Descubre Cómo Alcanzar tu Ser Superior y Manifestar TODOS Tus Deseos. Wayne Dyer en Español. Alcanzar la Consciencia de que Tienes un Ser Superior, te Llevará a Alcanzar Esto.
En tu interior, existe una capacidad divina para manifestar y atraer todo lo que necesitas o deseas. Esta es una afirmación tan poderosa que te sugiero que la escuches una y otra vez, y que seas consciente de su significado antes de comenzar tu camino hacia la manifestación de tus deseos.
[Video] Wayne Dyer en Español
La mayoría de lo que nos enseñan a creer, en torno a nuestra realidad, está reñido con esta idea. En general no creemos tener esa habilidad divina para manifestar y atraer lo que necesitamos o deseamos.
Tomar consciencia de tu ser superior no es algo que lograrás mediante un esfuerzo físico. Tampoco puedes depender exclusivamente de técnicas sobrenaturales.
Lo esencial es que comprendas que eres al mismo tiempo un cuerpo físico, en el mundo material, y un ser no físico que puede tener acceso a un nivel superior. Ese nivel superior está dentro de ti y se llega a él a través de las cuatro fases del desarrollo adulto.
Puedo hablar de estas fases desde mi experiencia personal, porque pasé muchos años en cada una de ellas. Estas fases han sido peldaños hacia el reconocimiento consciente de mi ser superior.
Cada fase involucró experiencias que me permitieron seguir adelante en mi camino hacia la consciencia superior.
He descrito estas fases en otras oportunidades, así que las reseño brevemente.
La primera es la fase del atleta. La palabra atleta se usa para describir un período de tiempo en nuestra vida adulta en que nos identificamos fundamentalmente con nuestro cuerpo físico y su funcionamiento en nuestra vida cotidiana.
En esta etapa, la vida resulta inconcebible sin un espejo y sin un flujo continuo de alabanzas que nos hagan sentir seguros. Sentimos una identificación casi absoluta con nuestro desempeño físico, nuestro atractivo y nuestros logros.
Es, por supuesto, saludable que cuides tu cuerpo, tratándolo con gentileza, haciendo ejercicios y nutriéndolo de la mejor manera que te permitan tus circunstancias. Estar orgulloso de tu apariencia física y disfrutar de los elogios no significa que tengas una fijación por tu cuerpo.
Sin embargo, si tus actividades diarias giran en torno a un estándar predeterminado de desempeño y apariencia, estás viviendo la fase del atleta.
La segunda fase es la del guerrero. En general, cuando dejamos atrás la fase del atleta entramos en la fase del guerrero. En esta etapa el ego domina nuestras vidas y nos sentimos obligados a conquistar el mundo para demostrar nuestra superioridad.
Para mí el ego se expresa en la idea que tenemos de nosotros mismos como seres importantes y separados de todos los demás. El objetivo del guerrero comandado por el ego es someter y derrotar a los demás, en una carrera por ser el número uno.
En esta fase estamos ocupados con metas, logros y competición con otros. Este período dominado por el ego está lleno de ansiedad.
Además, nos comparamos con otros, de manera incesante, ante nuestros éxitos, trofeos, reconocimientos, títulos y posesiones materiales, que es lo que nos permite registrar nuestros logros.
El guerrero está intensamente preocupado por el futuro y por lo que pueda interponerse en su camino o interferir con su posición.
La tercera fase se identifica como la del estadista. Este es el período en la vida en el que domamos nuestro ego y cambiamos nuestro estado de consciencia. En este período nos interesa saber qué es lo importante para otras personas. Comenzamos a comprender que nuestro propósito principal es dar, en lugar de obtener.
Para el estadista cosechar triunfos sigue siendo en extremo importante, y con frecuencia presenta también rasgos del atleta. Sin embargo, su impulso interior lo lleva a servir a otros.
La auténtica libertad no puede experimentarse hasta que aprendemos a controlar el ego y salimos del ensimismamiento que provoca el centrarnos en nosotros mismos.
Cuando puedes abandonar los pensamientos acerca de ti mismo, y puedes dejar de pensar en ti por un período de tiempo largo, es cuando te liberas. La fase del estadista en la adultez tiene que ver con prestar servicio y tener gratitud por todo lo que ocurre en tu vida.
En este nivel estás muy cerca de tu ser superior. Lo que impulsa tu vida ya no es el deseo de ser el más poderoso y atractivo. Tampoco te interesa dominar y conquistar. Has entrado al reino de la paz interior.
Es siempre en el servicio que se presta a otros, sin importar lo que haces o qué cosas te interesan, como encuentras la dicha que buscas.
Pero hay una fase superior a la del estadista.
La cuarta fase se describe con la palabra espíritu. Cuando entras a esta fase superior de la vida, sin importar tu edad o posición, reconoces tu verdadera esencia, el ser superior.
Cuando conoces a tu ser superior, estás en camino a convertirte en un cocreador de todo tu mundo. Aprendes a manejar las circunstancias de tu vida y participas con confianza en el acto creador. Te transformas literalmente en un manifestador.
La fase del espíritu se caracteriza por una consciencia clara de que este lugar llamado planeta Tierra no es tu hogar.
Sabes que no eres ni un atleta ni un guerrero ni un estadista, sino que eres una energía infinita, ilimitada, inmortal, universal y eterna, que reside temporalmente en un cuerpo. Sabes que nada muere y que todo es energía en constante cambio.
Esta energía interior infinita no está solo en ti, está en todas las cosas, en todas las personas y en todos los seres que están vivos en este momento o que lo han estado alguna vez. Comienzas a conocer esta verdad íntimamente.
Cuando alcanzas este nivel, estás en un espacio que se encuentra en este mundo, pero que no es de este mundo.
La mayoría de la gente piensa en el mundo espiritual como algo que ocurrirá en el futuro y que solo podrán conocer después de la muerte. La mayoría de nosotros aprendimos que el ser superior es algo que no puedes llegar a conocer mientras estés atrapado en tu cuerpo.
Sin embargo, el espíritu es ahora. Está en ti en este preciso momento, en forma de energía. La energía no es algo que al final llegarás a conocer, sino que es lo que tú eres aquí y ahora.
La energía invisible que una vez estuvo en Shakespeare, Picasso, Galileo o en cualquier forma humana, también está disponible para todos nosotros.
Eso es así porque la energía del espíritu no muere, solo cambia, se transforma. No puede morir porque no tiene límites, no tiene principio, no tiene fin y no tiene características físicas que podamos asociar con la forma. Esa energía está en tu interior.
Alcanzar la consciencia de que tienes un ser superior, que es universal y eterno, te llevará a tener acceso al mundo con más libertad y a participar en el acto creador o a manifestar los deseos de tu corazón.
Existe lo visible y lo invisible. Considera por un momento el mundo de la forma que ves a tu alrededor, incluyendo tu cuerpo. ¿De quién es ese ojo invisible que mira desde dentro de esos tubos, huesos, arterias y piel que constituyen tu forma física?
Para conocerte a ti mismo de manera auténtica, tienes que entender que todo lo que observas a tu alrededor fue y es producido por algo en el mundo de lo invisible. Ese algo está en el mundo del espíritu.
Al observar un roble gigante, pregúntate qué hizo que ese árbol se convirtiera en lo que es. Sabes que comenzó con una bellota diminuta. Tu mente lógica y racional te dice que tiene que haber algo similar a una “naturaleza arbórea” dentro de esa bellota. Pero, si abres la bellota no encuentras nada que se asemeje a un árbol. Todo lo que encuentras es una masa de una sustancia marrón.
Si vas un poco más allá y examinas esa sustancia marrón, descubrirás moléculas características de la bellota, luego átomos, electrones y partículas subatómicas, hasta que finalmente, al observar en mayor profundidad, encontrarás que no hay más partículas, solo ondas de una energía que misteriosamente viene y se va.
Concluirás entonces que la bellota y el árbol mismo tienen un creador que es invisible e inconmensurable, llamado espíritu o alma —por aquellos que necesitamos catalogar este tipo de cosas.
Este mundo invisible que es la fuente del mundo visible es también lo que te ha originado. Al principio eres energía que no tiene dimensiones, que no está en el mundo de lo visible. Este es nuestro ser original. Es potencialidad, no un objeto, más bien una atracción en el futuro.
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Es este mundo de lo invisible lo que me gustaría que consideraras mientras lees esto. Mira a tu alrededor en este momento, en el mundo de la forma; luego mira hacia tu interior y comprende que el mundo comenzó en la dimensión invisible.
Entonces, da el gran salto a la consciencia de que eres al mismo tiempo estos dos mundos. No estás separado del mundo de lo invisible, de la misma forma en que no puedes estar separado del mundo de lo visible. En todo momento de tu vida, eres una combinación de ambos mundos.
El problema que tenemos la mayoría de nosotros para transformarnos en manifestadores y para aprender a manejar las circunstancias de nuestras vidas es que hemos perdido la habilidad para oscilar entre el mundo de la forma y ese mundo invisible.
¿Te han enseñado que el creador es algo que está fuera de ti? Si es así, tu mundo interior, el mundo de lo invisible, está lleno de ideas que te prohíben participar en el proceso de creación. Cuando superes el obstáculo que representan estas ideas, tu ser invisible será tu entrada a la creación en tu vida.
Lo que en verdad debes practicar es a trascender tus condicionamientos. Ya sea que te guste o no, todos hemos sido condicionados para pensar y actuar en formas que se han hecho automáticas.
Tienes que buscar la manera de ir más allá de este condicionamiento, si quieres conseguir el acceso a tu ser superior. Puedes estar seguro de que el ego no se tomará bien que hagas esta clase de esfuerzo.
Pedirle al ego ayuda para que disminuya su propia importancia, para que puedas acceder a tu ser superior, es similar a intentar pararte sobre tus hombros.
El ego no es capaz de apartarse por respeto al espíritu, así como tu ojo no puede verse a sí mismo o la punta de tu lengua no puede tocarse a sí misma.
De este modo, tu trabajo se convierte en una serie de paradojas. Si dependes de tu ego para superar la influencia del ego, lo único que ocurrirá es que el ego fortalecerá el dominio que ejerce sobre ti. Tienes que encontrar la forma de emancipar tu conciencia de las limitaciones en tu mente y en tu cuerpo.
Bajo el dominio del ego, generalmente te sientes como una entidad separada. Para superar este condicionamiento, debes comenzar a verte a ti mismo como humanidad, en lugar de sentirte como una forma en un cuerpo separada de todo lo demás.
Dicho de una forma muy simple, si sientes que estás desconectado del resto de la humanidad y que en verdad eres un ser separado que necesita probarse a sí mismo y competir con otros, no podrás manifestar los deseos de tu corazón.
Si puedes verte a ti mismo como una parte de lo que deseas, habrás superado el condicionamiento de tu ego y de todos los otros egos que han contribuido con este proceso en tu vida.
Aquí te presento algunos de los pensamientos condicionantes que mantienen a tu ego a cargo de tu vida e impiden que materialices lo que deseas y lo que te desea a ti.
El primer pensamiento te dice: “No estoy a cargo de mi vida. Esa fuerza está fuera de mi”.
Tú puedes cambiar esta percepción. Aparta tu atención de los pensamientos dominados por el ego en torno a las circunstancias de tu vida y céntrate en el momento presente.
Puedes hacer esto tomando conciencia de tu respiración, de los sonidos, de las texturas, de los olores y de las escenas que la fuerza de la vida está experimentando a través de ti.
El segundo pensamiento condicionante te dice: “Las personas no pueden manifestar. Todo depende del azar cósmico, de la suerte”.
Culpar a la suerte o a alguna fuerza externa e invisible que controla el universo es un hábito del condicionamiento que conduce a una pérdida de poder y en última instancia a la derrota.
Tú eres el universo, no es algo fuera de ti. Tú eres esa fuerza que está en todo. Incluso en las cosas que no se han manifestado previamente en tu vida.
Recuerda que serás como piensas. Si piensas que no puedes, estás en lo cierto, y eso es precisamente lo que verás que ocurre en tu vida.
Un tercer pensamiento condicionante te dice: “Lo he intentado antes y nunca me ha funcionado”.
Aquí la respuesta condicionada consiste en creer que una vez que has intentado algo y fracasado, cualquier nuevo intento tendrá el mismo resultado.
Abandona tu obsesión con el pasado y con los intentos. En lugar de eso mantente en el momento, relajado y despreocupado. Tu pasado es una ilusión, es el rastro que quedó detrás de ti y que no puede impulsar tu vida hoy, no importa lo que elijas creer, todo lo que tienes es el ahora.
Un cuarto pensamiento condicionante te dice: “Solo los seres altamente evolucionados pueden manifestar”.
Una vez más, el ego te dice que estás separado y eres distinto de tus maestros espirituales y de aquellos que viven en el nivel de consciencia más alto. Renuncia a esos pensamientos y reemplázalos con la visión de ti mismo conectado a todos mediante la fuerza invisible de la vida que es tu esencia divina.
El primer principio espiritual te conduce hacia la superación de tus condicionamientos. Requiere que adoptes una nueva actitud acerca de ti mismo y que luego pongas esta actitud en práctica a diario.
Te insto a que conozcas al ser superior, en lugar de tan solo leer acerca de él, a que lo conozcas en las zonas más profundas de tu ser y a que, después de conocerlo, nunca vuelvas a dudar de él.
Te animo a que sigas las sugerencias que te doy a continuación, que te ayudarán a desarrollar el primer principio como un aspecto permanente de tu toma total de consciencia.
La primera sugerencia: piensa en la iluminación como el estado que consiste en encontrarse inmerso en y rodeado de paz. Lo único que quiere tu ser superior es que estés en paz.
Tu ser superior no juzga, no compara, no exige que derrotes a otras personas o que seas mejor que ningún otro. Llegas a conocer a tu ser superior al escuchar la voz que solo quiere que tengas paz. Eso es la iluminación.
La segunda sugerencia: ve más allá de las restricciones del plano físico. El propósito del ser superior es ayudarte en este esfuerzo. Para hacer esto debes crear un santuario interior que es solo tuyo.
Retírate a ese espacio silencioso en tu interior, con tanta frecuencia como te sea posible, y renuncia a todos los apegos que te atan al mundo exterior del ego. Al ir a este santuario, en tu interior nacerá una luz, que llegarás a conocer y respetar. Esta luz es tu conexión a la energía de la manifestación.
La tercera sugerencia: rehúsate a defenderte ante cualquier persona o situación en el plano terrenal. Este es el reto del ser superior. Usa tu luz interior para alinearte con la energía de tu fuente y permite que aquellos que estén en desacuerdo contigo tengan sus propios puntos de vista.
Tú estás en paz, nunca das explicaciones y te niegas a hacer alarde de tu energía. Tú sabes y eso es suficiente para ti.
La cuarta sugerencia: ríndete y confía en la sabiduría que te creó. Esa confianza es tu espacio de libertad y siempre será tuyo.
Tu ser superior no es solo una idea que suena sublime y espiritual. Es una forma de ser. Es el primer principio que debes llegar a entender y acoger a medida que te encamines a atraer hacia ti todo lo que quieres y necesitas para este paréntesis en la eternidad que es tu vida.
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