Tu Basura Está Hablando Mal de Ti y Así lo Solucionarás

¿Te imaginas guardar por cuatro meses toda la basura que generas a diario? ¿Cuánto crees que podrías producir? ¿Lo suficiente para llenar un contenedor tú solo, por ejemplo? ¿O más?

El fotógrafo francés Antonie Repessé hizo este experimento, no por cuatro meses, sino por cuatro años, para poder generar un registro visual que alertara a la población sobre la cantidad y el tipo de basura que produce sin darse cuenta o preocuparse por las consecuencias.

Precisamente, para que la serie de fotografías, llamada #365 Unpacked, fuera más poderosa, separó sus desechos para convertirlos en temas de las imágenes (botellas, tubos de cartón o revistas y periódicos) y colocó a los modelos en actitudes relajadas y simulando que no los rodeaba nada alarmante. Así también simbolizó el estado de negación en que estamos con respecto al daño que producimos al medioambiente.

 

El problema

La cantidad y el tipo de basura que producimos dice mucho de nuestros malos hábitos de vida. Igualmente, lo que decidimos hacer con eso que convertimos en desecho. Porque hay que pensar que la basura no desaparece mágicamente cuando se la lleva el camión. ¿Has pensado adónde va? ¿Dónde termina? ¿Cómo puede perjudicar a los animales o a la naturaleza?

Incluso, analizar qué es y cuánto botas puede darte pistas sobre tu salud y costumbres. ¿Qué botas en materia de comida? ¿Hay muchos desechos orgánicos, o abundan las latas, envoltorios y recipientes de comida rápida? ¿Desperdicias cosas que otros utilizarían hasta el final? ¿Clasificas lo que botas para reciclar o arrojas todo a la bolsa sin importar qué podría salvarse?

Por otra parte, no sólo tú como individuo eres generador y partícipe en el tema de la basura cuando no te haces consciente y responsable de ella.

Los hábitos de desecho que practicas con tu familia también hablan de tu relación con este problema. Debes revisar la manera en que estás educando a tus hijos en cuanto a usar y botar, y analizar qué objetos estás permitiendo que existan en tu hogar de forma temporal, pero también de manera permanente, por aquello de la acumulación.

 

La solución

Si estas ideas te han alertado y quieres modificar tus hábitos de consumo y desperdicio, debes saber que no eres el único y ya se habla de un cambio de vida. Se denomina Economía Circular, que es la que busca que las materias primas se mantengan en la cadena de valor el mayor tiempo posible.

El objetivo ya no es como hace años practicar la cultura del reciclaje, sino generar menos basura mediante la estrategia ampliada de las 3 R: Reducir, Reusar y Reciclar.

¿Qué significa esto? Que mientras esperamos a que las empresas rediseñen su cadena de producción para que sus artículos no terminen como desechos, y los gobiernos se comprometan con las políticas de manejo efectivo y de eliminación de la basura, nosotros podemos hacer nuestra parte para tener un mundo mejor.

 

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Reducir

El centro de la crisis ambiental, y en muchos casos de nuestros problemas financieros particulares, es tener un modo de vida consumista. Porque para poder seguir consumiendo, es necesario que botemos lo que habíamos comprado y cambiarlo por algo nuevo. Así desechamos los teléfonos por otros con nuevas tecnologías, cambiamos de autos, ropa, juguetes, etc.

Para empezar a reducir nuestro consumo, debemos preguntarnos ante cada compra: ¿es necesario lo que voy a comprar? ¿Por cuánto tiempo lo tendré? ¿Su calidad lo hace duradero o desechable? ¿Tengo ya algo que lo sustituya en casa? ¿Dónde y cómo fue fabricado? ¿Cuánto contaminará cuando lo bote? Estas preguntas te ayudarán a tener hábitos de consumo razonado y dejar de «comprar por comprar».

Hay muchas opciones para evitar generar basura si somos conscientes. Evitar imprimir facturas y documentos que podemos ver de manera digital es uno de ellos; no comprar productos en envases de un solo uso, como las botellas de agua pequeñas; usar bombillos LED de larga duración, entre otros cambios, son algunas de las tantas estrategias que podemos implementar.

 

Reusar

La reutilización no le conviene a las industrias que fomentan el consumismo para sus productos. Constantemente somos llamados a tener artículos nuevos, más avanzados o mejorados, y se busca que reparar sea más difícil y costoso que comprar.

Por eso, debemos evaluar si lo que adquirimos va a ser duradero, si podremos repararlo para alargar su vida útil, si le servirá a alguien más y si podrá usarse para algo más cuando deje de cumplir su propósito original.

Pensar en estas cosas hará de nosotros compradores inteligentes. Mucha gente adquiere algo con base en su menor precio, sin entender que en un corto plazo deberá sustituirlo incurriendo en nuevos gastos. En cambio, hacer una inversión en algo duradero, que incluso pueda pasar de generación en generación, será un grano de arena para frenar la cultura consumista.

También piensa que buscar una segunda vida para nuestros objetos estimula nuestra creatividad e incluso nuestras habilidades artísticas si pensamos en convertirlos en artesanías. También cederlo cuando ya no lo necesites a alguien que pueda utilizarlo nos obliga a mantener los objetos en buen estado y tener mayor consciencia en términos de ayudar a otros.

¿Cuántos niños no pueden ser felices con un mismo juguete si enseñamos a nuestros hijos a cuidar y a ser agradecidos por lo que han tenido en sus vidas?

 

Reciclar

El reciclaje todavía no es un sistema perfecto ya que requiere de gastos de energía contaminante, así como los procesos de transformación de los materiales a veces generan subproductos no deseados. También implica una cultura de disposición de los desechos que no todas las personas conocen o no están dispuestas a destinar tiempo para organizar.

Sin embargo, no son acciones difíciles de desarrollar. Algunas son bastante sencillas, en especial con desechos tan contaminantes, como los siguientes:

– Las baterías deben acumularse en envases y cubrirles los polos de electricidad con una cinta adhesiva.

– El aceite usado debe acumularse en envases que queden herméticamente cerrados para poder llevarlos a los centros de reciclaje.

– El papel, el cartón, la madera, el metal y el vidrio son fácilmente identificables para dividir y llevar a los centros de reciclaje. El único requisito es que no tengan residuos ni grasa adheridos.

– Los plásticos se clasifican por número, y sólo los números 1, 2 y 4 son reciclables. Estas cifras aparecen en la parte inferior o posterior del producto, dentro de unas fechas en forma de triángulo. El plástico número 3 llamado PVC o vinil es altamente tóxico y lamentablemente no se puede reciclar. Lo importante de saberlo es que podemos empezar a reducir su uso.

– La basura orgánica, que son los restos de comida, se puede utilizar para hacer composta o abono.

 

Afortunadamente, se está desarrollando una cultura en las grandes corporaciones que están abogando por la sustentabilidad y la reducción del daño ambiental. Ciertamente, en materia de volumen de desechos, su marca en la naturaleza es mucho más significativa que la nuestra.

Sin embargo, está en nosotros como consumidores la obligación de solicitar un cambio de actitud con respecto al consumismo, y eso lo logramos implementando hábitos sustentables en nuestros hogares.

Tomemos conciencia, seamos consumidores inteligentes, reciclemos y busquemos maneras para vivir en un mundo mejor.

 

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