🔴 [No Los Escuchamos]. Los Maestros del Lejano Oriente

En tu cuerpo, hay ciertos genes están más programados que otros.

Cuando estás en casa y quieres levantarte, comenzar tu día, revisar tus correos electrónicos y de repente dices: “Espera un segundo” y regresas al momento presente, eso es antinatural, porque va en contra del programa.

Mucha gente pierde su libre albedrío ante un programa, pero si hacen el trabajo, tarde o temprano, su voluntad será mayor que el programa, y de esa manera, literalmente estarán cambiando una línea de tiempo.

Eso es lo que estamos haciendo.

No hay mucha evidencia que demuestre que las personas pueden ser inmortales y, sin embargo, existe un gen inmortal.

Muchas veces, las células cancerosas tienen los genes inmortales activados, lo que indica que, si una persona ha vencido el cáncer, su voluntad de vivir tuvo que haber sido mayor que su miedo a morir.

Si hay un gen de la inmortalidad, entonces, en algún nivel, este tiene que ser activado e instruido.

Sea que lo creas o no, hay fábulas, figuras históricas, líderes carismáticos, seres espirituales que han vencido a la muerte.

Estoy seguro de que la noche antes de la crucifixión de Jesús, él no estaba diciendo: “Oye, no tengo ganas de hacer esto, me duele la cabeza, estoy un poco ansioso, estoy un poco preocupado…”. No, él afrontó la situación porque esa era su iniciación.

Hace muchos años me topé con una serie de libros llamados Vida y enseñanzas de los maestros del lejano Oriente. Tratan sobre un investigador llamado Baird Spalding que fue al Himalaya buscando a estos maestros.

Yo solo tenía poco más de veinte años y no sé, supongo que estaba persiguiendo todo esto, así que empecé a leer los libros y no podía parar. Los leí varias veces porque hablaban de los maestros que realmente vivían en el Himalaya quienes no necesitaban participar en la conciencia social.

Aparecían en un lugar y luego desaparecían. El tipo del libro hacía un recorrido dos días y el otro tipo ya estaba allí.

Mientras leía, llevaba mi cuerpo de luz allí, aunque estuviera acostado en mi casa.

Es una experiencia surrealista, y para poder enseñarles a las personas a hacer esto, se necesitaría a alguien que realmente lo haya logrado antes, porque solo esa persona conocería el camino. Además, tendría que estar elevándose en niveles de energía cada vez mayores.

En teoría, cuando toda esa energía está en tu cerebro asentada en la glándula pituitaria, todas las figuras históricas de la luz se encuentran en tu cabeza, y es ahí cuando te vuelves trascendental, es ahí cuando tu divinidad es mayor que tu humanidad.

Así que, en teoría, hay un gen para la inmortalidad… pero tiene que recibir la señal correcta.

Yo no creo que esa señal sea química. Mi teoría es que el 98,5% de todos esos genes que se pueden seleccionar e instruir tendrán que activarse por electromagnetismo, es decir, una frecuencia mayor que la materia.

Porque tiene sentido que una firma coherente de energía va a ser más grande que materia cambiando materia, y la química es una frecuencia baja de materia cambiando materia.

Hay pequeñas antenas en los sitios receptores que captan la frecuencia de la sustancia química a medida que se acerca, y luego ocurre el cambio. Se trata de una coincidencia vibratoria, pero es una frecuencia muy baja.

Ahora bien, los sitios receptores en el exterior de las células son cien veces más sensibles, e incluso, en algunas referencias, hasta doscientas veces más sensibles al electromagnetismo de lo que son a la química.

La naturaleza tiene un principio llamado “dotación”. La naturaleza no desperdicia nada: si no lo usas, lo pierdes, y eso es evolución.

Sin embargo, los humanos tenemos unos cerebros grandes, este almacén gigante de ADN, y aun así, no lo hemos aprovechado.

Entonces, si la señal es más energía, la cual es coherente, y además, la persona está aumentando su frecuencia por encima de sus reacciones a su entorno, esa persona habrá dominado el miedo. Esa persona se abriría camino por el Himalaya todos los días hasta cruzar sin miedo en absoluto, con los ojos abiertos e incluso con los ojos cerrados.

Pero necesitaría un hierofante, un maestro, alguien que haya recorrido el mismo camino para poder guiarla.

El alma trabaja íntimamente con nuestro ADN, porque al final de tu vida cuando mueres y dejas tu cuerpo físico, eres un ser soberano consciente y lo divino tiene que saber cómo te fue en tu vida.

De modo que, tú como conciencia, debes permitir que el alma tome asiento y te muestre lo que ha estado viendo todo el tiempo durante tu vida.

Así, el alma procede a reproducir la película de lo que fue toda tu vida, pero el asunto aquí es que, no solo lo vas a experimentar como tú, sino que te vas a observar a ti mismo y también vas a experimentar los sentimientos de cómo afectaste a todos los demás.

De repente, vas a tener una percepción diferente, algo como: “Wow, eso no salió tan bien como había pensado”, o verás cómo cometiste el mismo error inconsciente una y otra vez.

Y no sé tú, pero cuando yo me veo a mí mismo cometiendo el mismo error inconsciente repetidas veces, tarde o temprano, quisiera una oportunidad para intentarlo.

De esta manera, el alma dice: “¿Quieres intentarlo? Pues ¡vamos!” y tú, como ser consciente, dices: “Tengo que encargarme de esto”.

Entonces desciendes de nuevo a la densidad, te olvidas de quién fuiste, para poder volver y hacerlo de nuevo.

Y puede que toda tu vida ahora sea solo para revivir ese momento en particular, ese único momento en el que tienes que hacer una elección diferente, cuando tienes que decidir.

Si tomas la decisión y evolucionas, por supuesto, esa experiencia va a comenzar a cambiar tu expresión genética. Luego, el alma toma esa experiencia, la conserva y la vuelve sabiduría.