Descubre Cómo Aprender a Desintoxicar Tu Cuerpo y Alcanzar Aquello que Deseas. Wayne Dyer en Español.
Todo ser humano merece nuestro amor, y mientras no comprendamos eso siempre tendremos dicotomías absurdas. Existirán tú contra mí y nosotros contra ellos.
Mientras exista esa separación entre nosotros y los otros o entre yo y los demás, nunca existirá la unión de todos nosotros.
[Video] Wayne Dyer en Español
Wayne Dyer: Hace algún tiempo tuve una experiencia muy interesante en uno de mis restaurantes favoritos, especializado en comida de los países balcánicos.
Ese día el restaurante estaba vacío. Me atendió un hombre llamado Zía, que según me dijo provenía de una región entre Afganistán y Pakistán que no corresponde a ninguna nación.
Este hombre me estuvo hablando de su familia, en particular de su tío que había muerto a los 72 años. Uno de los comentarios que hizo al respecto es que este familiar había muerto muy joven, pues la longevidad parece ser una característica de esa región. Su abuelo tenía 111 años y su abuela 107.
Este tío había salido de Afganistán hace muchos años y se había convertido en un doctor muy famoso. Viajó por todo el mundo y había ejercido la medicina en Londres, Nueva York y Chicago.
Zía hablaba con un gran orgullo acerca de su tío y me habló de cosas muy profundas mediante verdades muy simples.
Hay algo que los japoneses llaman Muga; consiste en un estado que se alcanza cuando se superan las limitaciones del ego. En este estado se tiene la habilidad, también comentada por Maslow, de entregarse por completo al momento presente y tener una experiencia extrema, en la que se es capaz de asimilar hasta los detalles más insignificantes de ese instante.
En la cultura japonesa se usa la metáfora de aprender a beber té de una taza vacía. Es decir, poder degustar el té, sentirlo y visualizarlo con la mente.
Es así como experimenté esa conversación con Zía en el restaurante aquella noche. Todo me parecía tan inusual e interesante que quería seguir escuchando todo lo que tenía que decir este hombre.
Me contó que, en su lecho de muerte, su tío le reveló que se había esforzado mucho para llegar a ser una persona prominente, que había acumulado bienes y logrado tener prestigio, pero que no sabía por qué había hecho todo eso.
Le dijo que había consumido toda su vida tratando de adquirir cosas y de lograr ciertas metas, pues quería hacer grandes aportes a la humanidad. Pero pensaba que tal vez no se había concentrado en lo que en verdad era importante.
La verdad de la que él estaba hablando me conmovió de una manera muy profunda.
Cuando pienso acerca de qué es lo que todos queremos en nuestras vidas, y de qué manera nos disponemos a alcanzarlo, concluyo que con frecuencia formulamos deseos y metas, y trazamos una ruta a seguir durante la parte más importante de nuestra vida.
Pero hay una cualidad en todo esto que no debemos pasar por alto. Tiene que ver con una de las ideas más relevantes que he aprendido de Maslow, que postula que en general estamos motivados por las deficiencias, por todo lo que nos falta.
Cuando nos preguntamos: “¿Adónde quiero llegar?” “¿Cuáles son mis metas?” o “¿Cuánto dinero deseo acumular?”, lo que hacemos para motivarnos es afirmar que en el presente estamos en una posición que es deficiente de alguna manera.
Algo no está bien con el lugar que ocupamos en la actualidad, así que nos observamos y decimos: “Estoy operando desde lo que falta en mi vida para subsanar ese defecto”.
Ahora bien, este es un conflicto muy serio para las personas que desean alcanzar lo que yo llamo una vida sin límites o una vida de autorrealización.
Nunca debes partir de un estado de deficiencia, pensando que alcanzarás tus objetivos reparando lo que no está bien y supliendo lo que no tienes.
No creo que sea relevante tener una meta, creo que la gran diferencia entre mi posición actual y la que ocupaba hace diez años es que ahora pienso que lo importante es ser.
Con esto quiero decir que creo en ser eso que deseo, no en luchar para alcanzar algo.
Esto significa que tienes que ser tu meta, cualquiera que esta sea.
He aquí algunos ejemplos.
Lo adecuado no sería que buscaras la verdad, sino que tú fueras la verdad. De ese modo la verdad jamás te eludiría.
Lo mismo ocurre con la sanación. No puedes buscar la sanación o un método de sanación fuera de ti. Tienes que ser tú la sanación.
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Tuve una experiencia grandiosa cuando pude liberarme de la adicción a la cafeína en los refrescos dietéticos. Cada día me tomaba entre ocho y diez latas de estas bebidas, casi sin darme cuenta.
Mi esposa y otras personas me hicieron ver que era un hábito que me tenía atrapado.
Escuché un audio del maestro espiritual Ram Dass en el que hablaba acerca de un monje budista, que era el hijo de una mujer considerada como una santa entre ellos.
Esta persona estaba muy molesta con su hijo, que era un policía de narcóticos en Tailandia, donde existe la mayor incidencia de adicción a la heroína.
Ella argumentaba que, en lugar de castigar a los adictos y ponerlos en prisión, él debería buscar medios para ayudarlos. Él replicaba que no sabía cómo hacerlo. De modo que ella lo animó a estudiar el budismo Theravada, la disciplina más ascética del budismo.
Esta es el área del budismo en la que el discípulo tiene que practicar unas 130 austeridades al día, como dormir en el suelo, practicar la abstinencia sexual, no bailar, cuidar los hábitos de alimentación y muchas otras cosas.
Pues, este policía se convirtió en un fiel practicante de Theravada, a tal punto que llegó a añadir austeridades a las ya prescritas en su rutina diaria. Ram Dass afirma que cuando lo conoció, el cuerpo de este monje era tan firme como el tronco de un árbol.
A partir de allí, lo que hacía era circular por las calles en un camión y, al encontrar a los adictos a la heroína, les decía: “Si quieres deshacerte de tu adicción en una semana, sube al camión”.
Así que cada semana transportaba al monasterio grandes grupos de personas.
Una vez allí, lo primero que les decía era: “Esta es la única oportunidad que vas a tener en tu vida para deshacerte de tu adicción. Yo soy el tratamiento. Soy más grande que la adicción y te lo demostraré”.
Lo que hacía luego era tomar heroína, y mostrarles que en él la droga no tenía ningún efecto. Ni la más leve reacción. Su mente estaba entrenada para ser más poderosa que la droga.
Luego los sometía a una violenta purga para limpiar su sistema y les enseñaba a transformarse en el tratamiento.
Esto último es lo que me resulta más interesante, por la profundidad de la idea: transformarte en aquello que deseas alcanzar.
Esa es la esencia de la psicología del ser de Maslow. A nivel personal, he comprobado que es posible aplicar estos conceptos para producir cambios en mi vida que había creído imposibles.
Puede que mi adicción a los refrescos parezca algo de poca importancia, pero me tuvo en su poder por más de veinte años porque yo lo permití. Así que al escuchar la historia del monje budista, decidí aplicar su idea y me transformé en el tratamiento. El resultado fue asombroso.
Debes estar consciente de que cada vez que introduces en tu cuerpo algo que sabes que no es beneficioso para ti, como es el caso con las adicciones a cigarrillos, alcohol, drogas o alimentos, lo que ocurre es que a medida que esa sustancia pasa por tu cuerpo se transforma en una parte de ti.
En otras palabras, te transformas en uno con el veneno que estás introduciendo en ti. Cada vez que haces eso, más que consumir el veneno, eres el veneno.
El método que emplees para administrarte esa sustancia nociva no es lo relevante. Lo que importa es esa cualidad de ser lo que estás ingiriendo. En este contexto, significa que eres el veneno y el veneno es tu propio ser, ambos son uno.
De modo que, con cualquier adicción que puedas estar enfrentando, todo lo que tienes que entender es que, una vez que te transformas en el tratamiento o la cura para esa adicción y dejas de ser el veneno, la adicción pierde todo poder sobre ti, deja de ser un desafío y desaparece.
Cuando dejé de ser esas sustancias a las que me sentía adicto, ya no tuve que volver a consumirlas.
Cuando comprendas esa noción de ser y la apliques en tu vida, los resultados serán sorprendentes.
Esto es válido en todos los ámbitos de la existencia humana.
En la religión católica las personas tienen como objetivo cumplir con los diez mandamientos, pero la Biblia dice que se ha de vivir en la verdad.
La idea del reino de los cielos es uno de los secretos del universo que en realidad es muy simple, pues ese reino no es un lugar al que debes intentar llegar, es un estado en tu interior, que llevas contigo todo el tiempo.
Por eso, cuando tú seas los mandamientos, ya no necesitarás tener como meta su cumplimiento ni esperarás que alguien te oriente para alcanzarlos o que venga a revelártelos.
En ese estado serás lo que Cristo llamó “la verdad”.
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