puede ser positiva y fomentar el pensamiento creativo, sino que incluso da pie a alcanzar puestos de dirección. El liderazgo es una posición individual y solitaria, frente a sus seguidores, que acatan órdenes y permanecen en grupo.

El líder y las personas que generan ideas innovadoras necesitan disciplinar su mente en el confinamiento, sin ninguna influencia externa. Recordemos que antes de poder implementar órdenes o compartir ideas, primero hay que generarlas y eso solo puede ocurrir con ayuda del silencio y la reflexión.

 

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En conclusión, la soledad es el espacio para formar pensadores. En soledad se puede interpretar por uno mismo y formular las ideas que indican nuevos caminos: para los países, los negocios, las universidades, la sociedad… El ejercicio individual de la mente permite tener una nueva visión, un modo diferente de mirar y hacer las cosas.

 

La importancia de la soledad en el sector laboral

Como decía Pablo Picasso: “Sin una gran soledad, el trabajo serio no es posible”.

En las oficinas y las empresas, donde tanto se proclama la importancia del trabajo colectivo, la interrupción de jefes y compañeros es enemiga de la productividad del empleado. Piensa que cuando eres constantemente solicitado para colaborar con algo, pierdes la idea de lo que estabas haciendo y no puedes concluir o avanzar de manera constante.

Por el contrario, los períodos de tiempo que pasas trabajando en solitario son los más productivos. Además, la concentración que se logra estando solo ayuda a combatir muchos enemigos mentales como la posposición o procrastinación, el déficit de atención, el miedo a la hoja en blanco, la superación de la zona de confort, entre otros.

Alcanzar las metas exige sacrificio y el esfuerzo en solitario es uno de ellos. Todos los que han estado con la mente en blanco tratando de inventar algo genial lo saben.

En esos momentos no necesitas nadie al lado interrumpiéndote, animándote o criticándote. Necesitas estar con tu yo interior, enfocado y poniendo en práctica tu creatividad para dar lo mejor de ti a un proyecto.

 

La soledad en tiempos de Internet

La conexión interpersonal gracias a la Internet ha transformado nuestro modo de compartir y comunicarnos. Podemos estar físicamente solos pero emocionalmente unidos a familiares y amigos gracias a los correos electrónicos, las redes sociales, las videollamadas, entre tantas posibilidades.

En el área laboral, la tecnología digital también ha facilitado y dimensionado las diversas formas de teletrabajos, uniendo en muchos casos los beneficios el trabajo en solitario con los esfuerzos colectivos.

A menudo, la colaboración remota hace posibles proyectos que de otro modo serían irrealizables, por ejemplo el crowdsourcing o el crowdfunding.

La colaboración digital no intrusiva suele ser creativa y productiva y con la facilidad de que el trabajador puede controlar las interrupciones. Sin embargo, existe el riesgo de caer en la procrastinación cuando el usuario confunde el consumo de contenidos sociales con su propio trabajo.

Andrew McAfee sintetiza la relación entre Internet y la soledad: “Este es el motivo por el cual Internet ha dado remarcables creaciones colectivas. Marcel Proust dijo que la lectura era ‘un milagro de la comunicación en medio de la soledad’, y eso es lo que es Internet, también. Es un lugar donde podemos estar solos y a la vez acompañados de manera no intrusiva, y eso es precisamente lo que le da poder”.

 

En conclusión, las personas que, consciente o inconscientemente, se dan la oportunidad de tener períodos de vivencia solitaria son capaces de enriquecer su mundo interior.

Además, y contrario a lo que se puede suponer, aportan a la sociedad con el ejercicio de su inteligencia y creatividad tanto o más que aquellos que prefieren producir en colectivo.

Así que si alguien se siente tentado a tachar a otro de ermitaño, raro o antisocial por disfrutar de su vida solitaria debería pensarlo dos veces y empezar a admirar lo que esa persona tiene para ofrecer al mundo desde su reclusión.

 

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