Cuatro rituales para alcanzar la felicidad
La idea de conseguir la felicidad a través de recomendaciones tomadas de distintos medios es un poco cuestionable. Muchas personas repiten a pie juntillas lo que oyeron o leyeron en otra parte, a pesar de que ni a ellos les haya funcionado. Piense en algunos gurús de la autoayuda o en los coachers que han proliferado en los últimos años: en sus entrevistas predican poseer las claves de la felicidad, sin embargo, si indagáramos en sus vidas los encontraríamos enfrentándose a los mismos restos del público al que pretenden enseñar.
Otros, por el contrario, hacen sugerencias basadas en sus exitosas experiencias individuales; sin embargo, lo que alguno puede tomar por medida de la felicidad no resulta aplicable a todos, así como no todos deben seguir el mismo camino para alcanzar la satisfacción personal.
Ni hablar de los astrólogos y demás arúspices, quienes bajo criterios pseudocientíficos o ciencias no empíricas explican cómo los movimientos celestes pueden favorecer o perjudicar a las personas.
Por último, existen los estudios con bases sistemáticas y empíricas que hacen de la felicidad un objeto cuantificable y medible. Tal vez este punto de vista objetivo se escapa de ese universo impreciso de la subjetividad y puede aportar respuestas comprobables y aplicables para todos.
Alex Korb, investigador de neurociencia de la UCLA, ha sido una de las personas que se ha propuesto analizar metódicamente la felicidad y cómo alcanzarla. Veamos cuáles son las conclusiones que ha encontrado a través de la ciencia:
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1) Es importante tocar a las personas
Pero no se refiere a tocar de cualquier modo a un/a desconocido/a. Nadie le está recomendando que corra el riesgo de parecer un pervertido o una pervertida. Pero Korb encontró en sus estudios que el cerebro necesita sentir amor y aceptación de los otros. Cuando esto no ocurre, se activan los mismos circuitos en el cerebro que se relacionan con el dolor físico (Sí, el cerebro entiende el rechazo igual que la fractura de un hueso). Esas relaciones humanas en las que podemos sentir el contacto físico porque el otro está presente y no a kilómetros de distancia (como las conexiones en las redes sociales vía computadora) son importantes para que la mente experimente la felicidad. El tacto hace que se libere la hormona de la oxitocina, provocando en el cerebro una respuesta placentera.
Tocar apropiadamente además mejora la interacción social. Por supuesto, no se trata de abrazar a diestra y siniestra, pero tampoco perder la oportunidad de dar un apretón de manos, palmear el hombro amistosamente… Además, saber emplear el tacto durante las comunicaciones interpersonales puede ayudar a ser más persuasivo, convincente o seductor, de ser el caso.
Los abrazos apretados y prolongados son buenos para la salud. Los neurocientíficos los recomiendan. Así como los masajes, que aumentan la serotonina y la dopamina, reduciendo la hormona del estrés llamada cortisol.
2) Tomar decisiones
Desde hace mucho tiempo los investigadores han concluido a través de pruebas controladas que tomar decisiones ayuda a reducir la ansiedad y la preocupación. Además, cuando hay una resolución se dejan atrás las rutinas negativas y angustiosas. También las decisiones ayudan a avanzar en alguna dirección y le permiten estar enfocado en un nuevo objetivo (una vez hecha la escogencia, se parte de ella hacia algo nuevo o se dirige hacia un objetivo). En el mejor de los casos, siempre ayudan a resolver problemas.
Piense en cualquier decisión reciente que haya tomado, en sus causas y consecuencias y cómo se ha sentido al respecto. Verá que en ningún caso se debe retrasar la toma de decisiones.
Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto tomar decisiones? Resulta que estamos condicionados por educación a querer ganar, a acertar. Decidir implica escoger y escoger implica el riesgo de equivocarse. Y no queremos fallar, tememos tomar la decisión equivocada, aunque las consecuencias de no hacerlo sigan torturando el cerebro y los efectos en nuestra vida sean peores a no tomar ninguna decisión.
Modificar esta conducta es tan sencillo como pensar, cada vez que se sienta incómodo por tener que decidir, que va a tomar una decisión “suficientemente buena”, sin preocuparse de estar tomando la mejor. Ser perfeccionista puede ser estresante. En cambio, descubrirá sensaciones positivas luego de tomar decisiones, y todavía más si acumula estos estos “éxitos”. Su cerebro se sentirá recompensado, que tiene el control y recibirá un aumento de dopamina. Incrementar la recompensa tomando muchas decisiones lo llevará a superar el temor al estrés previo a la escogencia.
Korb agrega otra característica: “No solo elegimos las cosas que nos gustan; también nos gustan las cosas que elegimos”. Eso significa que cuando la persona toma una decisión que ayuda a alcanzar un objetivo y lo logra, se sentirá mejor al respecto de todo.
3) Llamar los sentimientos negativos por su nombre
Sin convertirse en un especialista en la materia, todos deberíamos conocer qué es la inteligencia emocional y poner en práctica algunas de sus herramientas para alcanzar la felicidad. Por ejemplo, es recomendable hacer el siguiente ejercicio conceptual, en especial cuando la gente está muy abrumada por la tristeza y la preocupación y siente que se escurre por el abismo de la depresión. Ese es un momento en que se experimentan sentimientos y sensaciones atroces. La persona debe empezar a deslindarlas y darle nombre a cada una: tristeza, agonía, enfado, frustración, irritabilidad… Hay estudios científicos que demuestran que reconocer consciente y objetivamente las emociones reduce su impacto. La razón detrás de este ejercicio es que verbalizar una emoción, con palabras objetivas o con metáforas, ayuda a reducirla. Es un sistema real y efectivo, tanto que hasta los negociadores de rehenes del FBI lo utilizan.
Un error que cometen muchas personas, a veces más los hombres que las mujeres, es querer eliminar o suprimir sus emociones. Ello en verdad no es posible, e incluso trae consecuencias más graves. Es como trancar un dique… la explosión por acumulación será todavía peor.
4) La pregunta más importante que se debe hacer cuando está deprimido: ¿por qué?
El cerebro necesita estar en actividad, cumpliendo funciones, no importa cómo ni cuáles, así que es mejor darle órdenes positivas, porque, si no, las negativas ocuparán su lugar. Son innumerables las capas que tiene este órgano, así como los procesos que realiza en cada una de ellas. ¿Cómo se relacionan entonces el cerebro y la depresión?
El cerebro a veces malinterpreta las necesidades: la culpa, la vergüenza y el orgullo, a pesar de ser tan distintos, activan las mismas áreas del cerebro relacionadas con la recompensa. Eso explicaría la tendencia de las personas deprimidas a autoasignarse culpas y sentirse avergonzados. En realidad el cerebro está llenando su centro de recompensa con algo, sin distinguir si lo hace con una sensación positiva o una negativa.
La preocupación produce un efecto similar. Cuando un individuo se siente ansioso o preocupado, el cerebro siente que está trabajando para solucionar el problema. Ello genera un poco de calma a corto plazo, pero pagando un alto costo porque preocuparse en realidad no resuelve mucho.
Entonces, ¿cómo corregir estos “errores de sistema”? Los científicos recomiendan estimular la producción de hormonas con escogencias positivas. Por ejemplo, pregúntese qué agradece en su vida. El sentirse agradecido hace que el organismo produzca dopamina y aumente la serotonina, el mismo efecto de cualquier droga recetada, pero sin sus efectos adversos. El cerebro logrará su objetivo y empezará a sentirse mejor a corto y largo plazo. Esto ocurre en lo interno del individuo, pero también trae beneficios en lo social: manifestar agradecimiento mejorará su interacción con los demás.
Puede sonara una frase new age, pero poner en práctica estas modificaciones implica desarrollar la inteligencia emocional debido a que es la capacidad de identificar y manipular apropiadamente las sensaciones y sentimientos para facilitar las relaciones humanas, el manejo del estrés y el logro de objetivos en la vida, entre otros alcances.
Todos estos rituales se interconectan, especialmente si los vuelve parte de su rutina diaria. Estar juntos, el tener contacto físico, tanto social como más íntimo, ser agradecido, tomar decisiones y practicar la inteligencia emocional lo llevarán a mejorar la producción de hormonas positivas en su cuerpo y al final su cerebro estará enviando mensajes continuos de disfrute y satisfacción que usted entenderá como la felicidad verdadera. ¡Científicamente hablando!
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