Piense como Millonario y Deje de Vender su Tiempo

¿Por qué los empleados siempre están en un estado de escasez y los ricos viven en abundancia? Cuando entienda la respuesta a esta pregunta, podrá empezar a visualizar los cambios que necesita hacer en su vida para volverse alguien próspero.

Una de las grandes diferencias entre los empresarios o magnates y las personas comunes es que mientras estos últimos solo saben vender su fuerza de trabajo, los primeros aprendieron a vender valor.

Se trata de dos conceptos económicos. La fuerza de trabajo es la que reúne todas las capacidades físicas y mentales que un ser humano puede utilizar para crear un producto. Cuando un individuo (empleado u obrero) se compromete mediante un contrato a producir determinado objeto (que satisface necesidades) para otro individuo (dueño), utiliza su fuerza, sus capacidades, en lo que conocemos sencillamente como trabajo, a cambio de un salario. Ese salario que recibe en realidad no está pagando el objeto que el empleado crea, sino los músculos, nervios, cerebro y todo lo que él gasta en el proceso, y que necesita reponer para volver a trabajar al día siguiente.

Todo ese esfuerzo, resumido en esa definición, solo puede manifestarlo el empleado en una jornada laboral de determinado número de horas diarias. El trabajador tiene que comer y dormir, y si es una persona sana física y mentalmente, destinará parte de su tiempo a estar con su familia y amigos, además de realizar actividades personales. Pero incluso si no hiciera nada más que trabajar, y lo hiciera al máximo de sus capacidades, solo tendría 24 horas diarias para vender su fuerza de trabajo. Eso significa, por lo tanto, que el trabajador, que se vende a sí mismo a cambio de dinero, siempre estará limitado por su propio cuerpo y por el tiempo, acortando también la riqueza que puede llegar a ganar.

El empresario no padece esa limitación porque trasciende el horario y la energía al vender valor. Él invierte su tiempo en la construcción de sistemas que producen valor con relativo poco esfuerzo de su parte. Anteriormente se dijo que el objeto que crea el trabajador satisface necesidades. Esa característica se llama valor y es al que siempre aspiran las personas ricas.

Es más fácil de entender con un ejemplo: un cocinero puede trabajar diez horas diarias haciendo comida para vender, pero el empresario crea una cadena de restaurantes donde contrata la fuerza de trabajo de muchos cocineros. Estos deberán entregar constantemente sus capacidades a cambio de un salario que les permita mantenerse, mientras que el empresario, una vez consolidados sus establecimientos, recibirá una cantidad de dinero superior al capital que invirtió originalmente en el proyecto y al que gasta en pagar los salarios de los cocineros. Significa que ha puesto su dinero a producir para él.

 

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Esto demuestra una realidad: los trabajadores y los ricos interpretan el mundo con mentalidades diferentes, y actúan de acuerdo con esa forma de pensar.

El empleado circunscribe sus opciones a vender lo que sabe hacer a cambio de dinero, restringe sus gastos dentro de los límites de un sueldo, y así llega a terminar escogiendo lo seguro por encima de sus deseos y la protección por encima de las posibilidades. Se ahorra a sí mismo para venderse a otro.

Lo único que un empleado tiene para ofrecer son sus fuerzas en un tiempo determinado y, por lo tanto, sus recursos son escasos. Por ejemplo, para hacer un gasto en un bien, un empleado puede calcular cuántas horas de trabajo cuesta ese producto para él. De este modo, muchas cosas le resultarán siempre costosas. Esta es una mentalidad limitante que reduce las posibilidades de perseguir las aspiraciones personales.

El rico vive fuera de los límites y busca las opciones. Apuesta su dinero en inversiones, piensa constantemente cómo hacer que sus riquezas se multipliquen y otros trabajen para él, se ve a sí mismo como el director de la orquesta y no como un músico. Se atreve a desear y a ir en pos de sus sueños y proyectos. Para eso no solo hay que tener valor, sino también creatividad, inteligencia y capacidad de aprender sobre el mundo financiero para asumir riesgos controlados y obtener ganancias constantes. (Esto los diferencia en sus intentos de aquellos trabajadores que invierten sin conocimiento y terminan en un fracaso que solo les refuerza la idea de que no debieron salir de su zona de confort y más bien les convenía dejar sus pequeños ingresos seguros en una cuenta de ahorros).

En resumen, el cambio de mentalidad de la pobreza hacia la riqueza consiste en entender que las personas deben aumentar sus medios en vez de gastar por debajo de ellos, vendiendo su tiempo. La recomendación financiera de “vivir por debajo de sus posibilidades” es propia de una mentalidad de pobreza.

Descubra cómo vender más que su tiempo para crear ingresos múltiples y constantes de dinero a través de negocios e inversiones. El millonario Robert Kiyosaki resume claramente esta postura sobre la pobreza y la riqueza en las palabras escogidas por su padre biológico versus las del hombre que llamaba “su padre rico”. Su “padre pobre” siempre decía: “No puedo permitirme eso”.

Su “padre rico” se preguntaba: “¿Cómo hago para permitirme eso?”.

 

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