Los Sospechosos Habituales en los Empleos (o Cómo Protegerse de Condiciones Laborales Adversas)

El trabajo, cómo se responde a él y las condiciones ambientales y emocionales en que se labora influyen de modo notable en la salud. La adaptación del trabajador, el riesgo de accidentes y la responsabilidad que asuman los empleadores son factores igualmente importantes.

Para combatir eficazmente las circunstancias laborales negativas se precisa un esfuerzo conjunto por parte de empresarios y sindicatos. Al mismo tiempo, son los propios trabajadores quienes deben tomar por sí mismos precauciones sensatas para salvaguardar su salud.

Es responsabilidad de cada quien reconocer los riesgos que comporta el trabajo que desempeña. Ningún empleo es perfecto, ni tampoco las condiciones de los mismos. Pero el sentido común nos dice que a cada uno debe gustarle lo que hace y sentirse bien al hacerlo. En caso de no ser así, al menos no debería salir lastimado física o emocionalmente por tener que trabajar.

 

Los sospechosos habituales: condiciones adversas en los trabajos

 

Actividades en espacios cerrados… y abiertos

Laborar en áreas confinadas contribuye a la aparición de enfermedades y lesiones. Cualquier persona que haya trabajado en una oficina, depósito o taller sabe por experiencia la rapidez con que las gripes y alergias se propagan. Siempre hay cuando menos un trabajador resfriado y las olas de contagio son cíclicas.

Las áreas reducidas también favorecen el mal humor entre los empleados y la posibilidad de accidentes (caídas, golpes, heridas causadas con una maquinaria) por tener que mantener un ritmo de producción independientemente de las pocas comodidades.

Sin embargo, los grandes espacios tampoco están exentos de riesgos. Una gran y ventilada oficina en una torre empresarial también puede poner en peligro a los trabajadores si no dispone de adecuadas vías de desalojo en caso de incendio, sismo u otro evento catastrófico. Del mismo modo, arriesga la vida quien no ha recibido adiestramiento sobre cómo manejarse durante siniestros en esos sitios.

Hay lugares de trabajo naturalmente peligrosos como campos petroleros, zonas en construcción, grandes estructuras, embarcaciones, entre otras. Suele creerse que quienes laboran ahí tienen normas de seguridad muy específicas, pero no siempre es de ese modo.

 

Sedentarismo laboral

Pasar toda la jornada sentado/a delante de un escritorio o máquina tiene consecuencias graves para la salud. Igual ocurre para los empleados que deben laborar largas horas de pie en un puesto, como los vigilantes, enfermeras, soldados o peluqueros.

Los llamados trabajos intelectuales o  de escritorio generalmente son menos aburridos que los físicos o musculares, pero implican largos períodos de tensión mental, estrés e inactividad, que son potencialmente mortales, ya que el cuerpo humano nació para la acción.

Todos los que llevan un trabajo sedentario, como oficinistas, costureras, conductores, ejecutivos, programadores y diseñadores web, entre tantos otros, corren mayor riesgo de sufrir enfermedades asociadas a la tensión arterial y el corazón, en contraposición a las personas activas.

Hay que agregar que el fumar, el régimen alimentario y la constitución individual de cada uno juegan un papel importante, pero estudios clínicos comprueban que el sedentarismo es el principal factor causante de afecciones coronarias.

 

Las condiciones ambientales

Los espacios de trabajo incómodos hacen que los empleados sean menos productivos, además de ser una causa de enfermedad y peligro potencial. Las máquinas y escritorios que promueven posiciones antinaturales y la mala iluminación perjudican la vista y los sistemas óseo y circulatorio.

En el caso de las maquinarias, la falta de mantenimiento, la no disponibilidad de equipo de protección para sus obreros así como la mala o poca instrucción sobre su manejo también generan condiciones laborales adversas.

 

El manejo de materiales peligrosos

El empleo de sustancias y materiales de alto riesgo en los trabajos pueden amenazar la salud y ser potencialmente mortales. Los mineros, radiólogos, los químicos y laboratoristas, entre otros, están expuestos permanentemente a elementos peligrosos.

 

El ambiente emocional y psicológico

Procesos como el estrés, la ansiedad e incluso la depresión pueden asociarse a ambientes de trabajo tensos y de alta demanda.

Sin embargo, a veces no son es tan fácil identificar la relación, en especial cuando se trata de un empleo con actividades rutinarias y preestablecidas.

Algunas personas, incluso creyendo que están habituadas a sus actividades, pueden empezar a experimentar trastornos físicos como alteraciones del sueño, problemas estomacales, dolores de cabeza o dificultades de atención, sin causa médica aparente.

El estrés puede estar produciendo estas alteraciones físicas, concretamente por un padecimiento psicológico llamado burnout o agotamiento relacionado con las actividades laborales, no solo cuando estas son demandantes y realizadas con jefes y compañeros tóxicos.

El aburrimiento provocado por la rutina y falta de incentivos laborales es otra de las causas del burnout. Entre sus síntomas están la incapacidad para realizar incluso las tareas más sencillas, la aparición de mal humor e incluso ira oculta hacia el equipo.

 

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En cuanto a la ansiedad y la depresión, los síntomas suelen ser más evidentes. Cuando alguien ha tenido un ataque de pánico o se siente deprimido por motivos laborales, ha llegado la hora de tomar medidas para salir de esa situación de inmediato.

A otros, por el contrario, les gusta pensar que sus empleos proyectan sus capacidades al máximo. Pero exceder un límite físico y mental –y este límite varía mucho de un individuo a otro– también puede generar conflictos. La idea de ser indispensable en el empleo puede ser peligrosa para la salud física y mental.

 

 

Trabajar manteniendo la salud

La forma en que se responde al ambiente y los problemas del trabajo puede determinar nuestra salud e incluso hasta nuestra longevidad y las posibilidades de éxito.

Como ya se mencionó, la solución a los entornos laborales peligrosos es tarea y responsabilidad directa de empleadores, empresarios, sindicatos, científicos y legisladores.

Sin embargo, e incluso asumiendo las mejores intenciones, ellos no padecen de manera cotidiana la experiencia en el lugar de trabajo o físicamente no pueden estar al tanto de cada una de las necesidades que se presentan en esos espacios. En otros casos, definitivamente no tienen preocupación por cumplir con los reglamentos.

Por eso, es el propio trabajador quien, además de elevar los reclamos sobre su seguridad ante los organismos cuando sea pertinente, debe atener y entender todas las normas de protección que le competen.

Cuando alguien ingresa a un nuevo puesto de trabajo, debe conocer todas las condiciones del cargo que va a desempeñar y los riesgos a los que puede exponerse en el corto, mediano e incluso largo plazo. Nunca se sabe cuánto tiempo permanecerá ahí y si eso le ocasionará secuelas.

Saber sobre el edificio o la zona donde se desempeñará y tomar las medidas para que sea un entorno seguro también es importante. No imaginamos cuán peligrosa puede volverse una estructura hasta que intentamos desalojarla en medio de una eventualidad y con personas nerviosas o sufriendo ataques de pánico.

En cuanto a los trabajos sedentarios, es el propio empleado quien debe buscar maneras de romper con la inactividad y los problemas anatómicos.

Si las personas responsables no ofrecen un mobiliario apropiado, él debe intentar adaptar los muebles estandarizados a su cuerpo, inclinando las superficies, usando cojines, cajas o cualquier estructura que lo lleve a la postura idónea y le evite dolores, mala posición o problemas circulatorios.

La iluminación debe ser suficiente para no forzar la vista, sin que deslumbre. Pedir que su escritorio sea acercado o alejado de una ventana, graduar la luz de la computadora o traer una lámpara o pantalla personal son opciones al problema.

Los oficinistas deben compensar el tiempo que pasan sentados buscando documentos en las impresoras, yendo a hablar con los compañeros que se encuentren en otros pisos del edificio en vez de chatear o llamarlo por teléfono, utilizar las escaleras en vez del ascensor o usando parte de su hora de almuerzo para salir a caminar.

Preocuparse por mantener una sana alimentación en horarios apropiados es una norma de autocuidado general para cualquier trabajador. Saltarse la comida por falta de tiempo y después hacer una cena abundante no es buena idea. Las comidas ligeras y regulares disminuyen la fatiga, mantienen la mente activa y colaboran con el buen metabolismo.

Los pequeños descansos también son útiles y aunque no puedan formar parte de la rutina diaria, deben procurarse tanto como sea posible.

Las azafatas, mesoneros y otras personas que están muchas horas de pie, independientemente de si forma parte de su vestuario o no, deben colocarse medias de compresión para disminuir el riesgo de várices.

Mucha gente no se da cuenta de que tiene los músculos en tensión, por lo que el dolor ha llegado a formar parte de sus vidas. Sin embargo, no tiene que ser así.

La persona ocupada muchas horas en la misma posición tiene a mano formas fáciles de relajación que solo exigen conocer dónde se produce la tensión muscular.

He aquí algunos ejercicios que pueden realizarse sin abandonar el asiento:

Tirantez de espalda: Inclínese hacia adelante con los hombros caídos, enderécese y repita al menos tres grupos de cinco.

Hombros: Siéntese con el torso recto y trace círculos con los hombros, moviendo ambos a la vez o uno después de otro. Repita durante diez segundos como mínimo.

Muslos y piernas: Apriete los muslos con fuerza y a continuación relájese. Levante la punta de los pies hasta donde pueda. Repita varias veces ambos ejercicios.

Tensión en el cuello: Eche la cabeza atrás y mire al techo. Manténgala así un par de segundos y luego inclínela hacia delante, hasta tocar el pecho con la barbilla.

Brazos y manos: Apriete los puños, levante los brazos y tense los bíceps. Relájese y repita un par de veces.

En cuanto a los síntomas de ansiedad, burnout o depresión, los mismos son señales de que se debe evitar o corregir la situación responsable de estos estados de ánimo.

Por ello hay que solicitar reuniones con las autoridades para definir responsabilidades, aprender a delegarlas si es el caso o tomar vacaciones desligándose totalmente de las ocupaciones.

En caso de que los conflictos laborales que generan tensión sean insuperables, lo más sano es pedir un traslado de departamento o incluso renunciar al empleo. Recuerde que ningún salario o cargo que desempeñe puede ser más importante que la propia salud.

Por eso también es importante desarrollar una vida plena, con placeres y aspiraciones interesantes fuera del trabajo como el mejor antídoto contra las condiciones laborales adversas.

 

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