No Repitas Más Tu Canción Preferida Sin Antes Leer Esto

Todas las personas en el mundo con el don de oír disfrutamos de la música. Incluso, quienes carecen de él también encuentran modos de percibirla e interpretarla. Y, sin duda, cada quien tiene su canción preferida y algún género con el cual se siente identificado.

Entonces, ¿sería posible que esa melodía que repetimos mentalmente mientras vamos al trabajo o que canturreamos cuando lavamos los platos nos haga daño? Antes de responder, analicemos la importancia en nuestra vida y salud de este lenguaje que muchos llaman «universal».

 

La música y sus beneficios

La música es una de las manifestaciones culturales más importantes del ser humano. Los grupos sociales de la Prehistoria ya entonaban melodías y marcaban ritmos con las palmas e incipientes instrumentos de percusión para alabar a sus dioses, comunicarse y, por supuesto, entretenerse.

Precisamente, la música fomenta las relaciones y habilidades sociales. En la mayoría de los pueblos, los cantos y bailes constituyen parte de la cotidianidad así como de eventos especiales, por ejemplo, una fiesta o una boda. Esto se debe a que facilitan las conexiones interpersonales y mejoran nuestro estado anímico.

Además, el arte musical también cumple con una importante función en el desarrollo cognitivo. Nos ayuda a adquirir el lenguaje y el desarrollo psicomotriz, colabora con el pensamiento lógico matemático y potencia la inteligencia emocional. Estudios de la universidad de Harvard han comprobado que tocar un instrumento, cantar o practicar danza activa ambos hemisferios y en general mejora todas las funciones del cerebro, ya que este se ve retado en términos de concentración, disciplina y memoria.

¿Qué más necesitamos saber para reconocer el valor de la música en nuestras vidas? Pues bien, que además tiene el poder de alterar nuestro cuerpo físico.

Una obra musical beneficia sistema inmunológico, ya que produce una experiencia emocional profunda que, cuando potencia sentimientos de ánimo y la alegría, promueve en el organismo la secreción de hormonas como la dopamina y la endorfina.

A juicio del maestro Don Campbell, los propios sonidos tienen efecto sobre las células y tejidos corporales. Al fin y al cabo, el sonido es energía, se desplaza en ondas y se mide por su volumen  y frecuencia. Campbell considera que el cuerpo absorbe esa energía como lo hace con otras, modificando la presión arterial, la respiración, el pulso cardíaco, la tensión de los músculos y los ritmos internos.

Por lo tanto, ¿qué ocurre cuando escuchamos canciones con significados tristes, deprimentes o angustiantes? ¿Qué ocurre si su ritmo nos hace sentir estresados o su melodía es melancólica?

 

Cuando la música no nos hace tanto bien como pensamos

 

Después de tocar Chopin, me siento como si hubiese estado llorando por pecados que yo nunca cometí, lamentando tragedias que no son mías.

Oscar Wilde

 

Algunos consideran que la música es un «lenguaje universal» porque sus elementos, melodía, ritmo y armonía, responden a órdenes matemáticos aceptados colectivamente. Sin embargo, cuando nos alejamos de la cultura occidental, e incluso hasta en ese contexto geográfico, no todos pueden deleitarse por igual con la misma pieza, y hasta incluso la encontrarían desagradable, monótona, aburrida o molesta.

Esto se debe a que, de la misma manera que todas las lenguas del mundo son posibles gracias a la capacidad humana de desarrollar el lenguaje, todas las músicas del mundo son resultado de la musicalidad humana. Y ese es el mayor elemento unificador que percibimos en ellas, no la necesidad de una misma apreciación cultural.

 

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Sin embargo, así como la música comparte esas propiedades comunicativas, cognitivas, sociales y hasta curativas, hay un elemento desfavorable a considerar: las composiciones que escuchamos producen sentimientos positivos, pero también puede llevarnos a experimentar tristeza o depresión, e incluso a crear patrones de pensamientos negativos. Entendamos por qué.

 

La música, las emociones y la PNL

Steven Mithen decía: «Incluso cuando escuchamos música hecha por instrumentos en lugar de la voz humana, tratamos la música como una persona virtual y le atribuimos un estado emocional y, a veces, una personalidad e intención».

Cuando escuchamos una obra musical sentimos que la entendemos, aunque no haya interpretación. Se puede decir que ella subjetivamente consigue comunicar emociones sin referencias, simbologías o convenciones. Es emoción pura y el cuerpo no distingue su origen. Es decir, las lágrimas que alguien derrame de tristeza escuchando una canción o por haber terminado con su pareja activarán por igual un aumento de los niveles de  serotonina, cortisol o noradrenalina, algunas de las hormonas asociadas a la depresión.

Si nos acostumbramos a escuchar con frecuencia piezas que nos hagan «fabricar» sentimientos melancólicos en nuestro organismo, estaremos sufriendo los efectos físicos de la depresión y el dolor sin que haya sucesos que los motiven: un duelo, una separación, un fracaso, la pérdida del empleo

Por otro lado, la Programación Neurolinguística, que asegura la existencia de una conexión entre los procesos mentales y el lenguaje, explica que utilizar incorrectamente nuestros sentidos nos lleva a crear patrones contraproducentes. Inclusive, la PNL considera que las personas «auditivas» perciben y procesan mejor su entorno con lo que escuchan, por encima de sus otros sentidos.

La PNL estudia en general la influencia de las palabras sobre la mente y el sistema nervioso, así como de los «patrones lingüísticos» que formamos de manera inconsciente. Algunos de esos patrones pueden formarse en las letras de las canciones y el poder que les damos al repetirlas.

Cuando las madres y las abuelas entonan la frase: «Duérmete mi niño, duérmete mi amor, / duérmete pedazo de mi corazón» están trasmitiendo una orden neurolingüística al bebé y la hacen llegar a su cuerpo a través de palabras cariñosas y de la energía musical.

Ahora, considerando lo anterior, piensa en lo que puede programar tu mente y tus emociones cuando cantas, imitando la voz desgarradora de Shakira: «Si te vas, si te vas, si te marchas / mi cielo se hará gris. / Si te vas, si te vas, ya no tienes / que venir por mí (…) Nada ahora puede importar / porque sin ti / el mundo ya me da igual».

Debemos estar atentos, por lo tanto, al mensaje de las canciones, pues nuestra psique las evalúa sencillamente como afirmaciones y sentimientos reales, aunque solo sean composiciones líricas que buscan expresar el arte de la música. Mediante esta se activan profundos procesos emocionales y mentales que pueden favorecernos o perjudicarnos si no estamos conscientes de su poder.

Así que piensa detenidamente en las canciones y el tipo de música que disfrutas y si no te sientes en tu mejor momento, intenta escoger melodías y letras que te activen de manera positiva.

 

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