El odio, como explica su concepto en el diccionario de la Real Academia Española, es un sentimiento de aversión y antipatía hacia alguien cuyo mal se desea. Este puede ser motivado e inmotivado, es decir, si hemos hecho algún daño a una persona, es normal que esta albergue deseos negativos hacia nosotros.
Pero ¿qué ocurre cuando no hemos hecho daño a nadie, ni consciente ni inconscientemente, y aun así tenemos enemigos?
Es difícil responder a esa pregunta cuando se trata de un amigo, familiar o conocido. Entonces, ¿qué podríamos decir si son desconocidos los que nos adversan? Pensemos por un momento en los seguidores de las redes sociales, que están dispuestos a insultarnos gratuitamente por los logros que exponemos en nuestras publicaciones.
Parece inverosímil que uno de los aspectos que más fomenta el odio sea el éxito, más cuando la alcanzamos a través del la constancia y la dedicación. Por eso, no siempre se manifiesta en miradas y expresiones verbales de furia hacia tu persona. A veces se expresa principalmente en forma de crítica, envidia o celos.
¿Existe alguna forma de evitar el odio de tus enemigos? Sí, e incluso puedes utilizarlo a tu favor.
Una forma es convertir los sentimientos negativos y el dolor que te producen en un combustible para empujarte hacia tus metas y a las relaciones positivas que quieres alcanzar. No se trata de ser masoquista y disfrutar del dolor y la pena, ni revolcarte en la autocompasión, sino de aprovechar esta experiencia que te da la vida para crecer y convertirte en una mejor persona, a diferencia de tus detractores.
El odio inmotivado es como una vacuna que te hace inmune contra la toxicidad emocional y mental. Pierde su fuerza cuando dejas de sentir la vergüenza y la duda que genera el odio, y lo cambias por comprensión hacia tus enemigos.
En cambio, cuando quien te odia tiene razones legítimas para hacerlo, es decir, un odio motivado, experimentas un sentimiento doloroso. Sabes que eres el culpable de esa situación. Pero no se trata de algo totalmente malo, pues te da la oportunidad de cambiar y crecer.
Cuando te asumes como responsable de haber provocado el odio de alguien, también descubres qué es lo que necesita ser reparado.
Sin embargo, la mayoría de las veces, los casos de odio inmotivado superan a los del odio motivado.
Por eso, te presentaremos algunas formas de contener y aprovechar a tu favor el odio de tus enemigos, como un combustible personal para mejorar tu propia vida.
1. Acostúmbrate a que el odio empeore en proporción a tus logros
El éxito provoca diversas reacciones emocionales. Tus enemigos suelen actuar con celos, desprecio, molestia, miedo o envidia en la misma proporción en que avanzas hacia el éxito.
Todos estos sentimientos provienen de la frustración que les genera no poder estar en tu lugar ni tener la fuerza para avanzar por ellos mismos. Podrás notarlo porque en sus comentarios nunca te señalarán la forma en que podrías hacerlo mejor, sino todos los aspectos que encuentran negativos.
Entonces piensa que si la gente te está criticando de forma destructiva, es porque vas por buen camino y debes seguir así.
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2. Espera recibir odio si no complaces a tus enemigos
Los amigos y las personas con mentalidad positiva no se molestan con tus logros. Al contrario, te animan a seguir adelante y sienten felicidad por ti.
En cambio, la gente tóxica se siente molesta con tu éxito y cree tener cierto derecho a opinar sobre ti. Incluso pensarán o te dirán que eres engreído porque “avanzas solo” hacia tus metas y no los ayudas.
Si no le das lo que quieren, solo recibirás odio. Y peor aún: si te sientes mal por ellos y detienes tus planes para ayudarlos, ellos conseguirán nuevas formas para seguir odiándote. Pueden pasar a sentirse superiores y menospreciarte. También podrían criticarte porque no los apoyas lo suficiente. O hablar a tus espaldas sobre tu debilidad para defender tus planes.
Esto se debe a que el odio de tus enemigos hacia ti no tiene motivos reales, sino que lo construyen en su mente a partir de su propio fracaso.
3. Prepárate para tres reacciones mortales
Los celos y la envidia son los precursores del odio y crean tres reacciones: la sumisión, la ambición o la destrucción.
La sumisión consiste en que la gente te evita por tus avances y triunfos, considerándote alguien superior, pero desde una perspectiva negativa. En teoría esto no debería afectarte, pero tus enemigos pueden privarte de oportunidades si está en su poder, o dejar de introducirte a nuevas relaciones, evitar hacer contactos que sean beneficiosos para ti, etc.
La ambición puede llevar por su parte a una competencia desleal. Tu enemigo luchará por superarte con todas las herramientas, positivas o negativas, que tenga a mano. Buscará obtener los resultados que quiere, sin importar si alguien resulta herido.
La destrucción es solo eso: la persona que te odia se siente ofendida por tus logros y buscará maneras de destruir tus negocios, tu fama, tus proyectos y oportunidades.
Ahora que conoces las respuestas más comunes de la gente tóxica que te odia inmotivadamente, debes estar atento para evitar las consecuencias de estas posturas.
4. El odio se alimenta de emociones, no de hechos
Mientras el amor nos vuelve tontos, el odio nos hace perspicaces o astutos. Los científicos han comprobado que cuando nos enamoramos se afectan las áreas de nuestro cerebro reservadas para el juicio. Por eso nos concentramos en las virtudes que amamos de la otra persona y no captamos sus defectos.
El odio hace lo contrario al amor. El odio activa la corteza frontal, las áreas involucradas en la evaluación de las personas y la predicción del comportamiento; pero también busca darle una justificación a sus pensamientos y sentimientos adversos. Fomenta una mentalidad irracional donde la realidad y los hechos no importan. El cerebro busca maneras de adaptar la realidad para darle sentido a su odio y actuar en consecuencia.
El éxito definitivamente engendra odio. No puedes controlar lo que los demás piensan de ti; pero puedes controlar cómo usarlo a tu favor. Convierte ese odio en combustible y sigue creciendo. Así, en algún momento, el odio dejará de importarte.