Descubre Cómo Solo Unos Pocos Han Tenido Acceso a Este Secreto. Hoy es Tuyo. Wayne Dyer en Español.
He trabajado por muchos años difundiendo diversas enseñanzas. A lo largo de mi vida he hablado mucho acerca de los “llamados”. En particular, en los últimos tiempos he recibido llamados muy poderosos.
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Todos tenemos estos llamados; son una especie de disposición interior acerca de lo que deberíamos hacer. Los identificamos como deseos ardientes y he estado escuchándolos toda mi vida, incluso escribí un libro acerca de esos deseos ardientes que me han impactado, se titula Ahora puedo ver claramente (I can see clearly now).
Uno de estos llamados fue el deseo de leer un libro que me envió, de forma anónima, una persona que pensó que yo podría beneficiarme de su lectura. Un dato curioso en relación con este libro es que Elvis Presley lo llevaba consigo todo el tiempo. El libro se titula La vida impersonal y lo escribió en 1914 un pastor luterano llamado Joseph Benner, que lo publicó bajo el seudónimo de “Anonymous”. Después de su muerte su familia se aseguró de que se le diera el crédito correspondiente por este y otros textos que había escrito.
Al parecer esta obra comenzó como una escritura canalizada por una sabiduría interior en Benner, como pienso que ocurre siempre. Todo viene de un universo maravilloso e impersonal, que está ahí afuera y que canaliza lo que hacemos y decimos; incluso las palabras que estoy diciendo en este momento.
La vida impersonal es un libro muy corto, dividido en 18 capítulos. Cada uno de estos capítulos está escrito como si existiera algo dentro de cada uno de nosotros, que él llama “la vida impersonal”, que nos estuviera hablando. Benner hace una distinción entre la vida personal y la vida impersonal.
Tu vida personal se describe en esencia mediante tu currículum y lo que percibes con tus cinco sentidos.
Por otra parte, entender lo que es tu vida impersonal es comprender quién eres, lo cual no resulta fácil para muchos.
Estamos muy vinculados con la creencia de que lo que percibimos con nuestros sentidos es todo lo que existe. Por esto, nos convencemos de que somos lo que nos muestran nuestros ojos.
William Blake dijo en uno de sus poemas: “Ver el mundo en un grano de arena y el paraíso en una flor silvestre; tener el infinito en la palma de tu mano y la eternidad en una hora (…) Se nos conduce a creer una mentira cuando no vemos a través del ojo, que nació en una noche para morir en una noche, mientras el alma dormía entre rayos de luz”.
Cuando ves con los ojos, en lugar de a través de los ojos, en realidad estás viviendo una mentira, porque esa parte de nosotros que percibimos con los ojos es transitoria. Pero también existe una parte de nosotros que es imperecedera, infinita e impersonal, que no se percibe en el mundo físico.
La forma en que me gusta ver esto es considerando que si, por ejemplo, veo mis uñas, es imposible que dejen de crecer porque yo les diga: “Quiero que esta noche dejen de crecer”. Porque hay una inteligencia impersonal e invisible, que está con todos nosotros todo el tiempo. Esta inteligencia impersonal no hace crecer solo mis uñas, sino también las de los otros billones de seres que habitan este planeta.
Esa inteligencia impersonal está conectada a todos y cada uno de nosotros y todos deberíamos escucharla.
Joseph Benner transmitió mediante su libro el mensaje de esa vida impersonal. Este mensaje proviene del ser superior en nuestro interior, esa parte nuestra que está en todas las cosas y que hace que abran las flores.
Una frase muy famosa del poeta místico Rumi, en la que hablaba de las rosas, dice: “Lo que se le dijo a la rosa que hizo que abriera, me fue dicho a mí aquí en mi corazón”. De este modo, Rumi reconoce a la inteligencia impersonal.
Esta inteligencia impersonal tiene muchos nombres. En el año 2005, cuando cumplí 65 años, escribí un libro titulado Vive la sabiduría del Tao: Cambia tus pensamientos y cambia tu vida, acerca del Tao Te Ching, que es un texto filosófico y religioso escrito hace 2.500 años.
Por todo un año viví con base en los mensajes de este antiguo texto, en cuyo inicio se lee: “El Tao que puede ser nombrado no es el Tao de lo absoluto”. Allí se llama a esta inteligencia impersonal el Tao. Otros la llaman mente divina, consciencia infinita o Dios.
La verdad es que no importa como la llames. Lo que importa es que esta inteligencia se ocupa de hacerlo todo, en cada momento, sin dejar nada a medias.
Por otra parte, esta inteligencia impersonal es algo que no puedes percibir con tus sentidos en el mundo material, pero que llevas contigo todo el tiempo. Sin embargo, por lo general no la escuchas lo suficiente.
Todas las grandes mentes científicas en nuestro planeta han afirmado que existe alguna clase de inteligencia tras la vida, que no podemos percibir. Considerando esto, escribí uno de mis comentarios favoritos: “Si la vida está respaldada por una inteligencia, y hay muchas razones para creer que así tiene que ser, entonces toda esa inteligencia es innata en cada una de sus creaciones. Por lo tanto, la mente universal esta por completo contenida en todos y cada uno de nosotros”.
Por eso, todo lo que tienes que hacer es descubrir ese poder y esa perfección, que están dentro de ti.
En el libro más reciente de mi amigo Deepak Chopra, titulado ¿Tiene futuro Dios?, él observa lo siguiente: “Si Dios es la fuente creadora de todo lo que existe, y si Dios está en nosotros, la fuente creadora de todo lo que existe está en nosotros”.
Tenemos dentro de nosotros esta inteligencia impersonal divina. Pero tendemos a pensar que esta inteligencia es algo que se encuentra fuera de nuestro ser; que Dios, la fuente o la mente divina es algo que está allá afuera ejerciendo su poder sobre nosotros.
Lo que comprendí al leer acerca de la vida impersonal es lo poderosa que es esta inteligencia divina. Cuando te conectas a ella y comienzas a entenderla, se convierte en algo que puedes emplear para cambiar toda tu vida.
Una de las mejores maneras de alcanzar la comprensión de este ser impersonal, que está con nosotros en todo momento y que hace que nuestro cuerpo funcione, es reconociendo que este ser no es parte de nuestro cuerpo físico y que, por lo tanto, se corresponde con algo que está en nuestro interior y que es invisible, pero que además constituye la esencia de lo que somos.
Para ilustrar esta idea podemos pensar en el espacio vacío en el interior de una vasija. Todo lo que podemos percibir de la vasija con nuestros sentidos es el material que encierra a ese espacio, sin embargo, sin ese espacio interior el objeto dejaría de ser una vasija. Sin esa interioridad, tranquila y suave, sin ese espacio interior impersonal, vacío y no físico, la vasija no podría existir.
De igual forma, lo que nos hace ser lo que somos no es nuestro cuerpo, es ese espacio invisible que está en el interior de todos y cada uno de nosotros y que determina nuestra existencia.
Otro libro que fui llamado a leer se titula Yoga Vasishtha, un antiguo tratado filosófico cuyas enseñanzas se remontan al siglo III A. C. En estas enseñanzas, Vasishtha dice: “Del mismo modo en que al espacio no le preocupan las nubes que se manifiestan en su interior, así es la inteligencia infinita”.
Esa invisibilidad en nuestro interior es algo más que un objeto físico que nos da forma y también es infinita.
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Cuando reconozcamos nuestro propio infinito, comenzaremos a entender que, sin el espacio invisible, en el interior de cada uno de nosotros, lo que somos no existe en absoluto, pues todo lo que quedaría sería el cuerpo físico.
Hace unos pocos años mi hermosa madre murió y fue cremada. A mis hermanos y a mí nos entregaron una urna con las cenizas en su interior. Observé esas cenizas y dije: “Ciertamente esto no es nuestra madre”. Allí ya no estaba ese espacio interior, esa inteligencia impersonal que constituyó su esencia.
Pienso en lo que dijo Emily Dickinson con un puñado de polvo en sus manos: “Este polvo tranquilo fueron caballeros y damas y muchachos y muchachas. Fue sonrisas y destrezas y suspiros, y vestidos y rizos”.
Hay también un maravilloso poema de Henry Longfellow, una de cuyas estrofas dice: “¡La vida es real! ¡La vida es algo serio! Y la tumba no es su meta. Polvo eres y al polvo volverás no se refería al alma”.
Esto que se llama tu alma, esta interioridad, esta invisibilidad, este espacio que crea todo lo que existe, es la esencia de tu vida. Así como la vasija no podría existir sin ese espacio invisible en su interior, tampoco podrías hacerlo tú. Esa inteligencia interior que es invisible, que está dentro de ti, es algo imprescindible para la propia existencia.
Uno de los capítulos más importantes en Tu vida impersonal se titula Encontrándome. Recuerdo que leía el libro un viernes en la mañana, y que a medida que lo hacía me decía:
“Ok, yo sé que esta inteligencia invisible está en mi interior, sé que algo hace que mi cuerpo funcione, sé que existe una parte de mí que es infinita, pero ¿cómo la encuentro?, ¿cómo me pongo en contacto con ella?, ¿cómo puedo conseguirla y agarrarla?”.
Esa mañana me estaba preparando para ir al banco, porque mis hijos venían de visita y a ellos les gusta el dinero en efectivo. Hay una mujer en el banco que trabaja como cajera. Tiene tres hijos, su esposo tiene una diabetes muy severa y ella debe mantener a toda la familia. Así que cada vez que voy al banco y la veo, dejo $200 bajo su teclado.
Siempre he esperado que eso no sea algo incorrecto, ilegal o algo así. Era simplemente algo que había estado haciendo por un par de años, y trato de encontrarla siempre que voy al banco, porque pienso que tal vez ella podría estar contando con ese dinero.
Estaba terminando de leer el capítulo 16 y pensando en leer el capítulo 17, pero también quería ir al banco porque no sabía a qué hora ella tomaría un descanso o un receso para el almuerzo. Finalmente decidí ir en ese momento, para estar seguro de que ella estaría allí. Así que en el banco hice lo mismo de siempre.
Cuando regreso a mi casa desde el banco siempre me detengo en el sitio de trabajo de una mujer que conozco. Ella y su esposo están bastante enfermos, así que paso a saludarla y le doy algo de dinero para ayudarla. En una oportunidad ella se me acercó y me preguntó: “¿Eres Dios?”. A lo que yo le respondí: “¡Pues, sí, cariño! Yo soy Dios y tú también lo eres. Todos somos Dios”. Porque esa inteligencia impersonal está en todos y cada uno de nosotros.
Al regresar a casa tomé de nuevo el libro para leer el capítulo 17, titulado Encontrándome. Esto es lo que decía:
“La manera más efectiva y segura en que puedes conocerme se presenta cuando el amor desinteresado llena tu corazón y hay una fuerte necesidad que te impulsa a ayudar a alguien, para curar sus dolencias, aliviar su sufrimiento, brindarle felicidad, señalarle el camino verdadero.
”Esa es la verdadera sensación que tienes de mí en tu interior, apartando a un lado tu personalidad, usando tu mente y tu cuerpo con el propósito para el cual los he creado: como los medios para la expresión de mi verdadera naturaleza, que es el poder del amor perfecto, el Cristo de Dios, el único, que vitaliza, moviliza, da la vida, fortalece, sana, todo lo provee y todo lo sabe en el universo”.
Ese poder en el universo, ese ser impersonal, nos está hablando todo el tiempo. Como señalé al principio, tuve un llamado, un deseo ardiente de leer este libro, porque alguien me lo envió. Pero me envían muchos libros, la mayoría de los cuales dono a bibliotecas porque no los puedo leer todos. No obstante, de alguna forma sabía que tenía que leer este, que era algo que tenía que hacer.
Yoga Vasishtha también me fue enviado, y reconocí que, así como al espacio no le preocupan las nubes que se forman en él, así es la consciencia infinita desde donde todos manifestamos. No se preocupa por lo que se manifiesta en su interior.
Cuando pienses en esto, solo recuerda la vasija: no podría existir sin el espacio vacío, silencioso e invisible en su interior. Ese espacio invisible no necesita la arcilla para existir. Cuando la muerte cierre el paréntesis en la eternidad que es tu vida, la inteligencia infinita, o el espacio interior, continuará de forma indefinida.
Lo que quiero que hagas es que tomes consciencia de esa inteligencia divina e invisible que existe dentro de ti y que te habla todo el tiempo, porque tiene mensajes maravillosos que darte.
Cada deseo ardiente que alguna vez haya albergado tu consciencia no ha sido puesto allí por tu yo personal, sino por tu yo impersonal. Porque no puedes percibir un deseo con tus sentidos.
Si alguien examinara tu cerebro, encontraría el centro de comando que te permite tener un pensamiento. Pero en ese centro de comando hay un comandante que es tu ser impersonal, es la inteligencia divina, que siempre está hablándote, animándote y enviándote llamados.
Todo lo que tienes que hacer es llegar a comprender que está allí para ti, que está siempre contigo y que debes escucharla y comenzar a servir a otros de manera desinteresada.
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