Además de sentir la gratitud, es importante expresarla con palabras y hechos, dando gracias a Dios y a los seres humanos que día a día y en infinidad de maneras contribuyen a nuestro bienestar, crecimiento y felicidad. Cuando expresamos a las demás personas nuestro agradecimiento, reconocemos su valor en nuestra vida, les damos la alegría de sentirse útiles y estimulamos en ellas lo que realmente contribuirá a su felicidad: el deseo de dar y servir.
Cristina Jaramillo Lopera
Autora de Gratitud día a día
La gratitud es una virtud que no sólo permite reconocer las bendiciones que nos otorga la vida y honrar a las personas con las que nos relacionamos. También es un ejercicio de sanación, perdón y liberación para uno mismo.
Cuando dejamos de sentirnos molestos, heridos o culpables por algo que ocurrió en el pasado a través de la práctica de la gratitud, logramos vivir plenamente en el presente, con alegría y motivación, desechando los miedos y enojos.
Por supuesto, lograr ese nivel de aceptación de los eventos y personas dolorosas de nuestro pasado no es fácil, pero es justo ahí cuando la gratitud se transforma en una enseñanza. Y para poder alcanzar ese estado es necesaria la práctica.
En primer lugar, hay que entender que el agradecimiento es un medio para liberarnos de personas y situaciones del pasado que nos hacen sentir atados.
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Debemos decir que esa atadura es sólo un sentimiento, porque la mayoría de las veces somos nosotros quienes insistimos en mantener vivo el vínculo, sin importar que se vuelva tóxico. Eso es normal, porque se trata de gente que ha sido importante para nosotros y no queremos dejarlas ir.
Cuando una relación ha fracasado, o una experiencia ha sido difícil, tendemos a culpar al otro y decir que nos hicieron daño.
Culpar y decidir si perdonar o no un daño equivale a realizar un juicio de cada experiencia y persona en nuestras vidas. Esto trae un peso emocional enorme y más cuando nos sentimos jueces de personas tan significativas como, por ejemplo, los padres, las parejas sentimentales o los amigos.
En cambio, no hay cargas emocionales negativas cuando vemos el pasado desde la gratitud, porque logramos cerrar la relación a través del poder del amor. De este modo sólo hay repercusiones positivas para nuestro estado mental, espiritual y hasta energético.
Entonces, ¿cómo logramos cambiar de la mentalidad de la culpa y el perdón a la de la gratitud?
La gratitud como hábito
Convertir el agradecimiento en un hábito se logra tomando conciencia de su importancia y practicándolo diariamente y de forma progresiva.
Es como cambiar las malas costumbres al comer por una buena alimentación: al inicio es complicado dejar los alimentos procesados y los dulces; incluso hay que vencer patrones de comida psicológicos y sociales. Pero una vez que se vuelve un hábito, ya no se requiere hacer ningún esfuerzo o sacrificio para comer sanamente.
Con la gratitud, al principio hay que esforzarse para tener humildad, usar un lenguaje positivo, encontrar razones por las cuales agradecer y desapegarse de ideas erróneas que parecen naturales, pero que nos han estado enfermando física y emocionalmente.
Practicar los siguientes ejercicios, sin embargo, te llevarán progresivamente a convertir el agradecimiento en algo normal en tu vida.
Cómo empezar a ejercitarte en la gratitud
Según Ricardo Perret, para experimentar gratitud por tu pasado y tu presente es esencial que entiendas estos conceptos:
- Las decisiones que has tomado a lo largo de tu vida crearon el escenario para todas las experiencias que tuviste y por las que estás pasando actualmente.
- No siempre vas a entender por qué te ha sucedido algo, pero lo que importa es que en todo lo que vivas encuentres una lección para ti, que te haga crecer.
- Tú eres hoy alguien mejor o más fuerte a causa de todo lo que te ha ocurrido. Por lo tanto, debes pensar que todo tenía que suceder así y que esas experiencias fueron una bendición para ti.
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Luego, necesitas saber que sólo la repetición te llevará a convertir la gratitud en un hábito. La neurociencia explica que se requiere aproximadamente de 21 días de repetición ininterrumpida para convertir una actividad en una costumbre y que no sea vencida por la pereza, la falta de atención o energía, el aburrimiento o el cansancio.
Puedes empezar con estas actividades diarias para integrar el agradecimiento a tu rutina:
- Da gracias a la naturaleza por los alimentos que te provee, justo antes de comerlos.
- Antes de dormir, dedica unos pensamientos o palabras verbales o escritas, a tus padres, por haber sido el medio para que llegaras al mundo. No importa que tu relación con ellos no sea buena o hasta inexistente; igual es un hecho que ellos te dieron la vida.
- Toma unos segundos cada día para agradecer el cuerpo que tienes y los sentidos de los que disfrutas.
- Sé agradecido con los desconocidos con quienes tienes contacto cada día: los empleados de los negocios, el chofer del bus, el compañero de asiento en el metro, los policías, la persona que tropieces en la calle; no importa la calidad del servicio que te ofrezcan o si discuten por algún motivo. Busca maneras de ser paciente y amable siempre.
- Piensa en el valor que agregan a tu trabajo diario, tus colegas, jefes, proveedores o clientes; incluso si la jornada laboral fue difícil.
- Date unos momentos para pensar en tus amigos, maestros o personas que quieres y están distantes de ti. Si no puedes hablarles, recuérdalos. Si es posible, llámalos o escríbeles sólo para hacerles saber que están en tu corazón.
- Agradece a Dios o a la vida cada mañana por tener un día más y darte oportunidades para ser feliz.
Después de los 21 días en que practiques constantemente estas formas de agradecimiento, empezarás a ver las experiencias difíciles de tu pasado de manera distinta, con menos ira, dolor o miedo. Intenta entonces analizarlas como un aprendizaje que te ha ayudado a avanzar.
Incluso esas experiencias por las que te sientes culpable no serán tan negativas desde el ángulo de la gratitud. La culpa es un instrumento de tu mente para llamar tu atención sobre algo importante que quiere dejarte una lección.
Una vez que entiendas esa lección y puedas dar gracias por esa experiencia, la culpa desaparecerá, pues su misión se habrá cumplido.
Otra recomendación para poner en práctica el agradecimiento es incorporar ideas de gratitud en tus meditaciones u oraciones.
Nos hemos acostumbrado a sólo pedir cuando oramos, pero en realidad deberíamos hacer más que pedir y prometer cambios para que eso que pidamos se haga realidad. También la oración y la meditación son los momentos ideales para expresar gratitud por todo lo que recibimos a diario.