Descubre Cómo Wayne Dyer REVELA la Verdadera Esencia del Ser Humano. ¿Qué somos? Permítete Experimentar tu Verdadera Humanidad.
Nuestra esencia: ¿El cuerpo o el espacio interior?
Una de las experiencias más inquietantes que he tenido ocurrió hace unos años, cuando murió mi abuela.
[Video] Wayne Dyer en Español
Ella tenía 95 años y yo estuve con ella en los últimos momentos de su vida. Cuando la admitieron en el hospital a las dos de la madrugada, una hora antes de su muerte, por alguna razón tenían que pesarla, y pesaba 133 libras.
Todos sabíamos que ella estaba a punto de morir y vimos como la vida escapaba de su cuerpo. Y allí estaba lo que había quedado de ella, su cuerpo, como un envoltorio del ser que ella había sido, poniéndose frío y rígido. Solo materia que con toda seguridad ya no era mi abuela.
Cuando la pesaron nuevamente para emitir el certificado de defunción, pesaba 133 libras, al igual que una hora antes.
En ese momento pensé que lo que fuera que constituía su vida y su esencia, es algo invisible e ingrávido.
Eso también es cierto para ti y para cada uno de nosotros. Lo que en verdad define nuestra vida, desafía el mundo de la forma, el mundo físico. Sin embargo, invertimos casi toda nuestra energía y nuestro tiempo, en esta parte de nuestra consciencia que nos hace creer que lo que somos es el cuerpo que habitamos.
Cuando aprendes a navegar por tu mente y comprendes que es en verdad un lugar que puedes visitar y, de manera exquisita, tocar el rostro de Dios, puedes eliminar la tensión, el estrés y todo lo problemático de tu vida. Tan solo tienes que permitirte experimentar tu verdadera humanidad.
El sexto presidente de los Estados Unidos fue John Quincy Adams. En mi opinión, el hombre más espiritual que ha ocupado hasta ahora la Casa Blanca. Fue un hombre que rechazó la esclavitud, mientras muchos otros la sustentaban, incluyendo a Thomas Jefferson que fue uno de sus mejores amigos.
Adams era un hombre de muy elevada espiritualidad y un gran intelectual. Esto es lo que escribió acerca de sí mismo tres días antes de su muerte, en una carta dirigida a Thomas Jefferson, en la que usaba su “casa” como una metáfora para su cuerpo.
Dijo: “John Quincy Adams está bien, pero la casa que habita en este momento se está deteriorando. Sus cimientos se tambalean. El tiempo y las estaciones casi la han destruido. Su techo está bastante desgastado, sus paredes están muy destrozadas y tiemblan con cada brisa. Creo que John Quincy Adams tendrá que mudarse pronto de allí. Pero él mismo está bastante bien”.
Porque la esencia del ser, que no es el cuerpo físico, sino que es parte de la inteligencia universal, no se deteriora.
Es esencial comprender esa noción de que la inteligencia universal, que es una parte de nuestra consciencia, no es algo tan solo para místicos y seres altamente espirituales y contemplativos, es algo que nos atañe a cada uno de nosotros, y que está presente en la práctica de nuestras vidas diarias, sea cual sea la actividad que realicemos.
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Sin embargo, en nuestra cultura, en particular en occidente, tenemos la tendencia a creer que somos nuestra forma física. Así que nos dedicamos a decorar y a perfumar esta forma física.
La protegemos con un seguro médico y construimos una casa en torno a ella. La observamos en el espejo y nos preocupamos por todos sus cambios, pese a que están por completo fuera de nuestro control. Todo eso ya ha sido programado para ti.
Hay una lección espiritual muy hermosa que aprender en todo esto.
Si observas a un escultor modelando un jarrón, verás que el escultor le da forma al jarrón y luego se ocupa de los detalles de su acabado. Pero al final, ¿qué es lo que convierte a esa pieza en un jarrón? ¿Piensas que es el material del que está hecho? ¿Piensas que es su diseño?
No, es el espacio vacío y silencioso en su interior, rodeado por la arcilla, lo que permite que sea un jarrón. De otro modo sería solo una pieza de alfarería.
De igual manera podemos preguntarnos: ¿qué hace a tu dormitorio una habitación? ¿Qué hace a tu casa, una casa?
Piensa en eso. No son las paredes. No son los materiales de construcción que se utilizaron. Es el espacio vacío y silencioso en el interior.
Un proverbio zen dice: “Es el espacio entre los barrotes lo que sostiene la jaula”.
Del mismo modo, es el silencio entre las notas lo que produce la música, no la nota en sí.
Lo mismo pasa contigo.
Robert Frost lo dijo, más bellamente de lo que yo jamás podría, de esta manera: “Nosotros danzamos alrededor de un círculo y suponemos, pero el secreto está sentado en el centro y sabe”.
Tienes que entrar en contacto con ese espacio vacío y silencioso que está en el interior, no con la forma que lo encapsula. Esto es muy difícil para nosotros en este mundo de conclusiones definitivas, mentes analíticas e ideas muy concretas, en el que nos encontramos.
Pero todo lo que tienes que hacer es mirar a tu alrededor y comprender que, cualquiera que sea esa inteligencia universal, que está detrás de o impregnando todas las formas en el universo, es lo que le permite ser a ese espacio vacío y silencioso que algunos llaman Dios, espíritu o alma.
No pretendo hacer proselitismo para ninguna religión en particular. Solo quiero que entiendas el poder de ese espacio invisible, vacío y silencioso, que todos conocemos como el pensamiento, y que es lo que constituye esa esencia invisible de tu ser.
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