Descubre Cómo Hacer que tus Deseos se Hagan Realidad. Activa la Partícula de Energía Infinita. Wayne Dyer.
Comienza a reconocerte a ti mismo como algo mucho más grandioso que los aspectos siempre cambiantes y efímeros que han dominado la imagen que tienes de quién eres.
A la pregunta: “¿Quién soy yo?”, has de responder: “Soy un ser infinito emanado, no de mis padres, sino de una fuente que en sí misma nunca nació, nunca morirá y nunca cambia”.
[Video] Wayne Dyer en Español
Tu conexión a la fuente
Todos fuimos creados desde la misma fuente, y yo considero que debemos ser similares a aquello de donde provenimos. Lo que importa no es cómo llamamos a esta fuente.
“El Tao que puede ser nombrado no es el Tao de lo absoluto”. Este es el mensaje en las primeras líneas del Tao Te Ching.
Llámalo Tao, Dios, Jeová o mente divina. Eso no importa. Lo que importa es que puedas reconocer que te originaste de la fuente de toda la vida, en una forma que conoces como tu cuerpo físico que cambia constantemente, el cual obviamente contiene la energía creadora de donde provienes.
Presta atención a estas palabras, registradas durante una conferencia en 1967 dictada por un maestro iniciático en ciencia llamado Omraam Mikhaël Aïvanhov, de Bulgaria.
Él dijo: “El creador ha plantado dentro de cada criatura un fragmento de él mismo, una chispa, un espíritu de su misma naturaleza y, gracias a este espíritu, cada criatura puede transformarse en un creador.
”Esto significa que, en lugar de estar siempre esperando a que sus necesidades sean satisfechas por alguna fuente externa, los seres humanos pueden trabajar en su interior, mediante sus pensamientos, su voluntad y su espíritu, para obtener los elementos nutrientes y sanadores que necesitan.
“Es por esto que la enseñanza que te ofrezco es del espíritu del creador y no de la materia”.
Me encanta esta cita, porque se dirige a una parte de ti que ha sido ignorada por mucho tiempo a través de todas tus actividades y logros educativos. Las palabras clave aquí son: “… un fragmento de él mismo, una chispa” que yace dentro de ti pero que ha permanecido inexplorada a lo largo de tu vida.
Esta es una imagen maravillosa para que comiences a entender la grandeza de tu ser superior. Hay una chispa de Dios dentro de ti que es eso que no puedes captar con los sentidos. Hace latir tu corazón, hace crecer tu cabello y mantiene tus pulmones inspirando y expirando.
Te acostumbras a dar todo esto por sentado, mientras centras toda tu atención en lo físico, que es la parte irreal de ti.
Mi objetivo es inspirarte a reconocer que una chispa, un fragmento diminuto de la fuente creadora del universo, está alojada dentro de ti. Además quiero ayudarte a incrementar el poder de esa chispa, para que se transforme en la fuerza primordial que impulse tu vida diaria.
Debes afianzar tu voluntad de cambiar la noción que tienes de ti mismo. Esto te ayudará a reconocer e incrementar esa chispa. Entonces podrás dedicarte a explorar tu ser superior.
Tu ser superior es esa chispa, que es una porción infinitesimal de tu ser físico.
Te insto a que conceptualices esa chispa de Dios en tu interior. Imagínala creciendo hasta duplicar su tamaño, luego haciéndose diez veces más grande, y así hasta concebirla como un trozo de dimensiones tales que se haga tangible.
De este modo podrás percibir esa chispa de Dios como tu ser real, haciéndose visible mediante tu atención amorosa y atrayente, hasta que sientas la presencia sagrada de tu ser superior como la luz que guía tu vida.
A la larga, tu ser superior dirigirá a tu yo, que ha estado dominado por el ego y por tus mecanismos sensoriales. Eso que fue una partícula de Dios dentro de ti se transformará en el fundamento de tu vida.
Puedes concebir eso, que antes fue una chispa, como una luz sagrada dentro de tu cabeza del mismo tamaño de tu cerebro.
Ahora tienes una porción grande de Dios para ayudarte a alcanzar un nivel en el que la realización de tus deseos se vuelve algo muy sencillo. Tu cerebro ahora está compuesto exclusivamente de la energía infinita de Dios. Es tu ser superior trabajando cada día.
Quiero que consideres con atención otra observación formulada por el maestro espiritual iniciático Omraam Mikhaël Aïvanhov en una conferencia dictada en enero de 1971. He escuchado esta conferencia muchas veces.
En esta ocasión, el maestro dijo: “Nuestro ser superior es perfecto, omnisciente y todopoderoso, un fragmento de Dios en sí mismo. Una quintaesencia pura, transparente y luminosa”.
Es muy probable que esto sea un desafío para ti, al considerar un nuevo concepto de ti mismo que implica aceptar algunos hechos que toda tu vida consideraste como falsedades.
Sin embargo, te pido que estudies esta antigua enseñanza espiritual, que está diseñada para familiarizarte con una idea muy radical acerca del poder que posees, solo por el hecho de ser un ser humano que está vivo.
Si te comprometes a acceder a tu consciencia superior, entonces debes estar dispuesto a hacer lo que haga falta para integrar lo que este gran maestro espiritual iniciático te ofrece.
Para lograr convertirte en un ser todopoderoso, tu ser superior, que es Dios, tiene que ser ampliado de una chispa a una porción más significativa de tu esencia. Puesto que eres una porción de Dios, y por consiguiente tienes a Dios dentro de ti, no tienes que dudar de tu propia divinidad.
Como te recuerda Jesús en el Nuevo Testamento, «¿No está escrito en vuestra ley “Yo he dicho: sois dioses”?».
Como una chispa de Dios que se agranda, debes estar dispuesto a decir: “Esa parte de mi que no es el ego y que no ha excluido a Dios, tiene que ser perfecta. Lo sabe todo y es todopoderosa. No hay nada de este ser superior que soy no pueda lograr”.
Una vez más, demos una mirada a algo que nos dijo Jesús: “Con Dios todo es posible”, Mateo 19:26. Esto no deja nada fuera, no hay nada imposible.
Como me recordaron con frecuencia mis maestros en las ciencias iniciáticas, este ser superior, esa porción de Dios que somos, solo comienza a percatarse de nosotros y a prestarnos la atención que anhelamos, cuando ampliamos la diminuta chispa e invitamos esa energía a nuestra vida.
Tu toma de consciencia de que Dios no es algo externo a ti, sino más bien una porción de ti mismo, es en verdad un gigantesco paso en tu evolución espiritual.
Puedes decirte a ti mismo, con genuina certeza: “Soy perfecto”. Todas las formas de “Yo soy” tienen un significado enorme, como aprenderás cuando estudies más acerca de tu ser superior.
Por ahora, estás descubriendo tu ser superior. Dios ya no está en algún lugar fuera de ti y no tiene favoritos. En resumen, has modificado la imagen que la especie humana tiene de Dios, y que es una imagen creada en base a la idea egoísta que el ser humano tiene de sí mismo.
Es decir, un dios que sabe como sanar, pero sin embargo le niega la sanación a algunos y se la ofrece a otros que se presume han pagado alguna clase de membrecía.
Un dios que está molesto
Un dios que les da a los humanos el placer de la sexualidad, pero promete que aquellos que no obedezcan las reglas diseñadas por otros humanos arderán en el infierno.
Un dios que nos da ojos y permanece invisible, pero amenaza con la condenación a aquellos que no crean en él.
Un dios que exige que se le retribuya por sus servicios con elaborados templos y ropajes adornados con oro para sus más altos representantes.
Ese es el dios del ego
Tu ser superior es parte de una fuente creadora que todo lo ama y todo lo abarca. Todo lo que necesitas hacer es aceptar que esto no es algo externo a ti, reside dentro de ti. El reino del cielo está en tu interior, de hecho, tú eres ese reino.
Lo único que necesitas hacer es comenzar a alinearte con esta esencia divina. Comienza a actuar como ella actúa y piensa como ella piensa. Así comenzarás el proceso de manifestación, tal y como la fuente lo hace.
Esta es la verdadera esencia de vivir una vida en la que todos tus deseos se cumplen al darle a tu naturaleza divina la oportunidad de aflorar.
A continuación te presento un programa detallado para que permitas que tu ser superior tome el control del proceso de satisfacer tus deseos.
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La idea es que, al superar todo ese condicionamiento sin sentido que ha dominado tu inculturación, tomes consciencia del ser tan poderoso que en verdad eres.
Elimina todas las ideas que te limiten en lo relacionado a tu naturaleza divina y lo que esta es capaz de alcanzar.
Hazte amigo de la chispa, consúltala con frecuencia, cultívala, préstale mucha atención, cree en ella y practica el describirte a ti mismo como un ser espiritual que vive, tan frecuentemente como es posible, desde este lugar que es todo amor, generosidad y alegría, que es tu ser superior.
Tu ser superior es justamente eso, superior a tu falso ser, superior a tu ser físico o material. Es la parte de ti que está alineada con la fuente misma del ser.
He aquí algunas sugerencias que te ayudaran a implementar estas ideas.
Uno. Durante el día, reserva varios espacios de tiempo para detenerte y hacerte esta pregunta clave: “En este momento, en lo que estoy por decir o hacer, ¿mis deseos parten de mi ser inferior o superior?”.
El ego solo está interesado en servirse a sí mismo, poseer objetos, ganar, juzgar y esas cosas.
Por el contrario, al ser superior le interesa servir, amar y estar en un estado de paz en el que no emite juicios hacia nada ni nadie. Hazte la pregunta y crea la oportunidad de alinearte más completamente con Dios.
Entonces, tendrás acceso a los mismos poderes de manifestación que tiene tu fuente creadora. Cuando explores esta pregunta clave con honestidad, te será más fácil alinearte al poder, para hacer realidad tus deseos y anhelos.
No tienes que abolir la naturaleza animal de tu ego, debes mantenerla controlada, de forma que no pueda eclipsar o destruir tu espíritu.
Dale una oportunidad a tu naturaleza divina haciéndote la pregunta clave, en este momento. Es una pregunta muy importante.
Dos. Emplea parte del tiempo en el que meditas en silencio para visualizar una diminuta chispa de consciencia resplandeciendo dentro de tu ser.
Practica ver esta porción divina de ti mismo expandiendo su resplandor en tu mente. Obsérvala creciendo hasta alcanzar un tamaño que te resulte satisfactorio. Continúa este ejercicio de expansión sintiendo la chispa y su resplandor como tu esencia divina.
Comenzarás a actuar desde esta imagen interior de Dios que has alcanzado.
Tres. Usa con frecuencia las siguientes afirmaciones: “Yo soy omnisciente”, “Yo soy todopoderoso”, “Yo soy ilimitado”.
Esto te ayudará a disolver las dudas y a dirigirte a esa porción de ti mismo que vive en un mundo espiritual sin restricciones.
Solo afirma para ti mismo que estás eliminando de ti los mensajes mentales dominados por el ego, que tratan de convencerte de que eres primordialmente tu cuerpo y sus cinco sentidos.
Haz esto sin dar explicaciones a otros y sin mostrar orgullo por lo que haces.
Tu ser superior
Esta es una cita exhibida en el libro 2 de los Filipenses, versos 5 y 6: “Deja que esté en ti esta mentalidad que estuvo también en Cristo, Jesús, el cual, siendo igual a Dios no consideró mal el ser igual a Dios”.
Hemos explorado la idea de que hay una chispa de Dios dentro de ti y que puedes elegir expandir esa chispa hasta convertirla en un componente consciente mayor de tu vida diaria.
Esta chispa es tu esencia espiritual, tu ser superior. A medida que se incrementa tu consciencia de que eres un ser divino completo, le darás la bienvenida tu ser espiritual como el foco central de tu vida.
El concepto de tu ser superior gradualmente evolucionará hacia tu ser más elevado que es en verdad omnisciente, todopoderoso y capaz de realizar milagros.
Ahora verás una nueva realidad, una idea majestuosa de ti que antes parecía inconcebible. Tu ser más elevado se describe en la cita de los Filipenses: es igual a Dios.
Pasas de ser una chispa o un fragmento de Dios a poder afirmar: “Yo soy Dios”, sin sentir que estás blasfemando al decirlo.
La idea de que eres igual a Dios fue promovida por Jesucristo, y él te anima a dejar que esta mente divina esté en ti.
Este no es el dios creado por los humanos, ni siquiera se le parece.
El dios humano está dirigido por el ego. Es un dios que favorece solo a algunos, requiere lugares de culto ostentosos, tiene rabietas, demanda satisfacción y está lleno de furia, castigando a aquellos que no obedecen sus órdenes.
El dios del que hablo aquí es la fuente creadora de todos los seres. Un dios que es el responsable de crear el milagro de pasar de no ser a ser. Un dios que no tiene forma, que no hace nada y, sin embargo, no deja nada por hacer. Un dios que está en todas partes.
Esta es una presencia divina, invisible que está dentro de ti. Esta idea está en la base de todas las grandes enseñanzas espirituales a través de los tiempos.
Muchas de las enseñanzas de religiones organizadas proclaman que Dios es un ser todopoderoso que se encuentra fuera de ti.
Esa es la idea que te han inculcado desde que tuviste edad suficiente para procesar esta noción absurda. Se te dijo que Dios te observa y te castiga si te portas mal, pero escucha tus plegarias y te ayuda a resolver tus problemas si haces lo correcto y lo complaces.
Puede que para ti sea una idea radical el declarar: “Yo soy Dios y Dios es amor”, o creer que “… el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”, como dice en el libro primero de Juan 4:16. Eso es lo que en realidad eres.
Cuando eres este dios, tu esencia de amor puro es todo lo que tienes para dar, y cuando te realineas con esta fuente de amor, citando una vez más a Jesucristo: “Con los hombres esto es imposible, pero con Dios todo es posible”.
Si todo es posible, entonces también es posible que puedas cumplir todos y cada uno de tus deseos que estén alineados con Dios.
Puede que al principio te resulte difícil afirmar para ti mismo: “Yo soy Dios”, pero cuando pongas esto en el contexto en el que Dios es amor y el amor puro te permite ser todopoderoso, omnisciente y divinamente realizado, te aseguro que comenzarás a recuperar la omnipotencia que es tu esencia.
Desde el momento en que transciendes de un no ser, o de ser un espíritu, a convertirte en un ser humano.
Hago énfasis en estas enseñanzas de Jesús para mostrar que la afirmación “Yo soy Dios”, no solo no es opuesta a las enseñanzas del cristianismo y otras prácticas espirituales, sino que está en total concordancia con estas enseñanzas antiguas.
La razón por la que podría parecer una blasfemia decir que yo soy Dios es porque hemos adoptado el dios del ego, creado por seres humanos a partir de ideas basadas en el ego. Un dios que imita nuestros atributos más profanos.
Por varios años he estado estudiando en profundidad las enseñanzas de varios maestros espirituales. Uno de ellos es Uell S. Andersen y el libro de su autoría que leí, estudié, sobre el que medité y en base al cual ahora vivo y enseño. Se titula Tres palabras mágicas.
Este libro tiene 323 páginas, y es solo en el último capítulo cuando el autor revela cuáles son esas tres palabras. Esto después de muchas meditaciones específicas, diversos ejercicios y muchas palabras iluminadoras acerca de la consciencia, la intuición, la fe, el amor, el éxito, la inmortalidad y mucho más.
Solo después de invertir tiempo y energía en todo lo dicho por el autor, fue cuando descubrí cuáles son las tres palabras mágicas.
El inicio del capítulo final titulado “La llave” es como sigue: “Este es el secreto inefable, la iluminación suprema, la llave de la paz y el poder: tu eres Dios.
”Si aceptas esta imponente verdad y te atreves a estar en lo alto de este magnífico pináculo, la consciencia universal te será revelada desde tu interior.
”Dios está allí. Él es el que mira desde detrás de tus ojos. El que es tu propia consciencia. El que es tú mismo. No eres solo una parte de Dios, eres por completo Dios, y Dios es por completo tú”.
Este es tu ser supremo, es en verdad una suposición imponente, pero si se usa en concordancia con la fuente creadora de todo, se tiene la clave para adquirir la habilidad de vivir una vida en la que se cumplan todos tus deseos.
Después de todo, con Dios ocupando tu lugar y tú ocupando el lugar de Dios, todo es posible.
Esto no se limita a las enseñanzas occidentales o a la fe cristiana. En las antiguas enseñanzas precristianas de la filosofía Vedānta, se nos recuerda que no somos una parte del espíritu absoluto del mundo, sino que somos idénticos a él.
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