¿El dinero es un juego?
A la gente asalariada, que difícilmente logra mantener su presupuesto a flote, no le gusta hablar de dinero. Podría decirse que hasta lo consideran un tema vulgar, pero no porque no les interese o no quieran mejorar su situación económica, sino porque es más fácil poner un estigma sobre un problema que nos supera, a intentar solucionarlo.
Antes que Donald Trump llegara a la presidencia de los Estados Unidos, y se creara en torno a él toda una mitología sobre su forma de hacer política, ya era famoso por darse a conocer ante el público como el rico abominable en quien nadie quiere convertirse.
Arquetipos como este están muy arraigados entre la gente común, reforzando la mentalidad negativa en torno al dinero: algo de lo que es mejor no hablar y que vuelve a las personas odiosas e insensibles. Incluso, existe una teoría en particular sobre por qué muchos latinoamericanos han desarrollado una cultura de rechazo a hacer dinero, vinculada con la idea de que el ser supremo premia en el más allá el sufrimiento y la pobreza padecidos en este mundo, frente a la concepción económicamente progresista de los pueblos anglosajones. (Si desea saber más sobre esta interesante teoría, consulte el libro del psicólogo Axel Capriles, El complejo del dinero).
Los empresarios y accionistas suelen tratar el tema del dinero siempre que pueden. Sin embargo, no lo hacen de una manera jactanciosa. ¿Para qué? Generalmente suelen trabajar y relacionarse con otras personas adineradas, así que sería trivial ostentar sus ganancias… Sus conversaciones tratan más bien sobre compartir experiencias y conocimientos en torno a sus negocios. Para ellos el dinero es un juego que les gusta practicar y mejorar cada vez más, aprendiendo e intercambiando trucos sobre su “oficio”.
Y resulta que, querámoslo o no, todos estamos metidos en ese juego del dinero, solo que con nuestra actitud escogemos ser peores o mejores jugadores.
La mentalidad del empleado es limitada. Siente que no puede hacer mucho en materia de dinero, solo trabajar tanto como pueda, recibir un salario, mantenerse y pagar sus impuestos, y si es atrevido realizar una pequeña inversión de vez en cuando… pero sin grandes posibilidades de expansión, pues resultarían peligrosas para sus delicadas finanzas.
También podemos decir que hay gente acaudalada con mentalidad pobre. Ganan mucho y aun así no llegan a ser ricos. Se trata de gente que puede tener altos ingresos pero poca inteligencia financiera. También los que ganan mucho dinero lo pueden perder por dos cosas: los pasivos costosos (autos elegantes, mansiones, joyas, excentricidades) o los impuestos. Actualmente, los empleados altamente remunerados son los que pagan más impuestos. Y desafortunadamente, poco pueden hacer para evitarlo, más allá de una deducción hipotecaria y créditos familiares.
Algunos encuentran esta situación muy injusta (¿por qué pagar impuestos más altos simplemente por hacer un trabajo más complejo y exigente que devenga un mejor ingreso?), mientras que otros defienden argumentos muy apasionados sobre la idea de gravar a los ricos.
El mundo de los impuestos
Los millonarios con una buena educación fiscal están entusiasmados por la política actual en materia de recortes de impuestos en Estados Unidos, no porque puedan ganar más o menos dinero después de pagar sus impuestos, sino porque encuentran incentivos incorporados en esa ley y pueden aprovecharlos. Ellos entienden que las leyes de impuestos fomentan nuevos comportamientos y los recompensan cuando toman esas acciones. Así, buscan maneras de ganar más dinero con el código tributario, se alejan de las prácticas que aumentan su factura tributaria y adoptan procedimientos o realizan inversiones que son incentivadas.
Los gobernantes aprendieron hace tiempo que las leyes pueden servir para que la gente haga lo que ellos necesitan mediante los códigos de impuestos.
Esto demuestra cuál es la mentalidad del rico: investiga cómo utilizar lo que existe a su favor.
Entonces, hay muchas técnicas que los ricos emplean para ganar dinero y pagar poco o nada de impuestos que cualquiera puede usar y de las que se puede aprender.
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Por ejemplo, el inversionista Robert Kiyosaki y su esposa compraron en el 2005 un pequeño conjunto residencial en Arizona, Estados Unidos. El edificio estaba mal manejado, en estado lamentable y con inquilinos despreciables que fueron alejando a los buenos. A todas luces, parecía un pésimo negocio. Sin embargo, luego de la compra pidieron un préstamo para reconstrucción y desalojaron a los inquilinos negativos. Una vez terminada la rehabilitación, consiguieron buenos inquilinos y pudieron subir los alquileres.
Dos años después, la propiedad fue revalorizada y decidieron solicitar otro préstamo contra ese nuevo capital, que era de alrededor de 1.2 millones de dólares libres de impuestos. Ese préstamo era cubierto por los nuevos alquileres, que incluso producían un flujo de caja positivo que dejaba aproximadamente $100.000 al año. Finalmente, esos $100.000 les permitieron volver a pedir prestado más de $20 millones a los bancos.
Había limitaciones sobre las condiciones del préstamo, pero el trabajo de los esposos Kiyosaki, o de cualquier inversionista, era averiguar cómo usarlas en su favor.
En vez de pagar impuestos sobre las ganancias del capital en la venta del conjunto residencial, las leyes de bienes raíces les permitieron a los Kiyosaki diferir el pago de estos impuestos e invertirlos en otras viviendas. El dinero en efectivo que proviene de estas propiedades va a sus bolsillos a una tasa de impuestos más baja porque no hay que pagar impuestos de Seguro Social o de trabajo por cuenta propia, y la tasa de impuestos se reduce todavía más por la depreciación de la propiedad. Todos estos trucos se descubren cuando se estudia a profundidad las leyes en materia tributaria y sus cambios.
Las leyes fiscales están entre las reglas del juego del dinero que se deben dominar. Pero cuando las reglas cambian, los ricos encuentran nuevas maneras de mejorar sus estrategias para los futuros partidos.
Cuando esas reglas del juego en materia de impuestos cambian, usted puede quejarse y molestarse o hacer algo al respecto. Averiguar cómo convertirse en alguien que hace crecer la economía o crea empleos es un buen plan porque así se beneficiará de los cambios que el código fiscal ha diseñado para recompensar a los que se esfuerzan.
Entonces, la pregunta es: ¿qué tipo de jugador quiere ser usted?
Mueva su dinero
Esta pregunta surge porque la mayoría de la gente trabaja para conseguir dinero en lugar de que su dinero trabaje para ellos. El problema con ese concepto es que va a pagar más impuestos en la medida que sus ingresos aumenten.
Trabajar duro para ganar más dinero y luego regalarlo en impuestos más altos no es inteligente. Hacer que su dinero trabaje duro para usted, en cambio, significa que sus ganancias estarán sujetas a menos impuestos.
Ahorrar para la jubilación significa guardar un dinero que se va a devaluar. Si durante 40 años llegara a guardar en el fondo de jubilación 25 mil dólares, ese dinero tendrá la capacidad de compra de 250 dólares… ¡No es buena idea!
En cambio, existe una estrategia de inversión conocida como la Velocidad del Dinero: mover su dinero tiene más sentido que estacionarlo en efectivo, bonos, acciones o fondos mutuos.
Esta técnica aplica para el ejemplo anterior, donde los Kiyosaki invirtieron su dinero y luego solicitaron un préstamo para seguir creciendo, obteniendo finalmente un préstamo de más de $20 millones. ¿Cuánto tiempo y esfuerzo hubieran necesitado para reunir ese dinero trabajando y guardando los ahorros en un banco?
Una de las razones por las que la gente llega a ser rica es porque aprende a ganar mucho sin pagar demasiados impuestos: saben cómo usar el dinero libre de impuestos de los bancos para invertir y enriquecerse.
Los pobres y la clase media se esfuerzan por conseguir su dinero, pagan más impuestos cuanto más ganan y luego van a depositar sus ganancias en cuentas de ahorro y/o de jubilación. Mientras tanto, siguen viviendo de su salario y de sus escasos ahorros. ¿No tiene más sentido jugar con las reglas de los ricos y ganar más pagando menos en impuestos? Evalúe a la luz de este concepto cómo se encuentran sus finanzas hoy en día.
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