🔴 Conoce a Dios y Atrae a tu vida Todo Aquello que Mereces. Dr. Wayne Dyer en Español

En esta visión mecanicista de la naturaleza todas las cosas son artefactos elaborados por un jefe que tiene muchos nombres diferentes. En la cultura occidental, este jefe se llama Dios. Este dios se representa con frecuencia como un hombre de barba blanca que deambula por los cielos creando el mundo natural.

El mundo es un constructo y Dios es el constructor.

Este dios bíblico es paternal, autoritario, benéfico y, en muchas formas, tiránico. Él le hace seguimiento a todo y sabe con precisión lo que cada uno hace y cuando se violentan sus leyes. Uno de los aspectos de esta teoría de la naturaleza es la idea del castigo por los pecados cometidos. Este dios-padre nos responsabiliza por las transgresiones.

Además, se considera que todas las personas nacen con la mancha del pecado, como parte de su naturaleza, por lo que no son dignos de confianza. Esto hace que muchos se sientan distanciados de este dios.

Una vez que te convences de que no eres digno de confianza y de que eres en esencia un pecador, te encuentras bastante perdido. No puedes ni siquiera mantener tu confianza en Dios, debido a la desconfianza básica en ti mismo. No confiar en ese dios puede significar romper una de sus propias reglas. Es una situación en la que nunca puedes ganar.

Esta teoría de la naturaleza es absolutamente incompatible con el segundo principio para la manifestación. No puedes sincronizarte con el poder y la energía del universo, para crear y atraer una vida de abundancia, si esa energía y ese poder están fuera de ti.

Hay una segunda teoría de la naturaleza que llamo la naturaleza espontánea y no juzgadora.

En esta visión de espontaneidad, Dios es una inteligencia universal que fluye a través de todo. La naturaleza es un despliegue no forzado de vida y formas, y no hay un jefe. En lugar de aprender a manejar y a controlar el mundo natural, el impulso lleva a confiar en él. Los seres humanos son un aspecto de este Dios y en consecuencia son portadores de la divinidad.

En esta teoría, en general se considera a los seres humanos como la forma de vida de más alto nivel. Confiar en este humano natural y altamente evolucionado implica confiar en las paradojas del comportamiento descrito como bueno y malo, egoísta y altruista o codicioso y generoso.

De la misma forma en que respetamos otras formas de vida confiando en sus procesos, el segundo principio nos conduce a desarrollar un conocimiento interior, para que el proceso natural de lo que nos desea a nosotros sea lo que nosotros deseamos.

Imagínate como una consciencia que está siendo interpretada por Dios, así como una ola es una parte del océano que está siendo interpretada por el océano mismo. La energía divina e invisible es el océano, de la que tu forma de ola es una parte. Puedes llamarla Dios, océano o cualquier otra cosa.

Esta es una concepción profundamente exquisita, porque con ella concientizas el conocimiento interior de que estás en verdad en todas las cosas. Esto conduce a manifestaciones milagrosas. Comienzas a considerar el significado de estar en todas las cosas al mismo tiempo.

La confianza auténtica está disponible solo a través del conocimiento del corazón. Cuando ingreses a este espacio de confianza todo lo que te pertenece vendrá a ti, porque habrás creado la capacidad interior para recibirlo. La ironía es que, lo que deseas recibir ya es una parte de ti.

Este puede ser un concepto difícil de entender, debido a lo apegado que está el ego a la idea de que eres un ser especial y separado de los demás.

Nada en tu mente racional podría convencerte de que el agua se compone de dos partes de hidrógeno y una de oxígeno. En apariencia es un líquido que fluye y no tiene nada que ver con gases, pero cuando sometemos el agua a un escrutinio profundo, se hacen manifiestos los elementos que la constituyen.

Lo mismo ocurre con la idea de estar al mismo tiempo en todas las cosas. Si en verdad confías en esta noción comprendes que todo lo que percibes como algo que falta en tu vida, es una parte de la misma energía que eres tú. De este modo, la manifestación se convierte en el arte de traer a ti todo aquello que ya eres tú.

Elegí con deliberación, no usar muchas citas en este artículo, pero quiero enfatizar que todos los maestros espirituales y todos los santos, gurús o sacerdotes a lo largo de la historia, han formulado una recomendación similar. Esta filosofía perenne conecta a toda la humanidad, desde los tiempos tribales y antiguos hasta los tiempos civilizados y actuales.

El mensaje es que Dios está dentro y fuera de toda criatura viviente, y que existe un mundo del que formamos parte que no está sujeto al mundo cambiante del tiempo y del espacio, en el que estamos en el presente.

Como Dios está en todas partes, no solo está dentro de ti, también ocurre que Dios eres tú. Lo que esto significa es que, más que encontrar a Dios, has de descubrirlo dentro de ti mismo. La afirmación “Tú eres el camino” es más que una advertencia eclesiástica, es una proclamación de tu realidad.

También tienes que tomar en cuenta la oración y lo que representa para la comprensión de la noción de confianza. En lo que respecta a la oración, pareciera que con frecuencia imaginamos a Dios como una máquina dispensadora gigante en el cielo, que va a concedernos nuestros deseos cuando introducimos las fichas adecuadas, que son nuestras oraciones.

Imaginamos que debemos insertar las oraciones, luego apretar el botón y esperar a que Dios nos dispense los bienes que pedimos. El Dios, visto como una máquina dispensadora, se transforma en el objeto de nuestra veneración. Le decimos a la máquina lo buena que es y lo mucho que la adoramos, y esperamos que, a cambio, sea buena con nosotros.

La premisa básica es que Dios está fuera de nosotros y, por lo tanto, lo que necesitamos y queremos también está fuera de nosotros.

Si creemos que estamos separados de Dios, el enfoque de la máquina dispensadora cuando oramos fortalece y profundiza esa creencia.

Prefiero promover la idea de que la oración es en esencia una comunión con Dios. Lo que buscamos con la oración es la experiencia de coexistir con Dios. La oración es nuestra forma de comunicar que estamos preparados para que, a través de nuestra forma humana, se manifiesten los deseos de esta energía sagrada.

Por eso, la verdadera experiencia de Dios no lo altera ni lo cambia a él, sino que nos cambia a nosotros. Reforma nuestro sentido de separación.

Si no cambiamos con la oración, nos habremos negado la oportunidad de conocer la sabiduría que nos creó.

La búsqueda de la felicidad fuera de nosotros mismos reaviva la idea de que no estamos completos y relega la oración a la condición de una súplica a un jefe, que es Dios. Entonces estamos pidiendo favores, en lugar de buscar una manifestación de nuestro ser invisible e inspirado.

Orar al nivel espiritual al que me refiero no es pedir algo, del mismo modo en que intentar transformarse en un manifestador no es pedir que algo aparezca en tu vida.

Lo que yo llamo oración auténtica consiste en invitar al deseo divino a expresarse a través de mi. La oración que concibo expresa mi experiencia de unión con la energía divina. Esto puede parecer una noción radical e incluso blasfema, pero sin embargo es la fuente de todas las tradiciones espirituales. He aquí unos pocos ejemplos.