Descubre Cómo Eliminar tus Pensamientos Negativos. Rompe tu Adicción a las Emociones Negativas.
La mayoría de la gente intenta crear una nueva realidad personal con la misma personalidad y así no funciona. Tenemos que convertirnos en otra persona, literalmente.
Toda esta información que estás aprendiendo hoy, inspirará nuevos pensamientos, los cuales deberían conducir a nuevas decisiones, las que deberían conducir a nuevos comportamientos, que a su vez deberían conducir a nuevas experiencias, que deberían crear nuevas emociones, y las nuevas emociones deberían inspirar nuevos pensamientos, y eso se llama “evolución”.
[Video] Dr. Joe Dispenza en Español
La mayoría de las personas en el mundo occidental pasa gran parte de su vida viviendo de las hormonas del estrés.
El estrés es cuando el cuerpo está fuera de homeostasis. La respuesta al estrés es lo que el cuerpo hace de forma innata para regresar al orden. Esa es la primera definición de resiliencia.
Hay tres tipos de estrés:
- El estrés físico: como una lesión, una caída accidental, un trauma.
- El estrés químico: como virus, bacterias, niveles de azúcar y metales pesados en la sangre, hormonas, alimentos, resacas y
- el estrés emocional: atascos en el tráfico, mala conexión a Internet, hipotecas, ser madre o padre soltero, planes de jubilación.
Cada una de esas cosas desequilibra tu cerebro y tu cuerpo. Todos los organismos de la naturaleza pueden tolerar el estrés durante un corto plazo. Por ejemplo, si un ciervo es perseguido por una manada de coyotes, pero logra correr y dejarlo atrás, a los quince minutos vuelve a pastar y el estrés se acabó.
Los seres humanos somos diferentes. Podemos activar la respuesta al estrés solo con el pensamiento.
Podemos comenzar a pensar en el peor de los casos en un futuro y, debido a que el privilegio de los seres humanos lograr hacer que el pensamiento sea más real que cualquier otra cosa, podemos enfocarnos en esa posibilidad hasta excluir todas las demás.
Somos capaces de hacer que el cuerpo pierda el equilibrio fisiológico solo con pensarlo, y el cuerpo es la mente inconsciente que cree que está en esa experiencia en el momento presente.
Podemos desplegar recuerdos amargos del pasado que están tatuados en los recovecos de nuestra materia gris y, como por arte de magia, darles vida y volverlos reales en ese momento.
A largo plazo, las hormonas del estrés presionan los botones genéticos que crean enfermedades y ningún organismo puede tolerar vivir en estado de emergencia durante períodos de tiempo prolongados.
Así que piensa en esto: puedes activar la respuesta al estrés solo con el pensamiento. Eso es ser humano. Y sabemos que las hormonas del estrés desregulan los genes que crean enfermedades. Eso significa que tus pensamientos pueden enfermarte.
Entonces, si tus pensamientos pueden enfermarte, ¿también pueden curarte?
Las hormonas del estrés le dan al cuerpo y al cerebro una subida de energía, es como un narcótico, se vuelve una droga.
La gente se vuelve muy adicta a la adrenalina y a las hormonas del estrés. Usan los problemas y condiciones en sus vidas para reafirmar su adicción emocional y poder recordar quienes creen que son.
La mala relación, el mal trabajo, las terribles circunstancias, todo eso está en su lugar porque la persona necesita eso para reafirmar su adicción emocional… ¡Porque imagínate que no pudieras sentir nada!
Si las hormonas del estrés se vuelven como un narcótico y puedes activar la respuesta al estrés solo con el pensamiento, entonces podríamos volvernos adictos a nuestros propios pensamientos.
Y si te vuelves adicto a tus propios pensamientos, cuando llega el momento de cambiar, entonces verás que actúas como un adicto.
En el momento en el que ya no estás pensando en ciertos pensamientos que producen ciertos químicos para que te sientas de cierta manera, esos sentimientos impulsarán los mismos pensamientos que conoces.
Por ejemplo, si tienes un pensamiento inseguro, comenzarás a sentirte inseguro.
Y cuando te sientes inseguro, vas a tener pensamientos más inseguros. Y si sigues haciendo eso durante veinte o treinta años, tener estos pensamientos se sentirá muy familiar.
Así empezarás a decir “soy inseguro”, y siempre que digas que eres algo, lo que harás es ordenarle a tu mente y cuerpo que se dirija hacia ese destino.
Entonces, si el cuerpo ha sido condicionado por la mente de las inseguridades, en el momento en el que ya no tengas pensamientos inseguros ni detones ni instales esos circuitos en tu cerebro, y luego produzcas la mezcla de sustancias químicas para que te sientas así, tu cuerpo le va a decir a tu cerebro:
“Oye, yo modifiqué mis sitios receptores por ti. Hemos estado haciendo esto durante veinte años, yo necesito esos productos químicos ¿y ahora tú simplemente vas a dejar de hacerlo?”.
Así, este proceso comenzará a enviar señales de regreso al cerebro y la parte más difícil del cambio será no tomar la misma decisión que tomaste el día anterior.
Debido a que los sentimientos y las emociones son el producto final de experiencias pasadas (y podemos recordar mejor las experiencias porque podemos recordar cómo se sienten), si el entorno activa al gen y produce una reacción química, entonces, siempre y cuando te sientas de la misma manera todos los días, no habrá nueva información proveniente del entorno y seguirás activando el mismo gen.
Ira, agresión, dolor, hostilidad, odio, prejuicio, miedo, ansiedad, inseguridad, desesperanza, impotencia, depresión, culpa y vergüenza, todas son emociones familiares para nosotros porque hemos experimentado los eventos correlacionados con ellas.
Esas emociones son las que se derivan de las hormonas del estrés, y si sigues desequilibrando tu cuerpo, ese desequilibrio se convertirá en el nuevo equilibrio, lo que te encaminarás hacia alguna enfermedad.
Debemos empezar a darnos cuenta de que veinte o treinta años de odio o quince años de miedo e inseguridad pueden ser la razón de ciertas enfermedades que tengamos.
Cuando reaccionamos a algo o a alguien en nuestras vidas, siempre habrá un cambio en nuestro estado químico. Seremos alterados de alguna manera.
Si no sabes cómo controlar tu reacción emocional a ese evento en tu vida y ese período refractario químico continúa durante horas o días, a eso se le llama “estado de ánimo”.
Es como cuando le preguntas a alguien qué le pasa y te responde que está de mal humor porque le pasó algo hace cinco días y sigue viviendo en la misma reacción emocional.
Si mantienes ese periodo refractario durante semanas o meses, se llama “temperamento”.
Es decir, como si alguien estuviera enojado debido a una experiencia que le sucedió hace nueve meses pero que todavía sigue viviendo en la misma reacción emocional.
Ahora, si mantienes el periodo refractario durante años, a eso se le llama “rasgo de personalidad”.
La mayoría de las personas usan sus emociones capa por capa y creen que eso es quienes son.
Salió un artículo en la revista Scientific American que estipula que los científicos dicen que el 50% de lo que dices sobre tu pasado no es cierto, porque ya no eres la misma persona y porque inventas cosas.
Los sentimientos y las emociones son el producto final de experiencias pasadas. Puedes recordar mejor las experiencias porque puedes recordar cómo se sienten; entonces, ¿crees que tu forma de pensar tiene algo que ver con tu vida?
Si la respuesta es sí, y los sentimientos se han convertido en tu medio de pensar, ¿estás pensando en el futuro o en el pasado?
Con cada nueva experiencia que tengas debería haber una emoción bastante buena. Deberías sentir felicidad, emoción, inspiración, gratitud o aprecio, es decir, una emoción elevada.
Pero si sientes de la misma manera todos los días, si tienes las mismas emociones familiares de siempre, según nuestro modelo biológico, eso significa que no está sucediendo nada nuevo en tu vida.
Vivir en los mismos sentimientos familiares es creer que el cuerpo, como la mente inconsciente, está en la misma experiencia pasada las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. Y, si el cuerpo se convierte en la mente de esa emoción, entonces el cuerpo literalmente está viviendo en el pasado.
No podemos crear un nuevo futuro aferrándonos a las emociones del pasado.
Las hormonas del estrés apoyan al ego para que nos volvamos egoístas.
Cuando un animal es amenazado por algo en su entorno externo, el trabajo del organismo en estado de emergencia y supervivencia es cuidar del “yo”. Los humanos identificamos el “yo” como un cuerpo en el entorno y en el tiempo.
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Cuando una cebra es perseguida por un león, ella solo se preocupa por tres cosas:
- Su cuerpo: la cebra piensa: “Mejor me ocupo de esto, así que debo poner mi atención en el entorno”.
- El ambiente: la cebra piensa: “¿Adónde voy a ir?”.
- y el tiempo: la cebra piensa: “¿Cuánto tiempo tengo para llegar allí?”.
Ahora, cuando tú y yo vivimos del cóctel de esas hormonas del estrés, nos obsesionamos con nuestros cuerpos, nuestro peinado, nuestro rostro, nuestro peso, nuestros problemas, cosas de nuestro entorno, cosas que tenemos, cosas que no tenemos, y nos obsesionamos con el tiempo.
Pero eso no quien eres, porque mientras vivas de las hormonas del estrés, estarás viviendo como un materialista, dado que las hormonas del estrés nos han hecho creer que el mundo exterior es más real que el mundo interior.
Esas hormonas nos hacen sentir absolutamente separados de la posibilidad, porque cuando te persigue un león no es el momento de crear ni el momento de confiar ni el momento de aprender. Es el momento de lidiar con una emergencia.
La mayoría de las personas en el mundo occidental pasan gran parte de su tiempo preparándose para el peor de los casos y protegiéndose de él. Básicamente están tratando de predecir el futuro a partir del pasado.
Así que al vivir de las hormonas del estrés y definir la realidad mediante nuestros sentidos, nos convertimos en materialistas porque nos sentimos separados de la posibilidad y toda nuestra atención va a nuestros cuerpos, el medio ambiente y el tiempo.
Otra forma de decirlo, desde una perspectiva cuántica, es que el átomo es 99,9999% energía e información y, al poner toda nuestra atención en la partícula, nos perdemos la posibilidad.
Algunas personas tienen que llegar a un punto de crisis para finalmente comenzar a desviar su atención de su mundo exterior y comenzar a hacerse algunas preguntas más importantes:
¿Quién soy yo? ¿Cuál es la mayor expresión de mí mismo? ¿Qué tendría que cambiar para ser feliz? ¿Como qué personaje en la historia, a quien admiro, quiero ser?
Así es como empezamos a contemplar, especular y a ensayar quiénes seríamos si mejoráramos.
El solo pensar en quién quieres ser comienza a cambiar el cerebro. Y cuando combinas una intención clara (la intención es un proceso reflexivo) con una emoción elevada (que es un proceso sincero), te redireccionas a un nuevo estado de ser.
Cuando te recuerdes a ti mismo todos los días quién ya no quieres ser, y te recuerdes quién sí quieres ser, comenzarás a hacer que tu cerebro detone nuevas secuencias, nuevos patrones y nuevas combinaciones; y cada vez que hagas que tu cerebro funcione de manera diferente, estarás cambiando tu mente, porque, según la neurociencia, la mente es el cerebro en funcionamiento.
Cuando te recuerdas a ti mismo quién quieres ser, detonas e instalas nuevos circuitos en tu cerebro que se convertirán en la plataforma misma de la base de quién llegarás a ser.
El privilegio de ser un ser humano es que podemos hacer que el pensamiento sea más real que cualquier otra cosa.
Cuando un pensamiento en la mente se convierte en la experiencia, el corazón comienza a abrirse y el cuerpo, como la mente inconsciente, comienza a creer que se encuentra en ese nuevo futuro en el momento presente, lo que literalmente activa nuevos genes y nuevas formas de adelantarse al entorno.
A medida que comiences a enamorarte de ti mismo y a dar gracias antes de que tu futuro se manifieste en el momento presente, tu firma emocional de gratitud significará que el evento ya ha sucedido.
Es como darle a tu cuerpo una probada del futuro en el momento presente.
Si haces esto todos los días una y otra vez, estarás des-memorizando las emociones que te mantienen conectado al viejo yo y estarás reacondicionando tu cuerpo a una nueva mente en una nueva emoción.
Así tu corazón comenzara a abrirse y pasaras de ser egoísta a ser altruista, pasarás de estar en un estado de supervivencia a un estado de creación.
Y cuando ya no estés pensando y sintiendo de la misma manera, te encaminarás a la cuarta cualidad, donde tendrás largos momentos en los que perderás la noción del tiempo y el espacio.
Allí, mientras medites, lo que hagas en tu mundo interior se volverá tan real que, cuando abras los ojos, pensarás que han pasado veinte minutos, cuando en realidad ha pasado una hora y veinte minutos.
Cuando haces preguntas abiertas como: “¿Cómo sería?”, “¿Cómo tendría que ser?”, el lóbulo frontal (el máximo logro del ser humano), ese centro creativo que tiene conexiones con todas las demás partes de tu cerebro, tal y como un gran líder de una orquesta sinfónica, observa el paisaje de todo el cerebro, comienza a seleccionar diferentes redes de neuronas y las une sin interrupciones para crear una nueva mente.
Cuando el cerebro comienza a detonar secuencias en conjunto, el lóbulo frontal crea una imagen y esa imagen se llama “intención”.
Cuando puedas hacer esa imagen más real que cualquier otra cosa y comiences a sentirte inspirado por ella, tu cuerpo ya no vivirá en el pasado, sino que vivirá en el futuro.
Y cada día que no detones ni instales los mismos circuitos en tu cerebro, y que no actives emocionalmente los mismos genes de la misma manera, estarás dirigiéndote hacia el éxtasis. Y así es como comenzarás a revertir el proceso.
Un nuevo estado de ser es una nueva personalidad y una nueva personalidad crea una nueva realidad personal.
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