Lo que hay Detrás del Momento «Eureka» (o Cómo Desbloquear tu Creatividad)

Cuando pensamos en creatividad, podemos imaginar a alguien como George R. R. Martin desarrollando la apasionante historia de A Song of Ice and Fire, también llamada Game of Thrones por su versión televisiva. Esta creación literaria ha conseguido fama mundial y se convirtió en un producto cultural que genera millones de dólares.

Pero, ¿qué ha hecho de Martin un escritor tan imaginativo?

Contrario a lo que se pueda creer, el autor no se ha valido de un ejército de ayudantes, varias computadoras con programas sofisticados ni un cuarto de trabajo lleno de carpetas, mapas mentales y carteleras con gráficos.

Cuando empezó a desarrollar sus personajes, nadie le había ofrecido todavía financiación editorial para que escribiera millones de palabras que luego aseguraran un éxito en televisión. Sencillamente, George R.R. Martin empezó a trabajar para su satisfacción literaria personal.

Tomó la decisión de aprovechar su retiro para hacer la novela con la que soñó toda su vida, y empezó a redactarla sin demasiadas herramientas programáticas: «Todavía hago toda mi escritura en una vieja máquina DOS que ejecuta WordStar 4.0, el Duesenberg del software de procesamiento de textos (muy antiguo, pero insuperable)».

Añade: «No estoy en Facebook. No estoy en Twitter. No estaré en la próxima cosa nueva que venga, la que hará a Facebook y Twitter tan obsoletos como… esas comunidades… de antaño».

Si pensamos en que el sistema operativo DOS no tiene interfaz gráfica y no puede trabajar con más de un usuario ni en más de un proceso a la vez, en verdad Martin carece de elementos que lo inspiren a la hora de escribir.

Entonces, ¿cómo puede este autor ser tan creativo con pocas herramientas y estímulos audiovisuales? Esta es una pregunta que podemos realizarle a todas las personas que sienten deseos de inventar algo: ¿se necesita mucho para alcanzar la creatividad?

La respuesta es no. Para ser creativos lo que realmente necesitamos es menos: menos ofertas monetarias tentadoras; menos tecnología; menos herramientas de productividad para llevar a cabo nuestras tareas; menos lujos… en resumen: menos distracciones.

La explicación es que cuando pensamos en la creatividad, la concebimos como una habilidad mental muy compleja, que solo parece pertenecer a mentes privilegiadas como las de George R.R. Martin. De ahí que el resto de los mortales pareciéramos necesitar infinidad de elementos de apoyo para ser creativos.

Ese es el camino incorrecto hacia la creatividad. Lo que en verdad requerimos son unas condiciones específicas que enfoquen nuestra energía hacia lo que realmente buscamos.

La eliminación de las distracciones es la mejor manera de maximizar nuestro potencial, porque las restricciones impulsan la creatividad.

 

La creatividad y los falsos momentos “eureka”

Existe otro mito relacionado con la creatividad y es el de su espontaneidad, es decir, que las ideas ingeniosas brotan de repente y de la nada.

El proceso creativo no consiste en generar algo absolutamente nuevo desde cero. Más bien su habilidad está en hacer nuevas conexiones entre ideas existentes o reconocer relaciones novedosas entre los conceptos.

Esto nos lleva a evaluar si la creatividad es algo genético o que se puede desarrollar a través del aprendizaje. Estudios científicos realizados desde los años sesenta, como los del investigador de rendimiento creativo George Land, y más adelante el de la profesora Barbara Kerr, han llegado a conclusiones interesantes.

Afirman que los niños tienen un rango altamente creativo que va disminuyendo con el avance de la edad. También, que un porcentaje de la creatividad está relacionado con los genes, descubrimiento obtenido sobre estudios realizados en gemelos.

En conclusión, algunas personas nacen preparadas para ser más creativas que otras, pero todas tienen este factor innato y la mayoría de las habilidades de pensamiento creativo se modifican gracias al entrenamiento.

La historia de Isaac Newton y la manzana, la cual le permitió concebir el concepto de la gravedad, se ha convertido en un ejemplo icónico de un momento creativo; un genio que recibe uno de esos momentos “eureka” producto de las condiciones creativas adecuadas.

Sin embargo, la gente olvida que Newton trabajó en la creatividad durante los siguientes veinte años. En 1687 publicó sus conclusiones en The Principia: Principios matemáticos de la filosofía natural. La caída de la manzana solo fue el comienzo de un desarrollo intelectual que continuó durante décadas.

Estas explicaciones nos llevan a concluir que los requerimientos mentales para desarrollar el pensamiento creativo son propios del ser humano. Sin embargo, no significa que debamos sentarnos a esperar los “destellos brillantes” de un “golpe de suerte creativo”, proveniente de un factor externo que nos ayude a estallar en creatividad.

Como se ve en la vida de George R.R. Martin, no hace falta dinero ni grandes recursos para construir algo. Para ser creativos, solo requerimos una disciplina sin distracciones enfocada a nuestro objetivo. Sin embargo, ¿se puede entrenar la mente para agilizar esa característica innata?

 

Cómo entrenar la mente en creatividad

Las habilidades creativas están determinadas por la forma en que abordamos el proceso creativo: si lo hacemos con una mentalidad fija o con una mentalidad de crecimiento.

Las diferencias entre estas dos se describen en el audiolibro Mindset: La nueva psicología del éxito, de Carol Dweck.

Cuando usamos una mentalidad fija, consideramos que para abordar cualquier tarea solo contamos con talentos y habilidades inmutables. Con una mentalidad de crecimiento, por el contrario, sentimos que somos capaces de mejorar nuestras destrezas con práctica y esfuerzo.

Curiosamente, eso significa que enfrentar nuestras dudas y miedos y nuestra concepción del fracaso y el éxito, nos ayuda a ser más creativos.

Existen, por otra parte, muchas técnicas para ejercitar la creatividad, dependiendo del área donde sea requerida. Sin embargo, la siguiente estrategia ofrece cinco pasos para mejorar el proceso de conexión creativa de manera general:

 

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Paso 1: Darse permiso para hacer basura

A veces los escritores solo logran una buena frase en medio de cuatro o más páginas de material inservible. Sin embargo, permitirse hacer mucho material pobre es la forma de permitir que tu cerebro se libere de la tensión que produce la obligación (propia o impuesta) de producir algo de calidad.

Crear algo útil y convincente es como ser un minero encontrando una pepita de oro a través del tamizado de muchas rocas y tierra. Las piezas brillantes saldrán a flote en ti solo si te das permiso para equivocarte, cometer errores y buscar el camino de distintas maneras.

Paso 2: Creer en un horario

Practicar tu oficio de forma consistente y constante es la única manera de llegar a la genialidad creativa. La persona que se dedica todos los días a su oficio, independientemente del resultado, está aprendiendo a hacerlo mejor. Esta será su oportunidad de concebir conexiones únicas y fascinantes.

Si quieres realizar un trabajo creativo, entonces no te quedes esperando un golpe de suerte. Establece un horario para practicar rutinariamente aquello que deseas. Tendrás mucha más probabilidad de conseguir un momento de éxito mientras mayor frecuencia y regularidad pongas en la práctica de algo.

Paso 3: Terminar

Oblígate siempre a culminar lo que inicias, incluso si no te convence lo que has hecho. Tampoco te quedes eternamente en la fase de investigar, planear y prepararte. No importa si el resultado es bueno o malo: llega al final. Solo necesitas probarte a ti mismo que eres capaz de producir algo.

Ninguna tarea creativa puede existir sin eso. Ya mencionamos que los momentos “eureka” están rodeados de mucha disciplina.

No hay empresarios artistas, científicos o deportistas que hayan alcanzado la fama realizando su profesión u oficio a medias. Deja de debatir lo que debes hacer y simplemente haz algo. Las reflexiones sobre la calidad de lo que has logrado vendrán después.

Paso 4: No juzgarse

Cualquiera que busca crear algo de manera consciente comenzará a dudar y a prejuzgarse. Este proceso es natural. Es normal sentirse decepcionado de que tu creación no llene las expectativas iniciales, o sientas que te estancas en ese oficio o labor que desempeñas.

Es señal de que todavía te importa y de quieres hacer algo valioso y original. La clave está en no dejar que tu descontento te impida seguir haciendo esa actividad.

Practica la autocompasión para no dejar que la baja autoestima se apodere de ti. Es normal que evalúes lo que haces, pero no te vuelvas tan perfeccionista que no puedas aceptar tus errores y te impidas avanzar hacia tu meta.

Paso 5: Rendir cuentas

El final de todo trabajo creativo radica en compartirlo públicamente. Proporcionará la retroalimentación que permitirá seguirlo mejorando. Cuando veas a otros inspirados y tocados por lo que tú has creado, sentirás la fuerza para continuar adelante. Además de que las críticas constructivas servirán para limpiar tu producto de errores.

Compartir un logro creativo te permite encontrar personas que creen las mismas cosas que tú, que están entusiasmadas con lo mismo y que apoyan el trabajo en el que crees. ¿Existe algo mejor que la validación de nuestras creaciones?

El mundo necesita de gente que revolucione mentes y corazones. Lo que a ti te parece sencillo, a menudo es brillante e inspirador para alguien que lo descubre. ¡Pero nunca lo sabrás si no te arriesgas a compartirlo!

 

Formas adicionales de desarrollar la creatividad

Existen algunas indicaciones generales que puedes probar para estimular tu creatividad. Las mismas están basadas en experiencias de trabajo de personas que pasaron a la historia.

Por, ejemplo, el novelista victoriano Anthony Trollope practicaba la Rutina de lo Quince Minutos para desarrollar buena parte de su prolífica obra. Aunque muchas veces extendía sus sesiones durante horas, el escritor se colocaba delante de un reloj para obligarse a escribir al menos durante ese período, consciente del tiempo que iba transcurriendo.

Cuando acababa el cuarto de hora, tenía un mínimo de 250 palabras que le fueron garantizando novelas, libros de no ficción, historias cortas, cartas y los demás géneros en los que trabajó.

Con este esquema se demuestra que la falta de tiempo no es una excusa para trabajar y ser creativos.

Como se dijo al principio, la estrategia de limitarse y crear parámetros concretos contribuye a incrementar las capacidades creativas de nuestra mente.

En otras áreas además de la literaria, también se comprueba que los límites resultan retadores para producir resultados creativos. Por ejemplo, los diseñadores crean mejores diseños a escala cuando usan lienzos pequeños de siete a doce centímetros.

Esto se debe a que la falta de recursos (tiempo, espacio, palabras, entre otros) nos obliga a ver los elementos de que disponemos de forma diferente y a establecer relaciones ingeniosas entre ellos para obtener los mismos resultados que si tuviéramos facilidades en abundancia.

En los negocios, esta estrategia es indispensable para triunfar en la venta de los productos y servicios. Una solución creativa a un problema puede traducirse en un ahorro significativo de dinero, personal o materiales.

 

Conclusiones

La creatividad es un proceso y no un golpe de suerte que debemos sentarnos a esperar. Hay que estimular el ingenio desarrollando nuevas relaciones que superen las barreras mentales y los bloqueos internos. Y el primer obstáculo que hay que vencer es la idea de que no somos creativos. Todos nacemos con esta capacidad, porque es innata en el ser humano. Solo que requiere el compromiso de mejorar a través de la práctica y el aprendizaje.

 

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