Por Qué Llegar a los 40 ya No es un Tsunami Existencial

La sociedad occidental ha establecido como crítico el paso por ciertas etapas de la vida. Hay que aclarar que este fenómeno ocurre solamente en nuestro hemisferio, ya que el mundo oriental tiene otras maneras, bastante más sanas, de concebir la edad.

Según especialistas europeos, hombres y mujeres muestran reacciones particulares alrededor de los cuarenta años, todas relacionadas con sus aspiraciones, necesidades, aspecto físico o salud. Estas personas experimentan estos cambios como una crisis; los psicólogos consideran que deben verse como una transformación de las perspectivas hacia el futuro.

De igual manera, existen algunos datos interesantes a considerar con respecto a este período:

 

  • Suele ser más notable en los hombres que en las mujeres, en parte debido a los cambios que notan en su sexualidad.
  • Estos episodios se convierten en una frontera vital que determina los años venideros en relación con aspectos personales, familiares y profesionales.
  • Algunas personas la utilizan para plantearse nuevos objetivos; otras, convierten las interrogantes en un conflicto que les genera ansiedad, estrés y problemas de autoestima.
  • Muchas de las ideas preconcebidas sobre llegar a los 40 están relacionadas con los conceptos de los padres o los abuelos y no con la propia visión de la vida.
  • Es importante no actuar de manera compulsiva e irracional para hacerle frente a esta edad.
  • Los especialistas recomiendan llevar como estandarte la expresión “nunca es tarde para…”.

 

Por ejemplo, es común que en algún momento en torno a los cuarenta años, una madre, esposa y ejecutiva de una importante empresa descubra que ya no siente pasión por su trabajo y le angustie que sus hijos entrados en la adolescencia o juventud ya no la necesiten para atender sus necesidades básicas.

También podemos encontrar a un hombre saludable que empieza a preocuparse por la imagen que le devuelve el espejo. Eso lo lleva a considerar hacer un intensivo en el gimnasio para recuperar su figura juvenil. O que una soltera feliz con su estilo de vida amanezca preguntándose si se arrepentirá en la menopausia por no haber aprovechado estos últimos años de fertilidad para tener hijos.

En los tres casos se observan facetas relacionadas con la entrada en la edad media: el cambio de intereses, el deseo de volver al aspecto que se tenía a los 20 o 30 o la toma de decisiones relacionada con los inevitables cambios físicos que ocurrirán durante esa década.

En Occidente ocurre un fenómeno contradictorio: por un lado ha aumentado el promedio de vida hasta los 80 o más años, por lo que se estimula a les personas a mantener la salud y aspecto físico de la juventud tanto como sea posible. Las mujeres y los hombres de 40 que entrenan y recurren a tratamientos estéticos son admirados y tomados por modelos a seguir.

Sin embargo, siguen prevaleciendo las nociones preconcebidas del siglo XX, donde entrar a la cuarta década implicaba madurez (pérdida de la juventud), logros en la vida (quien no los hubiera obtenido ya es un fracasado o fracasada), dedicación a la familia (y a la nada si no la tienes una a esas alturas) y preparación para la vejez inminente.

Ver la vida bajo estas luces encontradas resulta muy perturbador. Por lo tanto, vale la pena leer algunas recomendaciones de los especialistas para entender que los 40 ya no son sinónimo de crisis, sino de nuevas oportunidades.

 

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El tiempo para replantearse nuevas metas

Ciertamente, pasar de los 40 nos lleva a un punto desde el que podemos mirar hacia atrás. Es momento de sacar los primeros balances, pero también de planificar los próximos años. Una manera sana de hacerlo es contabilizar los logros pero también identificar nuevos intereses con miras hacia el futuro.

Es importante tomar resoluciones de manera meditada y racional, ya que tomar decisiones sin evaluar las consecuencias, aspirando echar el tiempo atrás para vernos o sentirnos como hace una o dos décadas, resulta improductivo.

En materia de género, muchos hombres pueden asociar los cambios físicos con la sensación de estar acabados o de que la vida (la juventud en realidad) se les escapa. Mientras, las mujeres, que por deformación social ya ha experimentado la crisis de los 20 y de los 30, tienen (además) otras inquietudes y preocupaciones relacionadas con la búsqueda de la plenitud familiar, profesional, personal y sexual.

En resumen, la llamada crisis de la edad media nos alcanza a todos y con distintos matices. Les ocurre a las mujeres y a los hombres, a los pobres y a los ricos, a los solteros y los casados, a los padres y a los que no tienen hijos. Pero también la forma de reaccionar es distinta en cada uno y puede llevarnos por un camino positivo o uno negativo.

Lo trascendente de entrar en los cuarenta es que hemos vivido y aprendido lo suficiente para comprender y asumir alguna filosofía y actitud en la vida, las cuales nos sirvan de base para evolucionar.

Llevar a los 40 es un privilegio. No todos lo han hecho y así como la juventud no es garantía de vida, la edad media tampoco es garantía de decadencia. Estamos a mitad de la vida, con la información suficiente para poder seguir adelante, tomando medidas inteligentes y continuando en nuestro proceso de evolución personal.

 

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