Libérate de un Enamorado Obsesivo. Técnica Fácil y Efectiva

En algún momento de la vida todas y todos hemos tenido que lidiar con un enamorado o una enamorada obsesivos. No solo suelen presentarse en la época escolar o universitaria, cuando algunas personas todavía son muy inmaduras para tolerar el rechazo. También ocurre durante la adultez, por otros motivos, como la soledad, entender mal el juego de la atracción u presentar otros conflictos no superados con respecto a las relaciones amorosas.

Lidiar educadamente con los seductores insistentes es sumamente incómodo. A veces se trata de amigos que consideran que “pueden dar el siguiente paso” con nosotros, por lo que buscan intensificar el trato. Nos invitan a cenar o a un café con demasiada frecuencia, insisten en ayudarnos en todo o participan en cada una de las publicaciones de nuestras redes sociales.

Si en cambio es un nuevo conocido que ha quedado prendado de nosotros, pero no resulta de nuestro agrado, veremos por ejemplo que no nos deja caer en el olvido. Por medios casi “detectivescos” consiguen nuestro número telefónico personal o del trabajo y se aparecen tanto ahí como en cualquier lugar que visitemos con frecuencia.

Precisamente, los enamorados obsesivos no parecen entender que el asunto del agrado ha surgido de forma unilateral. No evalúan si la atracción que sienten es recíproca ni captan que nuestro trato socialmente apropiado a duras penas enmascara cuánto nos incomodan sus avances.

Cuando la gente piensa en el término “obsesión” imaginan en general a individuos enfermos como el profesor destructivo de El Ángel Azul, o a los fans maníacos interpretados por Antonio Banderas en Átame y Katy Bates en Misery. Pero no siempre se trata de casos así.

La mayoría de las veces nada más son buenas personas que no entienden las fórmulas convencionales del rechazo. Si buscáramos un personaje para comparar, podríamos mencionar al simpático pero fastidioso zorrillo Pepe le Pew de los dibujos animados infantiles.

Al igual que él, los enamorados obsesivos tienen una tenacidad inquebrantable, se empeñan en perseguir al objeto de su pasión, son incapaces de interpretar las reacciones negativas de la otra persona y parecieran no cansarse de ser rechazados una y otra vez.

Las víctimas de este amor anómalo quisieran conseguir una técnica eficaz y poco dolorosa para salir de esta pseudorrelación. Hay quien intenta de buena manera decirle al otro que no le interesa nada romántico; está el que rechaza todas las ofertas y propuestas “para lograr cansar” al enamorado y el que finalmente opta por presentarle otro interés amoroso (real o fingido) con el fin de desilusionarlo.

Estos métodos para “desenamorar” al obsesivo tienen un porcentaje de éxito parcial. Esas personas pueden escuchar las palabras, pero su mente lo traduce en: “No me quieres ahora, pero solo tengo que seguir insistiendo”. Las otras opciones juegan al desgaste emocional. Sin embargo, hay que recordar que la obsesión alimenta una fuerza ilógica que llega a que sea difícil vencer por cansancio al enamorado.

Obviamente, luego de técnicas como las anteriores se puede buscar acciones más radicales que rompen las normas de las buenas costumbres: pedirle a la persona obsesiva que no nos trate más; o incluso buscar a alguien que amenace con tomar medidas contundentes (si es muy joven, los padres, y si es una mujer, algún hombre que infunda respeto o temor).

 

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Incluso, hay quien opta por acusar al obsesivo con las autoridades, a pesar de que no llega a tratarse de un acosador en la descripción patológica del término. La policía suele llevar el caso a instancias menores como la mediación y la advertencia formal de alejamiento. Sin embargo, también es una situación muy desagradable a la que nadie desea llegar.

Además, el problema es que, en cualquiera de estos intentos de alejamiento, hay un factor que resulta estimulante: rechazar o poner impedimentos (mediante personas o leyes) solo hace que el otro perciba una emoción subyacente que lo impulsa a querer superar esas barreras.

El psicólogo César Landaeta menciona un remedio que a su parecer ha dado el mejor resultado, en los casos en que no se trata de alguien con una personalidad psiquiátricamente peligrosa. El mismo consiste en “aplicar al intercambio comunicacional un elemento supresor del atractivo erótico”, lo que se conoce en inglés como “downer”.

Esta técnica de convertirse en un downer significa en términos comunes “acabar en la propia persona con los elementos que estimulan la pasión” del otro. En otras palabras, “apagar la llama” luciendo poco atractivo o atractiva tanto en lo físico como en el trato y lo emocional. Downer precisamente puede traducirse como “apagador” de la emoción.

¿Cómo podemos lograr esto?

Por ejemplo, mostrando ante el enamorado obsesivo nuestra vida con tendencia a la depresión, el aburrimiento o el fastidio, sin interés alguno en que nos saquen de la situación. Nadie tolera durante demasiado tiempo a una persona que solo conversa de sus problemas, muestra su vida como deprimente, aburrida o sin nada estimulante para compartir.

¿Quién puede seguir prendado de una persona a la que (en apariencias) todo le desanima, ningún tema le interesa, no sabe de qué conversar o vive triste y llena de conflictos y dudas? ¡Eso enfría la pasión del más ardiente!

Según la mitología y los estudios del psicoanálisis, el opuesto de Eros es Tanathos, representativo de la muerte. Es decir, que todos aquellos elementos que disminuyan la excitación pasional, como la tristeza, el desgano o la falta de atractivo resultan efectivos.

Si bien el doctor Landaeta explica este procedimiento con términos científicos, en los dibujos animados de Pepe Le Pew, los guionistas reflejaban de una manera muy gráfica cómo el zorrillito seductor perdía automáticamente el interés por la desesperada minina negra, cuando de manera accidental ella le provocaba los mismos sentimientos de rechazo (terminaba mojada y desaliñada o empezaba a perseguirlo con la misma intensidad cuando su olor desaparecía producto de un perfume potente).

¿Qué significaba esto en la historia? Que la gata adquiría las mismas características de él que no resultaban atractivas. Así, el pobre Pepe le Pew en cierto modo terminaba mirándose en un espejo físico y emocional.

Así que recuerda: logra trasmitir el mismo desencanto que tu enamorado obsesivo genera en ti a través de la técnica del downer. ¡Así lograrás liberarte de él!

 

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