El año 2020 nos ha dejado marcas imborrables. Sabíamos de las pandemias sólo por los libros de historia, pero nunca habíamos experimentado las consecuencias médicas, sociales y psicológicas que implica evitar que un virus potencialmente mortal se esparza.
A pesar de que las vacunas contra el Covid-19 ya están en camino, la experiencia del distanciamiento social no permitirá que las personas vuelvan a actuar como antes. Sin embargo, la «nueva realidad» no tiene por qué ser tan pesimista.
La pandemia definitivamente alteró nuestra forma de relacionarnos con las personas y las costumbres que implican riesgos para la salud. Por eso tendremos nuevas actitudes (unas positivas y otras negativas) como resultado de sobrellevar una enfermedad contagiosa a nivel global.
Algunos hábitos en esta «nueva normalidad» tienen que ver con extremar nuestras medidas de higiene, eliminando o cambiando cosas que antes eran normales y rutinarias.
Sin embargo, no sólo nuestra existencia individual va a a ser distinta. Las autoridades también impondrán modificaciones en algunas formas de vivir colectivas para hacer más difícil el contagio de futuras enfermedades.
Para ello se están contratando servicios de empresas que con una mentalidad creativa están desarrollando innovaciones en actividades sociales tales como el entretenimiento, la forma de trabajar o de consumir.
Veamos cuáles serán estas nuevas actitudes que formarán parte de nuestra vida en el mundo postpandemia.
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Seremos más desconfiados
Desde tomar la decisión de aplicarse la vacuna contra el Covid-19, aun cuando no está confirmada su seguridad a largo plazo, hasta las noticias dudosas de los gobiernos y las autoridades mundiales de salud, las personas se están volviendo más escépticas a confiar en las informaciones y recomendaciones oficiales o en las noticias.
Junto a esta desconfianza, las fake news que abundan en las redes sociales han hecho de los medios de comunicación una fuente poco segura de información.
En consecuencia, en el futuro seremos más acuciosos en buscar la verdad tras los anuncios y dudaremos sobre si acatar o no las indicaciones de los organismos estatales.
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Será más común la hipocondría
Ver las consecuencias de un contagio global nos ha hecho entender lo importante que es cuidar nuestra salud externa e interna y extremar las medidas de higiene por temor a contaminarnos o enfermar a un ser querido.
Los saludos, sobre todo en los países latinoamericanos, dejarán de ser tan efusivos y ya la gente rechazará placeres colectivos como compartir con extraños en barras y comedores, consumir alimentos en los bufés y asistir a conciertos o eventos de multitudes.
Este riesgo de contagio en las actividades grupales hará que veamos a las demás personas como un peligro potencial para nosotros y nuestra familia. En consecuencia, nos interesará cada vez menos los contactos interpersonales.
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Habrá más agorafobia
El deseo de salir y estar en actividades públicas ya no será tan atractivo, incluso después que se suspendan las medidas de distanciamiento social.
Algunos se habrán acostumbrado a disfrutar en entornos más pequeños y seguros; a evitar traslados innecesarios por apatía o miedo a exponer su salud en un transporte público; y verán los lugares cerrados o muy concurridos como foco de posibles enfermedades.
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Lo digital se volverá parte de la rutina, es especial en sectores donde había resistencia a la modernización
El temor al contacto interpersonal traerá como consecuencia la priorización de las actividades digitales, incluso donde todavía era rechazado o poco común. En algunos países todavía es considerado difícil supervisar el teletrabajo de los empleados.
Ahora, no sólo las reuniones por videoconferencia sustituirán sesiones y viajes para convenciones, sino que pocas empresas requerirán asistencia presencial.
Evidentemente, los niveles de ciberseguridad aumentarán en este mundo digital donde se trasmitirá mayor cantidad de informaciones confidenciales.
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Nos adaptaremos a las innovaciones
La pandemia demostró que la sobrepoblación es un problema que dificulta el control de las acciones de las masas. Instituciones como la Universidad de Cambridge están haciendo estudios sobre cómo reducir los contagios cuando las medidas de seguridad se relajen. Sus conclusiones se aplicarán para controlar futuros brotes de enfermedades.
Mencionan que se volverán comunes, por ejemplo, las palancas para abrir las puertas con el pie en los espacios públicos (nos harán recordar los inodoros con descarga a pedal, aunque todavía no son de uso común en los sanitarios del mundo) y también habrá más autocines.
Las reglas de desinfección se volverán una etapa más del protocolo de acceso a edificios o a aeropuertos.
Las grandes torres de oficinas empezarán a disminuir por el crecimiento de la fuerza de trabajo remota. Las compañías están viendo la reducción de costos en la adquisición de inmuebles, mobiliario y material de oficina y los empleados deberán adaptarse a crear espacios en sus hogares y adquirir material para esta modalidad de trabajo.
En materia tecnológica, muchos más aparatos empezarán a funcionar mediante reconocimiento de voz, es especial los que son compartidos en las oficinas. También los eventos como obras de teatro o recitales harán muchas de sus presentaciones en streaming, y hasta se fomentará el turismo virtual para disminuir el uso de viajes. Los especialistas llaman a esta nueva costumbre «vida virtual animada».
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Aumentará el consumo a distancia, pero también la administración de los recursos
Si bien las personas mayores o las discapacitadas usaban el sistema de compra a distancia con envío por necesidad, quienes empezaron a consumir de este modo por la pandemia se habrán adaptado a él y continuarán usándolo en el futuro. Tomemos en cuenta que el tiempo para estar fuera de casa por causa del teletrabajo empezará a ser menor.
Por este motivo está floreciendo una nueva modalidad de empleo: el de repartidor a domicilio, y se incrementará la aplicación de nuevas tecnologías relacionadas con los vehículos autónomos para trasladar productos, como los drones. Amazon ha sido un pionero en esta realidad.
La crisis económica producto de la cuarentena, por su parte, motivará a la gente a ahorrar más, evaluando cada gasto, estimulando un modo de vida low cost e intentando aplicar estrategias de reparación y reciclado de bienes para evitar nuevas compras.
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Reconoceremos la importancia de trabajos y oficios que antes eran subestimados
De nuevo, esta mala experiencia nos enseñará el valor de los trabajos esenciales que solíamos subestimar. Hemos visto que si alguno de estos sectores se detiene colapsaríamos: transportistas y vendedores de alimentos, repartidores, recogedores de basura, personal de limpieza, taxistas y transporte público y, por supuesto, todo el personal relacionado con la atención a la salud.
Además de haber aprendido que ningún trabajo es insignificante, estamos viendo cómo las situaciones inesperadas pueden crear nuevas necesidades y trabajos que a veces ni siquiera existían.
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Daremos más atención al balance entre nuestra vida privada y colectiva
El distanciamiento social nos enseñó la importancia de las relaciones con familiares y amigos. En ocasiones nos planteó retos de convivencia durante largas horas con compañeros de vivienda o de tiempo en soledad.
Con los cambios en las dinámicas laborales, muchos están apreciando más el trabajo en equipo y el apoyo de los compañeros para lograr los objetivos, tanto si la modalidad es presencial como en el trabajo a distancia.
Igualmente, la búsqueda de seguridad en medio de la pandemia nos ha llevado a solicitar y recibir apoyo de nuestros vecinos y conocidos, como una medida de protección y autocuidado.
Por último, las empresas que han realizado acciones solidarias durante la cuarentena han sido recompensadas por los consumidores y las que han expuesto a sus trabajadores al peligro han sido censuradas por esta actitud.
Debemos tomar conciencia de que es natural el miedo a correr riesgos durante la pandemia. Algunas personas lo han manejado mejor que otras, pero es evidente que el mundo experimentará cambios individuales y colectivos en su forma de vivir. La «nueva normalidad» no será un momento al que llevaremos sino un proceso de adaptación que será más prolongado de lo que esperábamos.