La timidez es una de las características personales más limitantes en el desarrollo de la socialización. No debería ser considerada un defecto, pero sí un rasgo de la personalidad vinculado tanto con el temperamento como con las experiencias vividas en la infancia y la juventud.
Las personas tímidas suelen tener una percepción negativa de sí mismas y una preocupación excesiva por sus propios sentimientos, pensamientos y reacciones. También manifiestan mucha incomodidad en situaciones sociales donde deben interactuar con otros o dirigirse a una audiencia. El creador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg, es un buen ejemplo de ello. Según quienes lo conocen, es tímido e introvertido, además de poco afectuoso con la gente. Por lo tanto, se vuelve más significativo que alguien como él haya concebido una plataforma digital para interactuar con los demás, pero desde la distancia y seguridad que brindan una pantalla y un teclado.
Precisamente, la timidez no implica falta de interés por las relaciones sociales. Todo lo contrario: los tímidos las desean, pero se sienten muy limitados. Incluso existe una paradoja: personas famosas, idolatradas por la sociedad, también experimentan vergüenza y angustia al enfrentarse a sus admiradores. ¿Quién creería que detrás de las extravagancias de Lady Gaga hay una mujer tímida? También es el caso de la hermosa Keira Knightley o de los talentosos Steven Spielberg y Bill Gates.
Las personas tímidas conocen el malestar que les provoca enfrentarse al público: la impresión de estar siendo juzgados, el temor de quedar en ridículo, la incapacidad de defender sus opiniones y derechos o de imponer su autoridad. Agatha Christie, por entonces una mujer mayor y mundialmente reconocida, fue incapaz de explicar quién era ella para sacar de su desconocimiento al portero de una recepción realizada en su honor. Por esta razón, él le impidió entrar y ella terminó escuchando el discurso desde afuera del recinto.
Esa es una de las tantas consecuencias negativas de ser tímido, a las que podemos sumar el tener menos éxito laboral a pesar del talento y limitar el círculo de conocidos, lo que conduce a la soledad y, peor aún, a la depresión. También la dificultad para defender los derechos propios o expresar libremente los intereses, gustos y necesidades. En consecuencia, la timidez puede conducir por el camino de la baja autoestima.
Para evitar lo anterior, existen habilidades sociales que ayudan a desarrollar las actividades cotidianas con éxito. No hay que olvidar que el ser humano es comunicativo por naturaleza. Desde el principio de los tiempos, la comunicación le permitió aliarse con sus semejantes y, en consecuencia, subsistir.
Las habilidades sociales son las que permiten la interacción con los demás, de forma proactiva y colaboradora. Se manifiestan tanto en la comunicación verbal como en las diferentes variantes no verbales, las cuales debemos entender para poder usarlas e interpretarlas apropiadamente.
Es evidente que en la medida que sepamos manejarnos de forma más fluida con los demás, se nos facilitará nuestra vida cotidiana. En caso de que nos pidan un favor, necesitemos ayuda, debamos discutir por un desacuerdo o un derecho, o demos un discurso, las habilidades sociales serán las que nos permitirán convivir en armonía. Además tendremos beneficios adicionales tales como un mejor desarrollo académico y laboral, más relaciones de calidad, buen trabajo en equipo, mayor felicidad y una mejor calidad de vida.
Si no adquiriste habilidades sociales durante tu juventud o consideras que debes perfeccionar este aspecto, aquí tienes unas excelentes y sencillas herramientas que te ayudarán a salir del círculo vicioso de la timidez.
1. Empieza de a poco
No es fácil desprenderse de la timidez. Al principio, se puede experimentar mucha torpeza en las interacciones. La forma más conveniente de comenzar es buscando espacios y personas con las que te sientas seguro. Mantente atento en conversaciones familiares o de grupos pequeños y participa cuando sientas que puedes aportar algo interesante. Progresivamente podrás entablar diálogos con pocas personas.
2. Realiza preguntas abiertas, en especial las que llevan al interlocutor a hablar de sí mismo
Esta es una estrategia poderosa. Cuando no ha surgido un tema entre los hablantes, es fácil caer en preguntas cerradas o de respuesta simple (sí o no), que matan la conversación. Por otro lado, la persona tímida teme cometer imprudencias o errores, volviéndose parca en sus contestaciones.
La mejor solución es que hagas preguntas que inviten a los interlocutores a responder extensamente. Y como a la mayoría le gusta hablar sobre sí misma, consulta en cuanto a gustos, logros y trabajos. Así no sentirás tanta presión, podrás seguir interrogando o intervenir cuando encuentres un tema con el que te sientas cómodo.
3. Identifica los canales de comunicación
¿Has discutido alguna vez por mensajes de texto? ¿Alguien ha malinterpretado tus comentarios en Facebook? ¿Has notado lo larga que se vuelve una carta explicativa sobre cualquier pequeño problema?
Por eso es importante pensar en lo que deseas transmitir y a quién para luego escoger cuál es el medio más apropiado para comunicarlo: por vía escrita o telefónica, personal o virtual, etc. De este modo habrá menos errores y necesidad de aclaratorias que te hagan sentir aprehensivo.
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4. Aprende a escuchar
Saber escuchar es un arte que debes manejar. A la gente le encanta sentirse oída y comprendida y ser un buen oyente puede convertirse en una cualidad muy atractiva que te ayudará a establecer conexiones más estrechas.
Si puedes escuchar lo que dicen otras personas, y no solo esperar tu turno en la conversación, reducirás tu nivel de ansiedad social por la timidez, evitarás cometer errores vergonzosos, no te quedarás sin frases para continuar y mejorarás tu capacidad de crear vínculos emocionales que antes te resultaban imposibles.
5. Respeta las opiniones de los demás
Hay temas muy controvertidos (en especial, la política y la religión) en los que nuestros puntos de vista y posiciones están muy arraigados a lo que somos y nos enseñaron. Por ello, es importante reconocer que las otras personas tienen también una perspectiva firme sobre los mismos asuntos y sus opiniones surgen de una experiencia que desconocemos.
Aunque estés en desacuerdo con las ideas de los otros, nunca pasarás por una situación socialmente vergonzosa si respetas las opiniones de los demás y te tomas el tiempo de analizarlas.
6. No seas pasivo ni agresivo
Trata de mantenerte centrado cuando interactúes con las personas, es decir, comunícate exponiendo y defendiendo tus ideas pero siempre respetando las de los demás. Si te vas a los extremos, puedes caer en la pasividad, donde eres incapaz de luchar por tus opiniones y terminas quedando anulado por terceros. O en el otro extremo, la agresividad, en la que tu lucha contra tu timidez y el deseo por defender tus puntos de vista te empujan a defenderte agresivamente, pasando por encima de los demás.
Si logramos ser asertivos, nos proyectaremos de forma más inteligente y conseguiremos construir mejores relaciones.
7. Sonríe
Este comportamiento es fácil, bien recibido por todo el mundo, te hará sentir mejor, incluso en un mal día, y hasta te hará lucir atractivo. Cuando quienes te rodean vean tu sonrisa, experimentarán una sensación positiva que luego asociarán instintivamente contigo.
Las personas se sienten atraídas por la gente que sonríe y le sonríen a su vez. Esto hace que las relaciones sociales se vuelvan mucho más sencillas.
No te esfuerces por mantener una sonrisa permanente, ya que la falsedad también se nota, pero sí preséntate con alegría a las personas, cuando agradezcas por algo o como parte de tu respuesta a un comentario. La gente lo notará.
8. Evita la negatividad
Si lo piensas bien, ni tú mismo quieres a tu alrededor a alguien que para todo tiene un “pero” o que “para cada solución tiene un problema”. Si eres tímido y además acostumbras hacer comentarios negativos es probable que nadie te quiera cerca.
Si deseas mejorar tus habilidades sociales, debes tener una mentalidad positiva. Intenta siempre reservarte los comentarios pesimistas y buscar los aspectos buenos de cualquier situación.
9. Mantén el contacto visual
Una señal de respeto durante una conversación es mirar a la persona a los ojos. Si eres tímido, probablemente esta costumbre te resulte muy incómoda, pero debes empezar a practicarla de a poco.
Piensa que mirar a los ojos no significa solo ser educado, sino que da una mejor imagen de ti mismo: te verás como alguien con quien vale la pena hablar. Además te ayudará a darle importancia tanto al mensaje que estás emitiendo como al que recibes, evitando que ninguno de los que habla se distraiga por estar atendiendo algo más (el celular, por ejemplo).
10. Aprende a conocer y usar el lenguaje corporal
Ser capaz de leer el lenguaje corporal te ayudará a entender mejor a las personas y sentirte más seguro en medio de situaciones sociales. Sabrás cómo se sienten sin necesidad de que lo mencionen, lo que dará lugar a interacciones más saludables, positivas y duraderas.
En la red existe mucho material sobre el lenguaje corporal que vale la pena leer.
Tómate el tiempo para estudiar tus propios comportamientos e intenta buscar formas de hacerlos más atractivos o interesantes. Ya hemos mencionado un par: sonreír y mirar a los ojos. Piensa en cuáles otros necesitas practicar: caminar mirando al frente, saludar con apretón de manos firme, entre otros.
Finalmente, la mejor manera de vencer la timidez y tener habilidades sociales es confiar en sí mismo. Las personas que demuestran seguridad y lucen radiantes son mucho más atractivas. Si en vez de esto proyectan vergüenza u odio hacia ellas, es probable que reciban un rechazo natural.
La confianza es la clave para romper con la timidez, y poner en práctica estas sencillas habilidades sociales te ayudarán a triunfar en tu día a día.