Maneras Poco Convencionales de Encontrarte a Ti Mismo

Cuando las respuestas ante ciertas preguntas acerca de nosotros mismos nos empiezan a incomodar, bien porque no las encontramos, bien porque no podemos poner esas respuestas en práctica, nos hallamos ante uno de los grandes dilemas de la vida humana.

Esas interrogantes a las que nos referimos están relacionadas con la esencia del ser, como por ejemplo qué es lo que más deseamos, lo que más nos gusta, qué anhelamos conseguir. Formuladas así parecen preguntas sencillas, pero si las analizamos, en realidad lo que ellas buscan es llegar al fondo de nosotros para hacer aflorar la razón sobre lo que hemos venido a ser y hacer en este mundo, para descubrir nuestra verdadera pasión, esa que nos hará sentir plenos y realizados. Se tratan entonces de planteamientos serios e importantes.

Muchas personas, a medida que crecen, experimentan una atracción inexplicable por algo (a veces por más de una cosa) en la vida y hacia allá enfocan su pasión. Esos individuos no han tenido necesidad de cuestionarse nada porque el objeto de su pasión los llamó y la conexión fue inmediata.

La juventud tiene esa característica peculiar que hace más sencillo encontrar la pasión (o pasiones) en la vida: la gente joven está descubriendo el mundo y experimentando por primera vez, así que sienten con gran intensidad cada una de sus vivencias. Por eso, lo que les gusta los emociona de una manera especial y se dirigen a ello con confianza, como las polillas que siguen la luz sin dudar.

Pero a medida que pasan los años y acumulamos conocimientos y experiencias, sin que nada nos llame la atención con esa avidez particular, empezamos a sentirnos perdidos, sin rumbo. Esa inquietud por no saber todavía “para qué has nacido” se vuelve angustiosa y hasta llega a quitar los deseos de vivir.

Entonces, si bien la juventud es un momento ideal para descubrir la misión de vida por esas características que ya mencionamos, no podemos quedarnos sin encontrar nuestra razón de estar en este mundo, cuál es nuestra vocación y en qué ponerla en práctica.

En este artículo se hará mención a ciertas estrategias para ayudarnos a encontrar de manera personal cuáles son nuestras pasiones y el rumbo que debemos seguir. Todos sentimos atracción hacia algo, pero como se verá, muchas falsas creencias enturbian la percepción acerca de nosotros mismos y nos llevan a dudar y extraviarnos durante muchos años. Por eso debemos aclarar primero cuáles son los principales mitos sobre cuál es nuestra vocación o vocaciones, y luego qué preguntas debemos formularnos para encaminarnos hacia nuestra verdadera misión.

 

Mito 1: La vocación es algo grandioso que produce admiración y dinero

Muchas veces se cree que la vocación es algo fastuoso que vuelve a la gente adinerada, famosa, interesante y envidiada por todos…

Bajo ese punto de vista, si nuestros intereses no cumplen con ese requisito, no son algo grandioso y digno de admiración o envidia, entonces no les damos importancia y los dejamos en un segundo plano, perdiendo así el que podría ser el camino hacia nuestra misión personal.

Prestemos atención a la gente que lleva vidas discretas e incluso las que trabajan en oficios cotidianos. Por ejemplo, un carpintero o un ebanista: es admirable ver como estas personas disfrutan las texturas y los olores de las maderas, conversan durante horas con otros colegas sobre cómo fabricar o alterar una herramienta para que cumpla mejor su objetivo y realizan muebles con hermosos detalles aunque solo vayan a cumplir una función cotidiana. También es apreciable cómo se molestan cuando una persona no trata apropiadamente sus muebles de madera o dejan que el tiempo y uso los desgaste sin darles mantenimiento. Ellos son un ejemplo de que la misión de vida puede encontrarse en un oficio. Con ello queremos pedirte que veas con más atención al maestro de preescolar, al fiscal de tránsito o a la costurera para entender cómo se desmonta este mito de que solo vale la pena sentir inclinación por intereses grandiosos.

Cualquier actividad en el mundo es importante y tiene impacto, sea visible o no. Ninguna ocupación es demeritoria y cuando está hecha con buena voluntad y gusto, estará al servicio de los demás. Trabajar en una imprenta de libros y cuidar que todos sean de alta calidad ayudará a alguien a amar la lectura; un vestido bien confeccionado hará lucir bien a alguien. Encontrar un trabajo que disfrutemos y hagamos lo mejor posible nos llevará a sentirnos tan realizados como el ganador de un premio Nobel.

 

Mito 2: Los gustos y placeres personales nunca pueden ser la misión en la vida

Otro mito muy arraigado es decir que los gustos personales son “niñerías”, pasatiempos para cuando no estamos haciendo lo verdaderamente importante; que un gusto o un placer personal no es algo que se pueda convertir en una forma de vida (en especial cuando no produce mucho dinero ni prestigio), y que más bien hay que mantenerlo oculto, como algo vergonzoso. Un gusto no podría compararse con las gestas épicas de los que sí tienen vocaciones valiosas.

Esta es una creencia equivocada. Mantener un gusto de la niñez a través de los años es una señal de que te sentirías feliz trabajando en algo relacionado con ese pasatiempo, sin importar el valor que los demás le den. Una maestra venezolana llamada Zobeyda Jiménez se hizo mundialmente famosa por unir el trabajo pedagógico con su gusto por hacer muñecas de tela, encontrando en la confección y el juego una forma de terapia para llevar mensajes de paz y liberación a muchas personas.

Ningún interés personal es tan vergonzoso e insignificante como para no poder convertirse en una forma de vida. Solo hay que tomarlo en serio y ver cómo puede volverse algo funcional.

 

Mito 3: Hay que buscar nuestra vocación tomando a ciertas personas como modelos

Las comparaciones entre los objetivos y logros de las personas no son siempre positivas. A veces los padres describen al hijo de vecino o a un familiar como modelo de triunfo a seguir. De este modo, a medida que vamos creciendo nos sentimos disminuidos al compararnos con esos familiares, amigos o gente famosa que parecen tener las cosas más claras que nosotros, y así cualquier pequeña llama que hubiera podido convertirse en un talento para explotar en nosotros, se apaga.

Incluso, muchos teóricos de la autoayuda les solicitan a las personas que busquen a un famoso como modelo de vida y esfuerzo para triunfar. Muy probablemente, uno o varios aspectos de la vida de esa persona son admirables: cómo se sobrepuso a las desgracias o no se dejó amilanar por las dificultades para conseguir su objetivo. La película En busca de la felicidad, sobre la vida del corredor de bolsa Chris Gardner, interpretada por Will Smith, es un excelente ejemplo.

Sin embargo, si analizamos la totalidad de la vida de cualquier figura, incluso una tan noble como el propio Gandhi, encontraremos episodios con los que estar en desacuerdo. Descubriríamos que no todas las cosas que hizo nos resultan admirables o provechosas.

Por ello, la idea de compararnos con conocidos o famosos en la búsqueda de nuestra vocación no siempre es buena idea. Además de correr el riesgo de sentirnos desmoralizados y encontrar que nadie es totalmente perfecto, hay que entender que la búsqueda de la autorrealización es un desarrollo estrictamente personal. Puede que a algunos les haya resultado, y es su proceso, pero si a ti, que has llegado a cierta edad sin ver tu modelo de vida en nadie, no te ha funcionado, es porque tu proceso es distinto y único.

 

Mito 4: La pasión en la vida es una sola y no cambia con el tiempo

Existe mucha gente privilegiada por tener más de un talento, pero la falsa idea de que “solo hay que escoger uno” nos puede hacer perder la posibilidad de tener más de una vocación satisfactoria o permitir que una se vaya incubando mientras desarrollamos otra.

Por ejemplo, aquellos que se gradúan y ejercen una profesión de su interés durante muchos años mientras mantienen su práctica musical en segundo plano, pero de repente, esa actividad paralela empieza a ser cada vez más relevante y terminan convirtiéndose en artistas tiempo después.

Con esto se quiere decir que la vocación no debe ser una y la misma a lo largo de los años. Luchar por cumplir con esa forma de pensar puede destruir nuestros verdaderos sueños. Hay personas con varios intereses que pueden desarrollar prestando a veces más atención a unos que a otros, o dedicarse a ellos durante un tiempo y luego colocarlos en segundo lugar para atender otro.

Enfocarse en un solo objetivo no es el único camino que existe. Ciertamente concentrarse en mejorar una habilidad nos ayuda a alcanzar la perfección, pero quien funciona con múltiples focos de interés sabe interiormente cuándo debe prestar mayor interés a algo.

La idea de trabajar toda la vida en lo mismo hasta jubilarse es otro de los tantos mitos de los que debemos deslastrarnos. Esto hace la vida más rica, durante más tiempo, pues incluso en la tercera edad podemos encontrar nuevos motivos para apasionarnos por algo.

 

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Mito 5: La vocación y las etapas en la vida tienen un tiempo determinado

Como dijimos al principio, la juventud tiene características acordes con la búsqueda de los sueños, pero no significa que pasada esa etapa esas habilidades se pierdan. Los sueños pueden aparecer siempre y cuando haya alguien con vida, y los intereses no se acaban con los años.

Nunca es tarde para nada. Encontrar o cambiar de vocación a los 40 o 50 solo es muestra de que la vida continúa. El ciclo animal de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte no aplica a la autorrealización, e incluso ni siquiera a los ciclos vitales, pues la ciencia nos ha ayudado a vivir más años con mejor calidad de vida, con salud y belleza, a alargar nuestro período y opciones reproductivas, demostrando que nuestras opciones son variadas y ricas.

Se puede disfrutar leyendo historias de vida de personas que encontraron su camino, e incluso fueron famosos por ellos, en la madurez. En inglés son conocidos como late bloomers, y ellos demuestran que no hay caminos correctos o incorrectos.

Además, anteriormente podíamos conocer en la juventud todas las opciones laborales que tendríamos a lo largo de nuestra vida. Actualmente, en cambio, cada pocos años aparecen tecnologías que revolucionan el mundo, hacen algunos trabajos obsoletos y crean otras alternativas que ni siquiera podíamos imaginar que llegarían a existir. Hay cosas nuevas que aprender a diario y que nos llevarán por rumbos apasionantes, aunque sea por pocos años, mientras algo diferente surge. Lo importante es estar en contacto con el mundo y ver qué podemos tomar de él para construir nuestra propia aventura.

 

Mito 6: La vocación viene como una inspiración divina

De todo lo planteado hasta aquí podemos concluir fácilmente que los sueños y aspiraciones no llegan del cielo. Vienen de hechos concretos: lo que nos gusta, lo que nos hace individuos únicos y distintos de todos los demás. Nuestra esencia es esa y no es tonta, ni simple, ni mejor o peor que la de los demás.

La idea de la inspiración divina para encontrar nuestra vocación está asociada con la juventud, cuando nos sentimos atraídos y emocionados por algo, sin saber por qué, pero teniendo la creencia cierta de que ahí están nuestros sueños. No hay nada de mágico en eso. En ese momento, la certeza proviene de la emoción que generan las primeras experiencias de vida.

Fuera de la juventud también tenemos intereses y gustos, solo debemos darles la importancia y el respeto que se merecen.

Experimentar y estar en contacto con todo lo nuevo que ocurre también es una manera de reproducir esa pasión de la juventud. Ir a eventos nuevos y descubrir que te agrada un nuevo tipo de arte es un ejemplo. El mundo está dando opciones nuevas todos los días.

También probar distintas ocupaciones y ver si alguna se torna especial puede ser una forma inversa de encontrar si tenemos una inclinación por algo.

Recuerda entonces que no hay ninguna característica sobrenatural en las aptitudes, ni esperar a que baje ninguna inspiración a poseernos para conseguirlas.

Por estas y algunas otras ideas preconcebidas vamos perdiendo el rumbo en la búsqueda de nuestra vocación personal. Tenemos que empezar a mirar el asunto desde el respeto hacia nosotros mismos y nuestros procesos personales. Desarrollar nuestro camino en la vida debe ser una búsqueda individual y a la vez emocionante, construyéndolo con las herramientas y el tiempo que se requiera.

Ahora, además de desmontar estos mitos correspondientes a antiguos estilos de vida, existen algunas herramientas que también pueden ayudar a encontrar las vocaciones e intereses personales. Veamos algunas de ellas:

 

1. ¿Qué admiras o envidias?

Sí, estos son dos conceptos que hemos criticado en este artículo, diciendo que no hay que admirar a nadie ni copiar un modelo de éxito o envidiar al que ya lo ha conseguido para encontrar nuestra autorrealización. Además, estos conceptos en sí lucen muy criticables y nadie quisiera sentir envidia ni estar encandilado por los logros de otra persona.

Pero como nadie sabe lo que estamos pensando, podemos decirnos a nosotros mismos qué es lo que realmente deseamos de esa otra persona, cercana o lejana: ¿su dinero?, ¿lo próspero que es en su profesión?, ¿cómo lleva su familia? Analicemos en detalle y veremos que, por ejemplo, no es la cantidad de dinero que posee, sino la tranquilidad que le producen sus ingresos, además de la libertad para hacer otras cosas; si es un profesional de éxito, tal vez no es la profesión en sí la que nos atrae, sino el talento con la que la desarrolla, una seguridad que quisiéramos emular en nuestra vida…

Por lo tanto, sincerarnos sobre los que nos produce envidia o admiración también nos puede ayudar a decir qué es lo que queremos para nosotros mismos, y desarrollarlo de múltiples maneras, no igual que la persona admirada.

 

2. ¿Qué te hace verdaderamente feliz?

A veces pensamos que las metas son logros materiales o aspiraciones de grandes dimensiones. Muchas veces las personas hablan sobre su deseo de querer comprar una casa, pero como realmente se sienten felices es cuando están en una gran reunión familiar. Otros esperan ser reconocidos con un gran cargo en su trabajo, pero en el fondo agradecen más poder llegar temprano a casa para investigar en Internet sobre un tema del que quieren conocer…

Esa es la diferencia entre lo que creemos que queremos y lo que en vedad nos da paz, felicidad y satisfacción. Por eso debemos distinguir entre lo que pensamos que queremos y lo que en verdad nos satisface.

 

3. ¿En qué inviertes tu tiempo y dinero?

El dinero y el tiempo libre son dos cosas valiosas que nos pueden ayudar a rastrear lo que verdaderamente nos interesa.

¿Hay cosas por las que pagas sin remordimiento? Por ejemplo, ¿cuando viene la temporada de teatro, gastas tus ahorros en las mejores entradas? ¿Pagarías sin escatimar por un viaje a México para conocer el Museo Antropológico y ver los tesoros de la cultura azteca sobre los que has leído en libros?

En cuanto a tus aficiones, ¿en qué se te va el tiempo volando? ¿Qué podrías pasar horas haciendo si las responsabilidades no te llamaran? ¿Cuál conversación te apasiona y puedes tener durante horas?

En resumen, si fueras millonario y no tuvieras ninguna obligación, ¿qué te gustaría hacer? Seguramente en esa respuesta, si la planteas desde la sinceridad, está el camino de tu vocación.

 

Para concluir:

Si estás atascado en la búsqueda de tu misión en la vida piensa que ya sabes lo que quieres. Todos lo sabemos. Lo que pasa es que nos hemos dejado abrumar por el ruido de las opiniones, expectativas, miedos y creencias que nos impiden oírnos a nosotros mismos y llegar a nuestras conclusiones.

Una vez que encuentres la respuesta será el momento de orientar tu vida de manera diferente: primero darle valor a lo que te gusta y te interesa y luego darle prioridad en tiempo, energía, pensamiento y acción. Busca cómo volver tu gusto un trabajo y hazlo con voluntad, sin importar la opinión de nadie.

Honremos nuestra vida viviendo de acuerdo a lo que en realidad nos hace felices, en vez de hacerlo según las falsas creencias y opiniones de los demás.

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