🔴 Napoleon Hill: Las 10 Poderosas Reglas de la Autodisciplina (que No te Puedes Perder)

Napoleon Hill: Las 10 Poderosas Reglas de la Autodisciplina (que No te Puedes Perder)

Descubre Las 10 Poderosas Reglas de la Autodisciplina (que No te Puedes Perder). Napoleon Hill

Voy a dar diez reglas para lograr una poderosa autodisciplina.

Estas reglas son de mi propia creación; algunas de ellas te serán muy útiles.

La primera de ella es mantén la calma cuando otras personas pierden los estribos.

Sé que de entrada estarás de acuerdo con esto, pero te aseguro que todos estamos inclinados a disgustarnos cuando el otro también se molesta y empieza a decir cosas.

Una noche estaba en la casa del presidente de una importante compañía de electricidad y hubo una gran tormenta. Entonces el hombre llamó a uno de sus empleados de confianza para que saliera a hacerse cargo de una situación de emergencia que ocurrió como resultado de esa tormenta.

Era domingo por la noche.

El hombre estuvo fuera cerca de dos horas y cuando regresó al porche de la casa y llamó a su jefe, le dijo unas cosas que jamás había oído decir a nadie en toda mi vida.

Sólo escuché un lado de la discusión… ¡porque nada más hubo un lado!

El empleado insultaba todo el tiempo mientras que el otro sólo escuchaba y esto ocurrió por lo menos tres minutos hasta que el que hablaba se quedó sin aire.

Ya no tenía más que decir, y el otro no tenía tampoco nada que decir, tan sólo reconoció que había cometido una locura al llamarlo en una noche como esa.

Escuché al presidente cerrar la puerta y cuando regresó a mi lado solamente sonrió y dijo que el hombre había estado un “poco caliente”.

Eso fue todo lo que dijo: ”Un poco caliente”. Yo creía que llegaría un momento en que le caería a puñetazos pero, ya ven, ahí había un hombre que se había elevado a grandes alturas de logro financiero y lo había hecho gracias a su autodisciplina (autodisciplina en todos los aspectos).

Pero él había tuvo ese altercado con un trabajador suyo que temporalmente estuvo extraviado por la ira.

Pudo haberse rebajado a ese nivel también, pero no lo hizo.

Cuando te metes en una discusión, se te puede ir la lengua; pero si te quedas callado mientras el otro se desahoga, finalmente llegarás al punto en que no tenga más que hablar.

Entonces, si quieres pronunciar algunas palabras, es un buen momento para hacerlo; con apenas dos palabras (que no son del tipo de las que has estado escuchando) puedes cambiar de dirección hacia algo agradable.

Ser amable en respuesta es mucho mejor para la otra persona y mucho mejor para ti que si intentas ser el que gane la pelea.

Ahora, cualquiera puede enfadarse y perder la cabeza por lo que alguien hace o dice, y eso pasa todo el tiempo, pero el hombre verdaderamente grande es el que se controla a sí mismo, no permite que nadie lo lleve al nivel de una pelea callejera o a una discusión ni a palabras duras, a menos que él así lo quiera.

Y si realmente es un hombre grande, no deseará hacerlo.

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Número 2: Recuerda que en todas las discusiones hay tres lados. Normalmente pensamos que hay dos, pero no, son tres, ya que tú estás del lado del compañero al que apoyas.

Pero luego está el lado correcto, que normalmente se ubica en el medio de los dos puntos de vista de la argumentación.

Recuerda que cuando te metes en una discusión, no debes asumir que el otro siempre tiene la culpa. Tal vez tú también tienes parte de la culpa, o tal vez ninguno de los dos es realmente culpable.

Pero lo más probable es que en todas las discusiones ambos tengan la culpa en parte, de una manera u otra.

Número 3: Nunca des directrices a un subordinado cuando estés enfadado. Y si el asunto es urgente, entonces cálmate rápido.

Número 4: Trata a todas las personas lo más cercanamente posible, como si fueran parientes ricos que esperas que te recuerden en su testamento.

Piénsalo: si tuvieras un pariente rico que tiene un millón de dólares que va a dejarte, o que sospechas que va a hacerlo, no habría mucha diferencia en lo que dijera o hiciera; nunca te haría perder el equilibrio como para que no le hablaras más nunca de nuevo, ¿no es así? Nunca te desequilibrarías, nunca le responderías, ¿verdad?

Por supuesto que no lo harías. Serías bastante tonto si hicieras eso. Guardar silencio por un millón de dólares parecería un precio muy fácil de pagar.

Número 5: Busca el fruto de un beneficio equivalente a lo que te acontece en cada circunstancia desagradable, no importa cuál sea esa circunstancia.

Disciplínate a ti mismo para que encuentres ese equivalente. No esperes una o dos semanas; hazlo ya: disminuye los golpes, disminuye las heridas, sean cuales sean y así empezarás a buscar un beneficio equivalente en todo, y

Número 6: Aprende el arte casi olvidado de hacer una pregunta y luego escuchar la respuesta, en lugar de hacer que el otro grite.

Sé que da mucha satisfacción cuando te enfadas y consigues que el otro también se moleste. No lo hagas. Sé que la tentación es muy grande y que hemos pasado por eso muchas veces, pero no sirve.

Escucha más bien lo que la otra persona tiene que decir. Sé más grande al escuchar lo que el otro tiene que decir y cuando alguien haga una aseveración con la que tú no estés de acuerdo, piensa que hacer esta pregunta es una de las cosas más importantes en la vida y que te servirá a más propósitos que cualquier otra pregunta en la que puedas pensar.

Di: “¿Cómo lo sabes?”. A menudo no habrá respuesta. A menudo la gente hace declaraciones descabelladas en lugar de meterse en la discusión con verdaderos argumentos y admitir que tenían parte de la culpa.

Una vez tuve en mi clase a un hombre virtuoso, pero que era fanático en el tema de la religión y que estaba más que seguro de lo que me iba a pasar. Después de eso (ya hablando en privado), despotricó y despotricó durante un buen rato sobre ello.

Cuando terminó le dije: “¿Y cómo lo sabe, párroco?”. Eso realmente lo sentó sobre el banquillo. “Así es como me siento sobre mi fe”, respondió. Yo le dije: “Bueno, tener una creencia, una cosa de fe, es una cosa, pero tener evidencia es algo distinto. ¿Cómo sabe que voy a fracasar?”.

Como imaginarán, nunca pudo darme una respuesta satisfactoria.

Hay un montón de preguntas ante las cuales si replicas: «¿Cómo lo sabes?», encontrarás que el otro tipo perderá el equilibrio y así no necesitarás crearte un problema por lo que él ha dicho.

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Número 7: Nunca digas o hagas nada que pueda influir en alguien sin antes hacerte esta pregunta: ¿le beneficiará o le perjudicará? Y si lo va a perjudicar, no lo hagas.

No digas nada ni hagas nada que pueda perjudicar a otra persona bajo ningún motivo. No me importa quién eres ni bajo qué circunstancia están tú o ellos.

Si hieres a otra persona, te lastimarás diez veces más, y si el daño no se devuelve inmediatamente, de todos modos la piedra que lances vendrá cien veces con mayor fuerza si esperas lo suficiente.

No hay escapatoria de lo que le haces a una persona: es una ley igual a la ley de gravedad u otra de la naturaleza. Si caminas sobre la parte superior de un edificio y te caes, por la ley de la gravedad darás en el suelo y morirás en segundos.

Así de segura es esta y todas las leyes en la naturaleza.

Número 8: Aprende la diferencia entre un análisis amistoso y la crítica hostil.

No me opongo al análisis amistoso de cualquiera de las cosas que hago, aunque sea muy desfavorable. Si es amistoso me gusta porque sé que puedo mejorar a partir de él, pero si es una crítica hostil, entonces me molesta.

En los análisis o críticas destructivas, ¿cómo se puede saber, en relación con la persona que los hace, si son bien intencionados o no? Para empezar, si son de enemigos, los descartaré obviamente porque casi sé de entrada que no van a ser favorables.

Que va a ser una crítica hostil puedo saberlo también por el tono de voz del que la hace, o por la manera en que la hace, porque un hombre que se compromete en una crítica destructiva generalmente la acompaña con algunos epítetos, lo cual indica claramente que ya ha tomado partido.

Si tienes autodisciplina, no te dejarás influir por ese tipo de persona.

Número 9: Recuerda que un buen líder en cualquier circunstancia es aquel que puede recibir órdenes tan alegremente como las da; y

Número 10 (por último, pero no menos importante): Recuerda que la tolerancia en las relaciones humanas es tan significativa como el límite de la tolerancia en la Mecánica.

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