🔴 Cómo Usar la Frecuencia Vibratoria para Manifestar desde el Cuántico

Cómo Usar la Frecuencia Vibratoria para Manifestar desde el Cuántico

Descubre Cómo Usar la Frecuencia Vibratoria para Manifestar desde el Cuántico.

He dedicado toda mi vida a enseñar a las personas a ser autosuficientes. Es lo que he hecho a través de mis escritos, conferencias, videos y otros materiales que he producido para difundir mis ideas.

Pienso que todas las experiencias de mi vida estuvieron diseñadas para capacitarme en el cumplimiento de esta labor. Incluso el hecho de haber tenido que pasar años de mi infancia en casas de acogida fue una experiencia fundamental en esta capacitación, pues constituyó un contacto directo y consciente con la noción de autosuficiencia.

[Video] Ley de Atracción en Español

Una vez que aprendí a ser autosuficiente, estuve habilitado para enseñar a otros. Por eso creo que todo lo que nos ha ocurrido en el pasado, incluyendo todo lo que nos hizo sufrir, tuvo un propósito y fue tal y como debía ser.

Lo importante es que no nos apeguemos a las heridas de nuestro pasado, pues eso es lo que nos impide sanar y superar esas experiencias. De hecho, algunas veces hacemos que nuestras heridas se conviertan en nuestra tarjeta de presentación, y nos identificamos con todo lo que nos marcó, diciendo cosas como:

“Soy sobreviviente de un incesto”, “Soy una víctima de abuso sexual”, “Soy hija de un alcohólico”, “Soy maníaco depresivo”, “Soy sobreviviente de un accidente”, y otras cosas similares.

Lo usual es que la persona que vive atada a sus heridas lo haga saber en los cinco primeros minutos de conversación, con la intención de generar atención hacia sí misma. El problema es que ese proceso evita que la persona sane sus heridas y avance hacia una dimensión espiritual.

Por otra parte, la presencia del espíritu anula y disipa cualquier problema, pues en verdad el problema solo existe en tu mente. Del mismo modo, todo tu pasado, incluyendo las relaciones que has tenido, está solo en tu mente. Pero llevas todo eso contigo en forma de pensamientos.

Si tus pensamientos acerca de tus relaciones se concentran en todo lo que salió mal, en lo que no te gusta, en lo que odias o en el daño que te hicieron, esa será tu experiencia y es lo que atraerás y manifestarás en tu vida, materializando más de ese dolor que ya viviste.

Si por el contrario, haces que tu atención se centre en aquello que amaste de los seres de tu pasado, esa será la naturaleza de tus relaciones en el presente. Ese es el gran secreto para hacer que una relación funcione. En verdad es muy simple, siempre concéntrate en lo que amas, si quieres que eso se expanda en tu vida.

Por eso, cuando observes a una persona con la que tienes una relación piensa en lo que amas de esa persona, y eso es lo que atraerás.

La idea es no aportar nunca energía a las cosas que no deseas como parte de tu existencia.

Mi sugerencia es que pases un borrador imaginario por todas las heridas del pasado y las elimines. Debes dejar de utilizar lo que te ha ocurrido como tu tarjeta de presentación, y en lugar de eso traer la presencia de Dios ante cualquier problema.

Al hablar de la presencia de Dios en realidad me refiero a una energía que vibra a una frecuencia muy elevada, pues todo es energía. Esto se refleja en la frase de Einstein: “Nada pasa hasta que algo se mueve”.

La energía espiritual se propaga a gran velocidad, porque su frecuencia vibratoria es muy alta. Por el contrario, la energía correspondiente a situaciones problemáticas se propaga con lentitud, con una frecuencia vibratoria muy baja.

Cuando una frecuencia de alta velocidad se confronta con energías más lentas, estas últimas se anulan y se disipan por completo. No pueden sobrevivir.

Hay una canción que entonan en muchas de las iglesias en las que he hablado y que dice: “Seguro que Dios está presente en este lugar”. Esa es una afirmación maravillosa en cualquier momento.

Otra afirmación pertinente a esto está en Un curso de milagros: “Puedo escoger la paz en lugar de esto”.

Siempre que tengo algún conflicto, ya sea en mi familia o con otras personas, invoco esas frases que me ayudan a sobrellevar lo que esté experimentando en ese momento. Porque no existe un lugar en el que no esté Dios.

En el siglo VII había un niño en la India que era un avatar, que en realidad es Dios en forma humana. Este niño tenía la capacidad de sanar a las personas, tan solo con su presencia, y podía ser visto en varios sitios al mismo tiempo. Emanaba luz y adonde quiera que iba todos en la aldea sabían que este niño era un ser divino y por completo libre del ego.

Pienso que así fueron todos nuestros grandes maestros espirituales.

Una de las maneras de alcanzar los niveles superiores de consciencia consiste en reconocer el ego y luego dedicar buena parte de tu vida a desprenderte de él, tanto como puedas. Ese ha sido el sendero que yo he transitado.

Hay otra manera que exhiben aquellos que desde su nacimiento están libres del ego. Han existido solo unos pocos de estos seres, y este pequeño avatar era uno de ellos.

Los ancianos en su tribu sabían que este niño era Dios en forma humana, así que un día se dirigieron a él y le dijeron: “Te daremos una naranja si nos dices dónde está Dios”. Sin dudarlo, el niño respondió: “Yo les daré dos naranjas si me dicen dónde no está Dios”.

De ahí se deriva un precepto fundamental: solo hay un poder en el universo y ese es el poder de Dios, que es un poder bueno y está en todas partes.

De modo que la maldad no es otra cosa que una energía de amor que se despliega en la dirección equivocada, alejándose de su fuente. Ante esto, todo lo que hay que hacer es encontrar la forma de producir un cambio de dirección en esa energía para que retorne a su fuente.

Cada vez que estamos en presencia de algo que no es bueno, como problemas, desorden, falta de armonía, enfermedad o malestar, lo que ha pasado es que hemos usado nuestra mente para separarnos de Dios, y mientras nos estemos alejando de nuestra fuente, que es el espíritu, seguiremos ejerciendo atracción hacia eso que no es bueno, y esas situaciones no deseadas se seguirán manifestando.

La solución es encontrar algún modo de cambiar de dirección y movernos de nuevo hacia nuestra fuente.

Así que pienso que todo en nuestra vida ha sido orquestado en una forma divina y de absoluta perfección, incluso nuestros fracasos y dificultades. No existen los accidentes.

En la tradición de la cábala se afirma que cada caída en tu vida te proporciona la energía para impulsarte a un nivel superior.

De hecho todos nuestros avances espirituales están precedidos por infortunios, y si pudiéramos ser conscientes de esto mientras sucede, en lugar de comprenderlo años más tarde, sabríamos que esos momentos difíciles eran necesarios para llegar a un nivel espiritual superior.

En cuanto a la pregunta frecuente: “¿Y qué pasa con las personas que mueren de hambre?”, Ram Dass me enseñó que: “Todas las personas hambrientas en el mundo son parte de la perfección del universo, pero también el deseo de acabar con el hambre en el planeta forma parte de esa perfección”.

Así que encamínate a acabar con el hambre en el mundo si consideras que esa es tu misión, y no te conviertas en otra persona que tan solo afirma: “Esto no debería ocurrir. Es terrible”. Pues si lo haces te convertirás en parte del problema y no de su solución.

En relación con el pasado, Carlos Castaneda escribió esta idea poderosa: “Un día, finalmente comprendí que ya no necesitaba una historia personal, y al igual que con la bebida, renuncié a ella. Y tan solo eso ha marcado la diferencia”.

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Lo importante es que te desprendas de tu apego al pasado y que siempre estés inmerso en el momento presente, y cada vez que una porción de tu historia interfiera con tu nivel de energía, solo tienes que confrontar ese pasado con un sentido superior de consciencia.

También debes aceptar que lo único que tienes es tu presente, el único momento en el que puede estar Dios. Eso disipará cualquier dolor, angustia o temor que la ilusión de tu historia personal pueda generarte.

Debes tener en cuenta que desprenderte de tu pasado no significa que mires a otro lado y pretendas que no existe. Es más bien un acto consciente en el que primero tienes que entender y aceptar ese pasado y luego desecharlo. Así como debes comenzar por agarrar un papel para poder ponerlo en el basurero.

Para finalizar, me gustaría contarte una historia que me envió una maestra. Esta historia es muy relevante en el tema que aquí se trata y también lo es para mí en lo personal, pues fui maestro de escuela por muchos años.

Recuerdo que en una oportunidad tuve entre mis alumnos a un niño al que nunca pude llegar. Pienso que de haber conocido este relato entonces, las cosas habrían podido ser diferentes.

La maestra se llamaba la señora Thompson y, al pararse frente a su curso de quinto grado el primer día de clases, les dijo a los niños una mentira. Como la mayoría de los maestros, ella observó a sus estudiantes y les dijo que los quería a todos por igual.

Pero eso era imposible, pues en la primera fila, hundido en el pupitre, había un niño llamado Teddy Stoddard. La señora Thompson había observado a Teddy el año anterior y notó que no se relacionaba bien con los otros niños, que vestía en forma desaliñada y que todo el tiempo parecía necesitar un baño.

Teddy podía resultar desagradable. La situación llegó a un punto en que la señora Thompson se complacía al corregir sus trabajos con un marcador rojo grueso, poniendo grandes X en las preguntas y una nota reprobatoria en grandes caracteres.

En la escuela donde trabajaba la señora Thompson se le exigía revisar los expedientes de años anteriores de cada uno de los niños. Ella había dejado el de Teddy para el final y cuando lo leyó se llevó una sorpresa.

La maestra de Teddy en primer grado escribió: “Teddy es un niño brillante, de risa fácil. Hace sus trabajos con pulcritud, tiene buenas maneras y es un placer estar cerca de él”.

La maestra de segundo grado escribió: “Teddy es un excelente estudiante, apreciado por sus compañeros. Pero está turbado porque su madre tiene una enfermedad terminal y la vida en su casa debe estar resultando difícil”.

Su maestra de tercer grado escribió: “La muerte de su madre ha sido difícil para él. Trata de hacer lo mejor que puede, pero su padre no muestra mucho interés y su vida doméstica comenzará a afectarlo pronto, si no se toman ciertas medidas”.

La maestra de cuarto grado de Teddy escribió: “Teddy es retraído y no muestra mucho interés en la escuela, no tiene muchos amigos y algunas veces se duerme en clase”.

Después de leer esto la señora Thompson comprendió cuál era el problema y se sintió avergonzada por su actitud. Se sintió incluso peor cuando sus estudiantes le llevaron regalos de Navidad, envueltos en papeles brillantes y con hermosos lazos, excepto por el de Teddy, que estaba envuelto de manera torpe en un papel marrón que tomó de una bolsa de la compra.

La señora Thompson se tomó el trabajo de abrir el presente de Teddy en medio de los otros regalos. Algunos de los niños comenzaron a reír cuando ella encontró un brazalete de fantasía al que le faltaban algunas piedras y una botella de perfume en la que quedaba un cuarto de su contenido.

Pero ella sofocó las risas de los niños cuando exclamó lo hermoso que le parecía el brazalete, colocándoselo de inmediato y poniéndose algo de perfume en la muñeca.

Ese día Teddy se quedó después de clase, solo para decirle a la señora Thompson: “Hoy usted huele como solía oler mi mamá”.

Después de que se fueron los niños, ella lloró durante al menos una hora, y ese mismo día dejó de enseñar lectura, escritura y aritmética y comenzó a educar a los niños.

La señora Thompson le prestó una atención particular a Teddy y, a medida que ella trabajaba con él, la mente del niño parecía cobrar vida. Mientras más lo animaba, más rápido respondía él.

Al final del año Teddy había demostrado ser uno de los niños más inteligentes de la clase, y, pese a su mentira al inicio del curso, él se convirtió en uno de sus estudiantes consentidos.

Un año más tarde, ella encontró una nota de Teddy bajo su puerta en la que le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido en toda su vida.

Pasaron seis años antes de que ella recibiera otra nota de Teddy. Esta vez le escribió que había finalizado la educación media, que había sido el tercero de su clase, y que ella era todavía la mejor maestra que él había tenido en toda su vida.

Cuatro años más tarde, ella recibió otra carta diciendo que, aunque las cosas habían estado difíciles por momentos, él había seguido estudiando y se graduaría pronto con los mayores honores. Una vez más, le aseguró a la señora Thompson que ella seguía siendo la mejor maestra que él había tenido en toda su vida.

Pasaron otros cuatro años y ella recibió otra carta. Esta vez él explicó que había decidido seguir estudiando, que ella seguía siendo la mejor maestra que él había tenido y que ahora su nombre era un poco más largo. Firmó Thomas F. Stoddard, doctor en medicina.

Pero la historia no termina ahí. Hubo otra carta esa primavera, en la que Teddy le contó que iba a casarse, que su padre había muerto un par de años antes y él se preguntaba si la señora Thompson estaría de acuerdo en ocupar en la boda el lugar que se reservaba para la madre del novio.

La señora Thompson aceptó, por supuesto. Ese día usó el brazalete de fantasía que Teddy le había regalado y el mismo perfume que usaba la madre de Teddy. Se abrazaron y el doctor Stoddard susurró al oído de la señora Thompson: “Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que podía marcar la diferencia”.

La señora Thompson le respondió con lágrimas en sus ojos: “Teddy, te equivocas por completo. Fuiste tú el que me enseñó que yo podía marcar la diferencia. Antes de ti yo no sabía cómo enseñar”.

Esta historia es muy poderosa, porque en verdad resalta lo que ya he comentado aquí. Cuando aportas la energía superior del espíritu y del amor ante la presencia de energías de baja frecuencia, esas energías negativas no solo se anulan y se disipan, sino que se produce el crecimiento personal del que emana el amor divino.

Eso es lo que importa en nuestras vidas.

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