Descubre Cómo Obtener lo que Realmente Quieres y Ser Capaz de Atraerlo a tu Vida. Wayne Dyer en Español.
Cuando pienso en la idea de obtener lo que realmente quieres y ser capaz de atraer a tu vida todo lo que te gustaría, considero que lo que tenemos que observar son básicamente los obstáculos que surgen de los condicionamientos que nos hemos creado nosotros mismos.
Ten en cuenta que digo que tales condicionamientos los hemos creado nosotros mismos, porque jamás he creído que necesitemos responsabilizar a otra persona por lo que nos pasa. Si tienes algún condicionamiento es porque te has permitido adquirirlo.
Tendemos a condicionarnos a creer en cierta clase de cosas y a aferrarnos a esas creencias. Por ejemplo, creemos en esta idea de que todo lo que ocurrió en el pasado es lo que nos impide hacer lo que quisiéramos hacer hoy.
Nos empeñamos en vivir de acuerdo a estas creencias y nos llenamos de reproches.
[Video] Wayne Dyer en Español
Podríamos decir: “Soy el hijo del medio”, “Soy el hijo menor”, “Soy el hijo mayor” o “Soy hijo único”, y cualquiera de esas afirmaciones serviría como una buena excusa.
Si eres el hijo menor, puedes decir: “Bueno, ¿cómo puedo tomar decisiones por mí mismo y desempeñarme plenamente como persona hoy en día si toda mi vida tuve a alguien más diciéndome lo que debía hacer? ¿Cómo puedo pensar por mí mismo?”.
Si eres el hijo mayor, puedes simplemente decirte a ti mismo: “¿Cómo puede esperarse que yo piense por mí mismo, si siempre tuve que pensar por otros? Siempre lo estuve haciendo para otra persona”.
Eso nos deja con el hijo del medio, la clásica crisis de identidad: “Pobre de mí. Mi madre ni siquiera sabía mi nombre. Siempre me llamaba por el nombre de este o el de aquel. Así que no sé dónde encajo”.
Y finalmente está el hijo único. Tus padres te miraron y dijeron: “No lo haremos de nuevo” y tienes que vivir con eso.
Así que todo el mundo, ya sea por el orden de nacimiento, porque a su madre le gustaba más su hermana, porque tenían mucho, porque no tenían lo suficiente, porque vivían en el norte, porque vivían en el sur, porque es muy alto, porque es muy bajo, porque tiene mucho pelo, porque no tiene suficiente pelo o por lo que sea, tiene estas excusas.
A estas cosas a las que nos aferramos y que suelen impedir que alcancemos lugares más elevados en nuestras vidas yo las llamo “la estela”. Este nombre viene de una historia muy poderosa que escuché una vez contada por Alan Watts.
Dice así:
Tu vida es como un barco. Está remontando el río, digamos que a cuarenta nudos. Y, a medida que avanza, tú puedes de alguna forma, metafóricamente, colocarte de pie sobre la popa, la parte trasera del barco, y mirar hacia abajo al agua.
Así que tu vida va en una dirección y tú estás parado allí mirando el agua y te haces tres preguntas.
La primera pregunta es: ¿qué es la estela?, ¿qué es eso que estás viendo? Y la respuesta es que la estela es el rastro que se deja atrás. Eso es lo que es, ni más ni menos.
La segunda pregunta que te haces en esta pequeña metáfora es: ¿qué es lo que impulsa el barco?, ¿qué es lo que hace que se mueva en esta dirección? La respuesta es que el barco se mueve debido a la energía que en el momento presente está siendo generada por el motor, y nada más.
Eso es lo único que hace que el barco se desplace en esta dirección. En esta pequeña escena, esto significa que son los pensamientos que tienes en el momento presente y la forma en que los usas lo que hace que tu vida siga esta trayectoria, y nada más.
La tercera es la pregunta más importante y poderosa. Desde que la escuché por primera vez siempre pienso en esto cada vez que tengo la tendencia a mirar atrás y culpar a alguien o a algo.
La pregunta es: ¿es posible que la estela impulse el barco?, es decir, ¿puede un rastro que se deja atrás hacer que el barco se mueva siguiendo este curso? La respuesta a esto es, por supuesto, no, la estela no puede hacer eso. Es solo una huella que queda detrás.
Pero, en esa huella hay una gran cantidad de cosas.
Cada uno de nosotros tiene una estela y guardamos montones de cosas en ella. Uno de los problemas que tenemos es una tendencia a mirar la estela y todo lo que contiene para explicar por qué nuestras vidas no están funcionando de la forma en que nos gustaría.
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Tener una mente abierta no significa necesariamente que consideremos equivocadas todas las cosas que otros nos han enseñado. Significa abrirse ante la potencialidad y la posibilidad de que cualquier cosa es posible, de que absolutamente todo es posible.
Tener una mente que es abierta a todo y apegada a nada realmente significa encontrar dentro de nosotros mismos la habilidad para eliminar una característica que me parece muy común en el mundo contemporáneo: la capacidad para sentirnos ofendidos.
La mayoría de las personas que conozco se pasan la vida buscando oportunidades para sentirse ofendidos. En verdad están siempre esperando encontrar algún motivo para ofenderse.
Y no hay escasez de motivos, los hay en todas partes: la forma en que alguien se viste, lo que el otro dice, lo que dicen en las noticias, el lenguaje que alguien usa, las costumbres de algunas personas que nos resultan inusuales; todos pueden ser motivos para ofenderse.
De hecho, si hoy llevas la cuenta, mañana descubrirás que hubo probablemente cien razones por las que podrías ir por ahí sintiéndote ofendido.
Pero una mente que está abierta a todo y que no se apega a nada, es una mente que dice: “Nunca estoy buscando algo por lo que ofenderme”. A lo que cualquier persona opine le respondo: “Ese es un punto de vista interesante, no había pensado en eso antes”.
Cuando cambias la manera en la que miras las cosas, las cosas que miras también cambian.
Albert Einstein señaló que la decisión más fundamental e importante que tienes que tomar en tu vida es esta: ¿vivo en un universo amigable o en un universo hostil? ¿Cuál de los dos? ¿Es un universo lleno de hostilidad y cólera, donde las personas quieren odiarse y matarse entre ellos?
¿Es eso lo que ves? Esto es importante, porque cuando ves el mundo de esa forma, eso es exactamente lo que crearás en tu vida para ti mismo.
Esta idea proviene de una mente científica grandiosa y lo interesante es que, cuando dices que cambiar la forma en que ves las cosas hace que las cosas cambien, no estás simplemente formulando un ingenioso juego de palabras. Esto es en realidad un hecho científico que puede demostrarse.
Me gustaría que imaginaras la siguiente escena. Estás en tu casa y tienes las llaves de tu auto en tus manos. Hay una falla eléctrica y se apagan las luces, no puedes ver nada. Vas tropezando por tu sala de estar y dejas caer las llaves. Miras a tu alrededor y te das cuenta de que no podrás encontrarlas en la oscuridad.
Pero cuando miras al exterior notas que los faros de la calle están alumbrando. Así que, en tu mente se enciende una bombilla, y te dices: “No me voy a quedar aquí en la oscuridad tanteando para encontrar las llaves, cuando hay luz afuera. Voy a salir a la luz de las farolas en la calle para buscar mis llaves”.
Así que sales y miras por todas partes buscando tus llaves hasta que tu vecino se acerca y te pregunta por lo que ocurre. Tú le dices: “Bueno, es que dejé caer mis llaves”. El vecino te dice: “Ok, yo te ayudo a buscarlas”. Y entonces ahora están ustedes dos afuera buscando tus llaves.
Finalmente, él te dice: “Disculpa, pero ¿por dónde se te cayeron las llaves?”. “Bueno, se me cayeron en la casa”. A lo que él dice: “¿Quieres decir que dejaste caer las llaves dentro de la casa y estás buscándolas aquí afuera en la calle? Eso no tiene sentido”.
Yo le digo: “Bueno, es que no es lógico estar tanteando en la oscuridad cuando está iluminado aquí afuera”.
Ante esto te ríes y piensas que es algo muy tonto, pero ¿no es eso exactamente lo que hacemos cuando tenemos un problema, una dificultad o un conflicto, que se encuentra dentro, y buscamos la solución en algún lugar fuera de nosotros mismos?
Eso sería como que vayas al médico y al enumerar todos tus síntomas el doctor te diga: “Caramba, tienes muchos síntomas”. Y luego comience a elaborar prescripciones, una para cada síntoma. Finalmente cuando ya te vas y le dices: “Me gustaría llevarme mis prescripciones”, él responda: “No, no. Yo se las doy a tu suegra, a tu vecino a tu hija, a tu padre…”.
Lo que quiero decir es que tú eres el que tiene las dificultades y esperar que alguien o algo fuera de ti cambie o mejore para que puedas hacer que tu vida funcione, a este nivel que llamo la intención, es algo que en verdad tienes que considerar cuidadosamente, porque la solución está dentro de ti.
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