Descubre Cómo Son los 9 PASOS para Eliminar Cualquier Problema de Tu Vida para Siempre. Dr. Wayne Dyer en Español.
Siete observaciones para sanadores
Algunas de estas observaciones están basadas en los aforismos propuestos por Patanjali en relación con la práctica del yoga y de la meditación, que permiten al ser humano alcanzar el conocimiento unificado de Dios.
[Video] Wayne Dyer en Español
Primer principio
He aquí lo que dijo Patanjali: «Cuando una persona se mantiene firme en su abstinencia de la falsedad, alcanza el poder de lograr para sí misma y para otros los frutos de las buenas acciones, sin tener que llevar a cabo esas buenas acciones».
Veamos lo que esto significa. La primera parte, mantenerse firme lejos de la falsedad, no significa dejar de mentir, significa dejar de identificarse con el ego, que es el falso ser. En este caso, la persona solo debe identificarse con el espíritu.
Cuando estás en ese estado puedes afirmar con sinceridad: «Ya no soy lo que tengo ni lo que hago ni lo que otros piensen de mí. Soy el bien amado, estoy conectado a Dios».
Cuando a Sai Baba le preguntaron, ante una enorme audiencia: «¿Eres tú Dios?», este hombre que realizaba milagros dijo: «Sí, lo soy, y también lo eres tú. La única diferencia es que yo lo sé y tú lo dudas».
Patanjali identifica a la falsedad con el falso ser: el ego.
Cuando al gran filósofo Vivekananda le preguntaron: «¿Cómo puedo alcanzar ese nivel superior de consciencia?», él lo expresó de esta forma: «En la primavera salgan a observar las flores en los árboles de frutas. Las flores se desvanecen por sí mismas a medida que crece la fruta. Así también se desvanecerá el ser inferior a medida que el ser divino crezca dentro de ti».
A esto se refiere la segunda parte de este principio. Deja que el ser divino crezca dentro de ti. Trae el espíritu a tu vida.
Segundo principio
Patanjali afirmó: «Cuando estás firme en tu abstinencia de pensamientos malignos dirigidos hacia otros y hacia ti mismo, todas las criaturas vivientes dejarán de sentir hostilidad en tu presencia, dejarán de sentir miedo y cooperarán contigo».
Esta es la esencia de San Francisco de Asís. Cuando ya no piensas en hacer daño a otros o a ti mismo, todas las criaturas vivientes solo experimentarán amor en tu presencia y se mostrarán dóciles ante ti.
Tercer principio
«Conocer la naturaleza interior de un objeto o de una persona es ganar poder. A medida que el aspirante crece en concentración, puede encontrarse a sí mismo de manera repentina en posesión de poderes psíquicos. Podría ser capaz de sanar a los enfermos, de leer los pensamientos de otros, de ver el futuro o de controlar ciertas fuerzas naturales».
Cuando Patanjali habla del aspirante, se refiere a todos y cada uno de nosotros. Todo lo que se necesita es el poder de la concentración, la meditación y el ensimismamiento.
A medida que te aproximes a este estado, comenzarás a verte a ti mismo sanando y dominando estos poderes que no pensaste que estuvieran disponibles para ti.
Cuarto principio
«Cuando el campo de energía de una persona alcanza las vibraciones más altas y complejas, a partir de la imaginación o la meditación, la persona tiene experiencias espirituales, que no dependen de sus creencias».
Esto significa que cuando vibres a altas frecuencias, tendrás estas experiencias espirituales, ya sea que las desees o no.
Quinto principio
«Dios solo puede expresarse en ti cuando estás en paz».
Esto siempre me ha parecido muy interesante. Si no estás en paz, has sacado a Dios de tu vida, y al hacerlo renuncias a la sanación y a la posibilidad de hacer milagros.
Sexto principio
«La enfermedad y la discordia no tienen poder alguno sobre ti, excepto a través de tu creencia en ellas».
Deja de creer en ellas y eliminarás todo su poder.
Séptimo principio
En el Corán dice: «Cualquier bien que tengas proviene de Dios. Cualquier mal que tengas proviene de ti mismo».
Dios es todo lo que es bueno. Cuando pones a Dios ante la discordia anulas la enfermedad.
Para finalizar quisiera compartir contigo las ideas de un ser que vive en la autorrealización y alejado del ego.
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En el libro La sabiduría de todos los tiempos reuní a sesenta personas, todos poseedores de las cualidades de la autorrealización: son independientes de la buena opinión de otras personas, se muestran desapegados de los resultados, no tratan de ganar poder sobre otros, son capaces de ver la belleza y la verdad en todas partes, sienten una gran pasión por la vida, son capaces de vivir en el ahora y no en el pasado, tienen una gran sensación de paz en sus vidas.
Me gustaría que prestaras atención a las palabras de una persona que comparte estas características. Yo imaginaría que, si estas sesenta personas elaboraran un documento, podría ser algo como esto.
Una mujer fue a una fiesta en la que todas las personas hablaban de su ego: lo que tengo, lo que hago, lo que otros piensan de mí. Llegó un momento en que ella ya no podía soportarlo, porque cuando vives a un nivel de energía de altas frecuencias vibratorias ya no te satisfacen las conversaciones convencionales, son algo en lo que ya no puedes sentirte interesado.
Por eso no quieres escucharlas, tampoco quieres sentirte molesto ni quieres ser arrogante o grosero. Solo necesitas descontaminar tu campo de energía de ese tipo de consciencia. Así es como ella se estaba sintiendo.
Regresó a su casa un poco disgustada por la forma en que las personas estaban hablando acerca de su propia importancia y escribió una invitación, que luego se publicó con el título de La invitación.
Esta mujer se llama Oriah Mountain Dreamer, y esto es parte de lo que escribió:
No me interesa saber cómo te ganas la vida, quiero saber qué es lo que te duele y si te atreves a soñar con cumplir los anhelos de tu corazón.
No me interesa saber qué edad tienes, quiero saber si te arriesgarías a lucir como un tonto por amor, por tus sueños o por la aventura de estar vivo.
No me interesa saber qué planetas encuadran tu luna, quiero saber si has tocado fondo en tu propio dolor, y si tu corazón se ha abierto por las traiciones de la vida, o si se ha marchitado y cerrado por el miedo a más sufrimiento.
Quiero saber si puedes aceptar el dolor, el mío o el tuyo, sin tratar de esconderlo, o desdibujarlo, o eliminarlo.
Quiero saber si puedes aceptar la alegría, la mía o la tuya, si puedes danzar con frenesí y dejar que el éxtasis te colme hasta la punta de tus dedos sin exhortarnos a ser cuidadosos, a ser realistas o a recordar las limitaciones de los seres humanos.
No me interesa si la historia que me cuentas es cierta, quiero saber si estás dispuesto a decepcionar a otra persona para ser en verdad tú mismo.
Si puedes soportar las acusaciones de traición y no traicionar a tu propio espíritu. Si estás dispuesto a no creer en nada o en nadie, y si eres por lo tanto digno de confianza.
Quiero saber si puedes ver la belleza aun cuando no todos los días sean hermosos. Y si puedes inspirar tu propia vida con su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el mío o el tuyo, y aún detenerte al borde del lago y gritar al brillo de luna llena: «Sí».
No me interesa saber dónde vives o cuánto dinero tienes. Lo que quiero saber es si puedes levantarte después de una noche de sufrimiento, desesperado, cansado y magullado hasta la médula, y aún hacer lo que se necesita para alimentar a los niños.
No me interesa saber a quién conoces o cómo llegaste aquí. Lo que quiero saber es si estás dispuesto a pararte en medio del fuego conmigo sin echarte atrás.
No me interesa saber qué, dónde o con quién has estudiado. Lo que quiero saber es qué es lo que te sostiene por dentro cuando todo lo demás se desbarata.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo, y si disfrutas de tu propia compañía en los momentos más vacíos.
La invitación es un libro muy hermoso. Cada capítulo se basa en una de esas observaciones.
Lao Tzu afirmó: «Al nacer todas las personas son suaves y flexibles; al morir son ásperas y rígidas. Todas las plantas verdes son tiernas y flexibles; al morir son quebradizas y secas. Por eso cuando somos ásperos y rígidos nos asociamos con la muerte y cuando somos suaves y flexibles ratificamos la vida con mayor intensidad».
Ten una mente abierta a todo y apegada a nada.
Escucha al espíritu cada día.
Practica la meditación JAPA.
Trasládate a los niveles de energía de más alta frecuencia.
Comprende este fragmento de Un curso de milagros: «En cada momento de tu vida puedes elegir o bien ser un anfitrión de Dios o un rehén de tu ego».
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