Cómo Evitar que una Mala Infancia Arruine su Vida Actual

La infancia es uno de los momentos críticos de la vida. Nacemos indefensos, sin ninguna herramienta física ni emocional para enfrentarnos a las adversidades del mundo. En mayor o menor medida, esta debilidad hace que todos terminemos arrastrando heridas y problemas hasta nuestra vida adulta, que nos impiden funcionar a plenitud en sociedad.

Por lo anterior, debemos ser protegidos por nuestros padres y cuidadores de cualquier perturbación o agresión externa y en general de todo nuestro entorno. Sin embargo, eso no siempre ocurre. Los adultos en ocasiones no ejercen plenamente su rol protector sobre los niños. En otras ocasiones, los pequeños tienen una sensibilidad extrema que los hace demasiado vulnerables a su entorno y terminan padeciendo traumas por eventos que no habrían afectado a otros en iguales circunstancias. Por último, son a veces los propios adultos cercanos quienes, en vez de cuidar al infante, terminan, involuntaria o voluntariamente, produciéndole grandes conflictos.

La intensidad en la afectación por esos eventos traumáticos durante la vida adulta varía de persona a persona. Hay quienes, a pesar de esos momentos duros de los primeros años, logran salir adelante bastante bien. Tenemos el ejemplo de figuras históricas con un mal comienzo en la vida que lograron triunfar y trascender, como Leonardo Da Vinci, Charles Chaplin, Franz Kafka, entre tantos otros personajes.

Una infancia difícil, por lo tanto, no es sinónimo de una adultez limitante. Pero así como hay niños más sensibles que otros, hay adultos a los que les cuesta más superar estos eventos. Algunos terminan teniendo hábitos insanos como pensamientos de víctima, responden con actitudes pasivo-agresivas, crean un falso yo para manejarse en sociedad, tienen frecuentes ataques de pánico, viven recluidos, padecen estados de tensión constante, son excesivamente temerosos o no son capaces de tomar riesgos.

Sin embargo, hay maneras de asegurarse de aprender de esas experiencias, no permitiendo que el resto de la vida se afecte de manera negativa y que las experiencias dolorosas del pasado lleguen a convertirlo en una persona perturbada. Sí existen formas de convertirse en el ser humano feliz que desea ser.

En este artículo se abordarán algunos aspectos sencillos para que, independientemente de los traumas que haya experimentado en su infancia y cómo sea su vida adulta actual, empiece a tomar acciones para liberarse de las restricciones que le produjeron esas heridas. Recuerde de todos modos que estas recomendaciones no sustituyen la asistencia psicológica de un profesional de la medicina. Tan solo son herramientas básicas para ayudarlo a liberarse de esa carga emocional que puede resultar común a la mayoría de los adultos afectados por diversos traumas de la infancia.

 

1. Dese respeto a sí mismo

Cualquier víctima de abuso infantil sabe que lo primero que se pierde en ese proceso traumático es el amor y el respeto por sí mismo. La niñez es el momento en que la autoestima está en formación, pero fue detenida por ese daño, el que haya sido.

Muchos adultos tratan de curar erróneamente esa autoestima herida gratificándose o amortiguando la pena a través del consumo de alcohol, drogas, comida en exceso u otros placeres que en verdad no les darán la sensación que buscan, sino todo lo contrario, les producirán más daño. No caiga entonces en la trampa de seguirse maltratando en vez de darse el respeto que merece.

Generalmente, las personas traumatizadas no logran considerarse dignas ni merecedoras de algo positivo. Un buen ejercicio para sacarlos de esa creencia es hacerlos escoger a una persona buena que conozcan e imaginar que en su infancia pasó por las mismas situaciones que ellos y luego preguntarles si todavía, y conociéndolo como lo conoce, ese ser es digno de respeto. La respuesta seguro será afirmativa. En consecuencia, no podrán negar que ellos también deben ser dignos de respeto.

 

2. Libere sus emociones

Cuando la persona experimentó momentos traumáticos durante la infancia tuvo una serie de sentimientos que no pudo manifestar y terminaron reprimidos en su interior. Ahora puede, sin temor ni peligro, liberar esas emociones por distintos medios. La psiquiatra y escritora Katherine Mayfield plantea que la liberación de las emociones es beneficiosa para las personas que sufrieron abuso en su niñez.

Hable con un buen amigo o con un profesional de la psiquiatría. Si manifestarlo a otro ser humano todavía le resulta muy difícil, escriba o dibuje aquello que exprese esas emociones. Incluso, si verbalizar o representar también es doloroso, vaya a un lugar apartado o privado y grite lo más fuerte que pueda o golpee algo blando con mucha fuerza mientras siente que esa frustración y ese dolor salen de su mente y su cuerpo, dejándolo cada vez más limpio en la medida que lo continúe haciendo.

Liberar emociones libera energía negativa, y a partir del vacío puede empezar a formar energías positivas.

 

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3. Fomente las buenas relaciones

Si usted pasó por etapas difíciles en sus primeros años y no se sintió amado ni pudo compartir buenos momentos con las personas que entonces eran cercanas a usted, eso no tiene por qué seguir ocurriendo en la vida adulta.

Tal vez le resulte difícil establecer relaciones afectivas y amorosas, pero luchar por tenerlas le dará grandes gratificaciones. El amor es una emoción que puede darle el sentido de pertenencia que no tuvo en sus primeros años y hará su vida actual más satisfactoria. Compartir en una reunión de amigos, pasar las noches en familia o vivir en pareja le demostrará que valió la pena haber pasado por momentos que ahora quedaron en el pasado.

 

4. Rechace la vergüenza y la culpa

La vergüenza y la culpa son dos de las sensaciones más dolorosas que se pueden arrastrar desde la infancia. Bloomfield las llama el “cáncer del espíritu” porque minan la noción de lo que se es como ser humano.

La vergüenza proviene de pensar que en la infancia los padres o cuidadores trataron mal al niño por lo que era, y en consecuencia no merecía ser querido. Por lo tanto, la persona considera que esa razón por la que no lo amaron y que le hace sentir vergüenza es su culpa. La culpa también puede hacerlo sentir ira contra sí mismo, lo cual no es algo sano.

Procese esos sentimientos y dese cuenta de que esos errores fueron una falta de sus padres y no suya. Saber que ellos como adultos no actuaron correctamente lo libera de la responsabilidad sobre el dolor que siente, y le hace entender que no había nada malo en usted por lo cual avergonzarse. Ahora, como adulto, es dueño de su destino y tiene las herramientas para llevar una vida sana.

 

5. Cero arrepentimientos

Una consecuencia negativa de dejar ir la culpa y la vergüenza es cambiarla por la idea del arrepentimiento. Aceptar que nosotros no fuimos responsables por lo que ocurrió ni que había nada negativo en nosotros que lo produjera nos lleva a vincularnos con el evento traumático de otra manera, al pensar: “¿Qué hubiera pasado si yo…? O “Si yo solo hubiera hecho…” tal cosa para que todo fuese distinto…

Ese pensamiento nos deja anclados en el pasado. Nada de lo que imaginemos cambiará lo que ocurrió. Si va a mirar en el pasado, busque solo las lecciones que aprendió de esa época y que puede poner en práctica hoy en día.

De niño tuvo poco o ningún control sobre las circunstancias, las personas y sus opciones, pero ya no es pequeño y tiene el control. Ahora es capaz de cambiar la situación. Por eso no hay que buscar las opciones del pasado mediante el arrepentimiento.

Lo que pensamos y creemos de nosotros nos lleva a ser quienes somos. Tener pensamientos negativos, culpas, arrepentimientos o vergüenza acerca de nosotros nos hace perder el control y nos pone de vuelta en el rol de víctimas. Tal vez en algún momento lo fuimos, pero todas las cosas que hicimos para superarlo nos llevaron a ser los adultos libres que somos ahora, y los adultos son amos de sí mismos, así que el haber sobrevivido es un triunfo que hay que defender en nuestra mente.

 

6. Ponga las situaciones en contexto

Cualquier niño que haya vivido una situación miserable o abusiva estuvo en situación de indefensión y se convirtió en una víctima. Muy probablemente se sintió rechazado por quienes debieron amarlo. Al llegar a la edad adulta, es difícil que pueda todavía a estas alturas sentirse querido por alguien. Sin embargo, hay formas de tomar una actitud positiva frente al problema.

En vez de seguir lamentándose por ese período, recuerde cómo a través de los años fue saliendo de esa situación, las cosas que hizo para convertirse en el adulto que es hoy y al que ya no pueden dañar. Usted se hizo fuerte a través del tiempo y sobrevivió, por lo que en realidad en ese niño indefenso y lastimado estuvo el germen de una persona poderosa. El psiquiatra Harold Bloomfied asevera que “puedes encontrar valor en la adversidad del pasado, puedes neutralizar sus efectos dañinos y fomentar la curación”

 

7. Sea su propio entrenador y animador

Su infancia, aunque no lo sienta, le enseñó la lección más importante: lo fuerte que es en realidad. No importa lo mal que estuvieron las cosas porque las superó y llegó vivo y fortalecido adonde se encuentra actualmente. Ahora tiene todas las herramientas que no tuvo entonces, más esa fuerza y la experiencia para prosperar en cualquier ámbito que desee.

Cuando aparezcan los sentimientos negativos, solo recuerde lo fuerte que ha sido. Cuando enfrente un riesgo o una situación atemorizante, recuerde que pudo con cosas más difíciles cuando ni siquiera sabía que iba a poder. Cuando se sienta solo, recuerde que tiene en su mano cómo salir de esa situación.

Un ejercicio de autoayuda consiste en poner por escrito sus logros personales y las cualidades más admirables que respeta de sí mismo. Esto lo ayudará a enfocarse en el presente y a ver cómo ha evolucionado desde aquel niño indefenso que sufrió y padeció.

 

Recuperarse de una infancia difícil requiere mucha fuerza mental. Sin embargo, aceptar los sentimientos y las secuelas que ese abuso dejó en sí mismo es el primer paso hacia el crecimiento personal. Poner en práctica estas recomendaciones, así como acudir a la ayuda de un especialista le permitirá dejar de pensar en su doloroso pasado para concentrarse en el presente y futuro plenos y satisfactorios que todos merecemos.

 

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