🔴 REVELADOR. Colapso del Mundo Como lo Conocemos: Pronosticado en el Libro Bíblico de las Revelaciones

El significado original de apocalipsis en griego significa revelación, descubrimiento del conocimiento de algo que no habíamos visto antes y esto es lo que estamos enfrentando ahora, porque ese nuevo conocimiento al que estamos expuestos nos llevará de la destrucción a la creación de un mundo mejor y más funcional.

Así volveremos a comprender la naturaleza básica de la civilización, un conjunto de verdades que son aceptadas por la gente de esa civilización como una comprensión válida del mundo, y cuando una verdad de la civilización cambia, también lo hace la cultura del comportamiento.

Pero, ¿de dónde vienen estas normas de comportamiento? En la civilización anterior venían de la religión, que nos daba un montón de creencias sobre Dios, el Espíritu y la Iglesia, que tenía una maravillosa noción de sí misma llamada conocimiento infalible.

Se creía que todo lo que la Iglesia estaba diciendo provenía directo de Dios y era absolutamente cierto.

Esto solo funciona mientras el conocimiento sea infalible, pero si algo lo altera, se pone en peligro la civilización.

Entonces, en 1543 un sacerdote llamado Copérnico reveló que parte de este conocimiento infalible era bastante incorrecto y que el universo, las estrellas, el Sol y los planetas giraban alrededor de la Tierra. Copérnico trató de crear un calendario basado en esta creencia, pero no funcionó.

Volvió a la época de Ptolomeo, en Egipto, y descubrió que el Sol, según los egipcios, era el centro de nuestro universo y que la Tierra giraba alrededor del Sol. Copérnico puso el Sol en el centro del universo y fue capaz de predecir con precisión las fechas de todas las ceremonias de la Iglesia; sin embargo, al hacerlo, creó una herejía.

La importancia del trabajo de Copérnico es que rompió con la idea de la infalibilidad y ofreció una oportunidad para que las nuevas ideas vinieran al mundo fuera del dogma de la Iglesia.

Hay un viejo dicho con el cual todos estamos familiarizados: el conocimiento es poder. Sí, esa es una declaración muy verdadera, pero permítanme colocar esa declaración en un contexto diferente.

Una falta de conocimiento representa también una falta de poder, así que si no tenemos cierto conocimiento entonces nos volvemos impotentes en el campo donde ese conocimiento es aplicado.

Ahora reconocemos que cuatro creencias fundamentales que han dado forma a esta la cultura del materialismo científico son defectuosas o erróneas. Como resultado, la civilización está expresando una falta de poder al adherirse a historias incorrectas.

Me refiero a esos cuatro principios básicos defectuosos como las cuatro clarividencias míticas del apocalipsis porque, cuando usamos el término “mito”, lo que queremos significar es una creencia que admitimos como verdadera y que asumimos como verdad (sea cierta o no).

De este modo, estamos creamos un mundo basado en ese mito.

Ahora, si el mito es falso, entonces el mundo que creamos no va a estar en armonía con la vida real.

De las cuatro percepciones de mitos que han desvirtuado a la civilización, el mito número uno es la creencia en el universo newtoniano de la separación entre la materia y la energía, enfatizando que la materia es primordial.

El mito número dos es la creencia de que los genes controlan nuestra biología, creencia que nos hace víctimas de la herencia genética que recibimos de nuestros padres.

Los mitos número tres y cuatro se basan en la teoría darwiniana de la evolución.

El mito número tres es creer que la evolución es impulsada por accidentes de mutaciones aleatorias y como resultado no hay propósito en nuestra existencia en este planeta.

El mito número cuatro es otra extensión de la teoría darwiniana que postula que la evolución es impulsada por una competencia entre la aptitud y la lucha por la vida, lo cual significa que ahora estamos compitiendo con los demás para sobrevivir en lugar de reconocer la unidad y la totalidad.

Así que vamos a empezar por desmontar el mito número uno, que es la creencia de que los principios newtonianos, la física newtoniana, son los fundamentos que dan forma al desarrollo de nuestro mundo cuando en realidad estos dividen el universo en dos reinos: un reino físico, mercurial, mecánico, contra un reino invisible energético.

Los humanos estamos hechos de materia y se supone entonces que existimos conforme las leyes del reino material provistas por Newton.  Así nos convertimos en máquinas físicas, pero ignoramos la relevancia del reino invisible que nos rodea, al que antes se aludía como “reino espiritual”.

Según estos principios vivimos en un mundo sin espiritualidad, en un mundo de materialidad, con el propósito de conseguir más y más materia para revelar lo poderosos que somos.

Esa suposición es incorrecta según la nueva ciencia de la física cuántica porque la materia parece ser una ilusión. Cuando miras la estructura del átomo resulta que no hay una estructura articulada como creemos, sino que en realidad es un vórtice de energía.

Todo es energía y el significado de eso es que esta energía no puede ser separada. Ella representa una sola unidad; toda la energía y todas las cosas individuales que vemos como materia son energía conectada entre sí.

La física cuántica es la ciencia más válida en este planeta, no hay ciencia que haya sido probada y afirmada como más verdadera que la física cuántica y tenemos que empezar a reconocer una unidad en lugar de una separación en el mundo material.

La vieja creencia que resulta ser falsa es el determinismo genético, la creencia en que los genes determinan las características de nuestras vidas.

Hasta donde sabemos, no escogimos los genes con los que venimos. Además, si no nos gustan las características que tenemos, no podemos cambiar los genes. Luego a eso le agregamos la creencia de que los genes “se encienden y se apagan” por sí mismos y es cuando empezamos a creer que nuestras vidas están controladas por factores sobre los que no tenemos intervención.

Así, los genes nos controlan y nos convertimos en víctimas de nuestra herencia.

Bien, ¿adivinen qué? Esa creencia es totalmente falsa porque ahora sabemos que hay una nueva ciencia que se llama epigenética.

En tanto que en la genética los genes controlan nuestra vida, en la epigenética ahora sabemos que nuestra conciencia y nuestra respuesta al medio ambiente es lo que controla nuestra genética. En la palabra epigenética, el prefijo “epi” significa “por encima”, es decir, que los caracteres que expresamos están controlados por encima —epi— de los genes.

A través de mi conciencia, y mediante mi respuesta al medio ambiente puedo cambiar mi actividad genética, puedo mejorar mi expresión genética o incluso —por desgracia, con consecuencias negativas—, puedo destruirme a mí mismo con enfermedades solo por la acción de mi mente.

Pero dado que la acción de la mente está bajo mi control, no soy una víctima de mi genética, soy más bien un maestro de mi genética. Si entendiéramos esto, entonces no estaríamos enfrentando la crisis de salud que está socavando la civilización en este momento pues seríamos lo suficientemente poderosos para evitarlo.