Descubre Cómo Tus Creencias te Pueden Salvar o Condenar. ¿QUÉ PASA UNA VEZ QUE MUERES?
La revisión de la vida es una fase natural muy importante, tanto en la vida como en la muerte. Es muy importante el examen que se efectúa a la vida de las personas que fallecen.
Mi revisión comenzó en el momento de mi muerte, y fue avanzando hacia mi pasado.
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En la revisión de mi vida pude ver por qué me había enfermado. Mi enfermedad comenzó en el período previo a mi nacimiento, cuando estaba en el vientre de mi madre. Mi padre biológico, que está muerto y era un poco alcohólico, golpeaba a mi madre durante el embarazo. Cuando la golpeaba, estaba en su vientre y escuchaba el estruendo de los golpes. Yo estaba conectado al sistema nervioso de mi madre, así que, en esos momentos, sentía el dolor que ella experimentaba. También, su depresión y su miedo.
Estas cosas pueden afectar de diversas maneras a personas diferentes. A mí me llenó de ira. Al revisar mi vida comprendí que nací enojado. Eso me condujo a ser el bromista en las fiestas. Pero la verdad es que nunca llegué a confiar en las personas ni pude acercarme a ellas.
Antes de la revisión de mi vida, nunca entendí esto. Luego de esta revisión comprendí que hubo un momento en el que me produje en mí mismo el cáncer de cerebro.
Durante mi infancia, en la escuela nos mostraban películas como Agáchate y cúbrete (Duck and cover), del Departamento Federal de Defensa Civil, para entrenarnos en métodos de protección contra los efectos de una explosión nuclear. También nos hablaban de las armas nucleares y nos decían que solo sobrevivirían las cucarachas. Todo eso se quedó dando vueltas en mi cabeza.
En la época en que estaba en mis 20, la ecología era un tema de interés en el mundo. Todos decían que íbamos a hacer estallar el planeta 500 veces, que seríamos víctimas de la superpoblación y que agotaríamos los suelos y los recursos naturales.
El momento decisivo en que percibí en la revisión de mi vida ocurrió cuando un grupo ecologista publicó una foto, que es bastante famosa, de una vista aérea de Los Ángeles que se comparaba con una fotografía microscópica de una célula cancerosa. Ambas lucían muy similares.
En el momento en que vi esa fotografía, tuve el pensamiento de que la naturaleza se había equivocado y había creado un cáncer llamado humanidad. Concluí que la humanidad era un cáncer en el planeta y que acabaría destruyéndolo.
A partir de ese momento, viví creyendo en esa idea ¿y qué pasó? Que soy un ser humano y creé un cáncer de cerebro en mí.
Tus creencias acerca del mundo, la forma en que lo concibes, con qué óptica lo miras, pueden ser devastadoras o rejuvenecedoras.
Lo que ocurrió fue que una mañana sentí una descarga de luz entrando por la ventana. Me desperté por una fracción de segundo y me volví a dormir. Lo siguiente que supe es que estaba fuera de mí, mirando mi cuerpo tendido en la cama. Había una luz que abandonaba ese cuerpo y pensé: “Debo estar muerto”.
Traté de despertar a la que era mi cuidadora en el hospicio, ella se encontraba al final del pasillo, pero sin mi forma física no podía hacerlo. Cuando me di cuenta de esto, acabé por regresar a la habitación en la que estaba mi cuerpo y de repente la oscuridad se cerró en torno a mí. Sin duda, esa fue la sensación más aterradora del mundo, fue infernal.
Caí en un hueco oscuro y profundo, casi como un agujero negro. Parecía que allí había muchos otros conmigo. Vi una delgada línea de luz, era como una pequeña estrella en la negrura y parecía estar muy lejos.
Pero casi de inmediato comenzó la revisión de mi vida, que era como ver una película holográfica en esa oscuridad que me rodeaba por todas partes. Una vez que salí de lo que yo llamo el hueco del infierno o el agujero negro, en el que estaba atascado, y pude dirigirme hacia la luz, comenzó una experiencia asombrosa. Algo muy similar a un ángel guardián apareció ante mí como respuesta a mi clamor, porque yo estaba implorando ayuda con desesperación.
Ahora comprendo que esto era una metáfora de mi ser superior que me tendía la mano. Lo único con lo que pude relacionar la imagen en ese momento fue con un ángel, debido a la forma en que me habían educado. Fue un ángel que me llevó hacia la luz. Pero a medida que me acercaba allí observé que había una especie de túnel, mientras una parte iba hacia la luz, otra parte venía de la luz. A medida que me movía entendí que la columna de luz que se elevaba eran todas las personas que estaban muriendo en ese momento. En la parte que venía del mismo haz de luz estaban todas las almas de los que estaban naciendo.
La luz me rescató y me llevó hacia ella. Como todo buen ateo, de inmediato supe que esa luz era Dios. No voy a describir cómo se siente la luz, solo diré que es fantástico.
Mi primera gran pregunta a la luz, que yo percibí como Dios, fue: “¿Por qué los seres humanos son tan oscuros y están tan condenados? ¿Por qué se creó todo esto?”.
En ese instante, la luz me inhaló hacia su interior y de repente me encontré como en un mándala, es la única imagen que puedo usar para describirlo: un mándala infinito de almas humanas vivientes, de todas las almas humanas que han existido. En ese mándala podía ver el interior de cada alma. Puede que no creas esto, pero pude mirar el interior de todas y cada una de las almas. Tú estabas ahí. En esas almas no pude ver ningún mal ni oscuridad alguna. Entonces, se me mostró mi alma. En ella no había ninguna oscuridad ni nada que me hiciera sospecharla. Todo eso era una ilusión. En ese momento fue como si una bomba atómica hubiera estallado y todo lo que siempre supe fue anulado por completo.
Luego estas almas, las de todas las personas, me dieron la vida otra vez y mi alma renació. Nunca en toda mi vida había recibido un amor como el que recibí en el mándala de almas humanas con la luz. Mantengo ese amor vivo en mi corazón por siempre.
El octavo chacra es el chacra ultravioleta o chacra de la purificación. Esta purificación se lleva a cabo cuando finalizas la revisión de tu vida y vas a la luz. Resulta que no hay nada que puedas hacer en este mundo que llegue a manchar el alma superior. Una vez que pasa a través de la luz, ningún alma queda manchada. Ni siquiera el alma de Adolfo Hitler.
Es por eso que mientras más te resistes a soltar la oscuridad, más difícil es alcanzar la luz. Yo lo sé porque fui uno de esos: estaba aferrado a mi oscuridad hasta que aprendí a perdonarme a mí mismo, a perdonar mi vida y a amarla. De hecho, regresé repitiendo una plegaria. Cuando mi cuidadora me encontró en el suelo, yo estaba hablando en voz baja. Ella me dijo: “Acerqué mi oído a tus labios y estabas diciendo una y otra vez: ‘Amo mi vida’”.
Lo que aprendí, y en lo que creo hasta el día de hoy, es que el cuerpo físico en el que vivimos en verdad nos proporciona el vehículo más hermoso jamás imaginado para experimentar el tiempo y el espacio, y para vivir el universo en formas que no son posibles cuando se está en el espíritu.
Créeme, es maravilloso tener órganos. Cuando estás del otro lado no los tienes. Algunos pueden pensar que sienten dolor o que la vida no es de ningún modo lo que ellos quieren que sea. Pero te aseguro que he conocido personas que te darían cualquier cosa por el peor día de tu vida, porque incluso ese peor día está lleno de potencial.
Pero una vez que dejas tu cuerpo, estás al margen del tiempo y del espacio. Algunos pueden tomarse un gran tiempo en dirigirse a la luz. Yo sentí que me tomó una eternidad. Otros, en cambio, van de inmediato.
Algo que me pareció interesante es que cuando estaba observando mi cuerpo, una luz lo estaba abandonando. Muchos años después, cuando estudiaba biofotónica, entendí lo que había pasado.
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Puede que hayas escuchado decir a mucha gente que ven una luz dejar el cuerpo cuando una persona muere. Pues bien, esto ha sido verificado por la ciencia. Cuando las células comienzan a morir liberan sus biofotones, que son células lumínicas de origen biológico, así que el cuerpo emite luz hasta que cada una de sus células se deteriora por completo. De este modo, el cuerpo al emanar luz desprende el material cuántico que se incorpora al sutil reino de energía, que es lo que llamamos “el otro lado”.
Un par de meses después de mi experiencia, la luz comenzó a venir de nuevo y a sacarme de mi cuerpo. Cada vez que ocurría, yo pensaba que estaba muriendo de nuevo. Me tomó cerca de un año llegar a sentirme cómodo con estas experiencias y poder dejar que pasaran sin resistirme.
Phyllis Atwater y Ken Ring fueron los primeros en decirme que a nadie más le ocurría eso. Yo les dije: “Pero yo vuelvo a la luz todos los días”.
En algún momento se me dijo que, en lo sucesivo, tendría contacto con la inteligencia universal.
Básicamente, lo que aprendí fue que la creación acaba de empezar, que nuestro recorrido apenas comienza y que el futuro de la humanidad es muy prometedor. Sé que las personas no pueden ver eso ahora, porque hasta el momento el camino evolutivo ha sido un trayecto largo y difícil, hasta llegar a edificar civilizaciones tal y como las conocemos. Pero se me mostró que los seres humanos están entre las criaturas más venturosas que jamás han poblado este planeta, aunque te cueste creerlo.
Al día de hoy lo puedes comprobar con la OMS: el mayor asesino de la raza humana sigue siendo el mosquito, más que todos los conflictos bélicos juntos.
En el mundo humano, tan solo hemos comenzado a tener las nociones de desprendimiento y de retirada, que son conceptos asombrosos. Es una metáfora muy simple para algo más complejo que está aconteciendo en todo el universo. Las estrellas se alimentan unas de otras y se destruyen entre sí. Hay una especie de “toma y dame” en el universo.
Cuando le pregunté a la luz por qué los seres humanos son tan oscuros y están tan condenados, se me permitió dar un vistazo a cada alma humana y ver que no había oscuridad ni maldad en ninguna de ellas. En ese momento me enamoré de la humanidad.
En cada instante hay mucha más bondad que maldad. Lo que pasa es que nuestros medios exacerban la maldad. Todavía estamos saliendo del estado de supervivencia, aún no hemos trascendido esa fase. Por eso estamos siempre al acecho de lo que llamamos el mal. Hace poco me encontraba en un ascensor y entró una mujer con una camiseta que decía: “Los mansos se están preparando”.
¿Cuándo trascenderemos esta fase? No lo sé. No se puede poner un tiempo a esto, pero puedo decirte que está muy cerca, a un parpadeo del ojo cósmico.
También pude ver lo que se denomina el potencial masivo de la humanidad. Este potencial se observa al mirar en el corazón de los seres humanos. Hay bondad en cada corazón humano, siempre la ha habido.
Una vez que vas a la luz te purificas por completo de cualquier enfermedad, oscuridad o maldad que puedas haber albergado y comienza tu reencarnación.
Me enseñaron que hay tres niveles de reencarnación. El primero es el de la reencarnación automática para la supervivencia de la especie. Puedes llamarla reencarnación en la misma línea de sangre.
Todo esto es más poderoso que tu mente. Sé que muchos enseñan que la mente crea todas las cosas. Pero en el otro lado me mostraron que la mente fue una de las últimas cosas en surgir. Tu cuerpo tiene millones de años y es mucho más viejo que tu mente. Por esto, en el presente, la mente está en un estado muy temprano. Es como un niño. Como pasa con los niños que a una cierta edad piensan que son el centro del universo y no les interesa nadie más. Así estamos ahora.
¿Recuerdas cuando Galileo trató de mostrarle a la Iglesia que la tierra no era el centro del universo? Fue juzgado por la Inquisición. No pretendo menospreciar ninguna religión, pero la mayoría de ellas no ha tenido aún el efecto Galileo.
La verdad es que no estamos en el centro del ojo de Dios. Somos parte de todo un hermoso sistema llamado Gaia. Estamos próximos a madurar como especie, lo que es muy importante para la supervivencia, tanto de la especie como del planeta. Antes de ir al otro lado, nunca supe nada acerca de esto, pero me lo mostraron y me parece maravilloso.
Supongo que te parecerá que todo lo que vi son películas, pero se me mostró lo que se denomina concepto de Gaia. Supongo que los astronautas fueron los primeros en ver esto, aunque nuestros ancestros hablaron de ello. Lo que esta noción entraña es que toda la tierra es en verdad un ser vivo, una fantástica forma de vida, y nosotros somos parte de ese ser. Somos la parte humana, que es una parte muy especial.
Cada ser humano vivo hoy se ha abierto camino, desde un estado primordial, hasta llegar a la cima de la cadena de ADN en el planeta.
Sé que esto puede contrariar a algunas personas. Pero es cierto. Nuestro ADN es en verdad el libro de la vida en el planeta. Cada persona ha sido todo lo que el planeta ha sido hasta ahora. En este mundo en particular, con la estrella que tenemos, nuestra gravedad y todas las propiedades físicas que nos rigen, somos la suma de todo lo que le ha pasado a la tierra y eso hace que seamos una gran creación.
Estamos comenzando a aprender a no separarnos de la naturaleza o del planeta. Nuestros antepasados trataron de decirnos esto, yo pienso que es ahora cuando empezamos a entenderlo.
Lo que ocurrirá es que a medida que maduremos, en unos doscientos años, tal vez un poco antes, comenzaremos a tener un verdadero contacto. No algo misterioso o difuso, sino un contacto real.
Lo que aprendamos de otras civilizaciones va a acelerar nuestro avance en gran medida. Es excepcional lo que se nos avecina.
Como he dicho otras veces, somos como el arca de Noé. Nos llevaremos con nosotros toda la vida en el planeta.
Todo esto comenzará a pasar durante los próximos cuatrocientos años. En el tiempo cósmico eso es solo un parpadeo.
Una vez que comencemos la siembra de estrellas, habrá un gran período que será fenomenal. El desplazamiento a nuevos mundos será un episodio fantástico en la historia humana. Nuestro planeta tierra se convertirá en una especie de parque natural, será como la Meca. El planeta madre será un lugar que todos querrán visitar al menos una vez en sus vidas.
En el otro lado también aprendí que nuestra ascensión, desde la perspectiva de Gaia, es una evolución muy natural de un ser denso a uno más sutil. A nivel cuántico, el cuerpo humano ya es muy sutil. Los átomos no llegan a tocarse. Somos más espíritu que materia, siempre lo hemos sido y siempre lo seremos.
Nuestro viaje no tiene principio ni fin. La vida no comenzó aquí ni tampoco termina.
La distancia del interior al exterior de un átomo es enorme, en la escala del resto del cosmos divino. El viaje del exterior al interior o del interior al exterior, desde cualquier sitio hasta aquí, es un viaje imposible que ocurre cada día, en cada cosa y en todas partes. Este viaje no es lineal y no está limitado por el tiempo.
Muere entonces cuándo y donde tú elijas, 2012 o 2060. ¿Por qué esperar? El fin de la ilusión del espacio tiempo está cerca. ¿Qué tan cerca? ¿Es este un buen momento?
El pasado, el presente y el futuro se juntan en el grandioso ahora. Siempre ha habido lemurianos y atlantes. Lemuria es ahora. La Atlántida es ahora. Estamos todos juntos aquí, en este momento.
El próximo período de consciencia en la historia es el ahora. En realidad, nunca existió un pasado y no existe el futuro. Escucha a tus maestros, siempre es ahora, siempre fue ahora y siempre será ahora. El único tiempo que tienes es el ahora, que se expande constantemente.
¿Se está expandiendo el universo o es nuestra consciencia la que se expande? ¿Quién puede decirlo más que tú? No existe más que el yo. Interior, exterior, tú, yo, ellos, micro, macro, no importa, solo son palabras. Solo el yo existe.
Deja que el intelecto naciente se abra hacia el infinito, y todavía acabarás aquí y ahora.
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