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La doble dirección de la salud

La salud es una calle de de doble vía. Los vínculos entre la mente y el cuerpo van más unidos de lo que a menudo nos parece.

Al hablar de forma física y salud mental, tendemos a separar ambos conceptos. Seguimos pensando en dos partes separadas del ser humano. Creemos que la mente ―situada en la cabeza― controla la máquina que tiene debajo. Pero de hecho, es todo lo contrario: uno influye sobre el otro.

Esto se demuestra fácilmente en los estudios donde se comparan grupos de prueba que inicialmente están en mala y en buena condición física. Ambos son sometidos a un similar período de entrenamiento.

En los resultados se registra que ambas poblaciones mejoran sus niveles de resistencia y todos terminan siendo capaces, por ejemplo, de correr varios kilómetros diariamente. No obstante, el cambio más notable se observa en el carácter de los participantes.

Generalmente, los que estaban en mejor forma al inicio de la investigación eran emocionalmente más estables, seguros de sí mismos y autosuficientes que sus compañeros. Pero los que habían empezado en mala condición y experimentan los beneficios de la ejercitación, terminan superando a sus contrarios en sus niveles de estabilidad emocional y autoestima, e incluso se sienten con más energía, concentración e imaginación.

Se evidencia así que el cuerpo sano influye positivamente sobre la mente. La buena forma física contribuye a que sean menos tímidos, más independientes e incluso empiecen a producir más ideas.

 

Relación ciencia-cuerpo-mente

También se han documentado algunas formas en que la mente puede controlar el cuerpo. Los griegos, por ejemplo, ya conocían la hipnosis. Esta, si bien no corrige problemas de comportamiento ni afecta por igual a todas las personas, ha resultado exitosa como anestésico.

Algunos pacientes sometidos a terapias hipnóticas han experimentado disminución de dolores crónicos, se presentan a las cirugías con mejor disposición y se recuperan mejor de ellas.

Sin embargo, la medicina occidental no se ha detenido a estudiar en detalle las sutiles interacciones entre la mente y el cuerpo, dándole mayor atención a los resultados observados en el control que ejerce el sistema nervioso sobre el organismo.

Se plantea que el sistema nervioso está dividido en dos: el voluntario y el vegetativo. El sistema voluntario está formado por el cerebro y los nervios, a través de los cuales se controlan los músculos estriados, o que son activados a voluntad, como los bíceps en nuestros brazos.

El cuerpo y su sistema nervioso vegetativo se rigen a sí mismos en muchos aspectos, teniendo poco que ver con las órdenes del cerebro. Controla los músculos lisos del cuerpo y varias glándulas. Los músculos lisos son los que forman una pared alrededor de muchos órganos, como el estómago, y de todos los vasos sanguíneos. Lleva la comida a través del cuerpo y controla la pérdida de calor y sudor.

De estas funciones se vale el detector de mentiras. Cuando uno está en tensión suda más. El mentir produce estrés, lo suficiente como para que se note en una curva que registre los cambios eléctricos en la conductividad de la piel. Así que podemos mentir con la voz, pero no con la piel.

Por lo tanto, para la medicina occidental hay dos sistemas, uno que responde a todas nuestras órdenes y otro automático, independiente de la inteligencia y la voluntad.

Así que para esta ciencia, las capacidades de autocontrol de gente como los yoguis o los hechiceros son difíciles de aceptar.

Al parecer, un yogui en trance hace que su cuerpo funcione tan lentamente que puede pasar largos períodos sin comer, beber e incluso respirar. También es posible que los derviches se atraviesen ambas mejillas con una espada y luego se la saquen sin sangrar en lo absoluto.

 

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Cómo experimentamos la conexión mente-cuerpo

De manera consciente o inconsciente las personas también experimentamos a diario la relación entre nuestra mente y cuerpo, lamentablemente mediante estados negativos como el estrés y la ansiedad. La vida diaria implica hostilidad y frustración, que aprendemos a soportar a través de un complicado sistema de controles sociales y personales.

Pero el cuerpo no sabe de reglas sociales. Él responde a estas presiones con tensión alta, aumento de la frecuencia cardíaca, niveles de adrenalina elevados, mayor temperatura de la piel y finalmente con los temidos episodios de pánico, síntomas que los médicos y psicólogos han asociado con largos periodos de vivir en estrés y ansiedad.

Además de formas de relajación y control del estrés como la meditación, se han intentado crear técnicas con resultados más cuantificables, por ejemplo el biofeedback o biorretroalimentación.

Es un proceso que permite registrar una conciencia biológica interna, dando información inmediata acerca de las pulsaciones, tensión arterial o estado de relajamiento muscular, que ordena iniciar formas relajación cuando esos niveles se descontrolan.

Más allá de escoger un método científico cuantificable o una práctica espiritual, es a la vez sorprendente y tranquilizador encontrar que la mente es tan susceptible al entrenamiento como el cuerpo. Con información y técnicas correctas se puede ejercer un control sobre el estado emocional ―con sus implicaciones positivas para el cuerpo― superior a lo que se podía imaginar.

 

Cómo lograr una sana conexión mente-cuerpo

Afortunadamente, en la mayoría de los casos la mente no necesita de máquinas ni tecnologías para producir relajamiento y disminuir la tensión y la ansiedad: sentarse silenciosamente en una habitación en calma luego de un día difícil y visualizar una escena tranquila puede bajar las pulsaciones cardíacas, disminuir la presión sanguínea y reducir otros síntomas de estrés.

El estrés puede elevar la presión sanguínea, tiende a acelerar el ritmo del corazón, a elevar el tono muscular y la sudoración de la piel y a disminuir la actividad de ondas Alfa del cerebro que son ondas eléctricas que se asocian a la relajación.

El control de los procesos fundamentales puede invertir estos efectos, produciendo relajación, y de este modo reducir los efectos perniciosos que la ansiedad tiene sobre la salud.

El control sobre las funciones involuntarias se consigue principalmente mediante variaciones de actividad de los niveles superiores del cerebro. Como resultado de estas variaciones se conectan o desconectan varias partes del sistema nervioso vegetativo.

Este control puede conseguirse empleando cualquier técnica de meditación, aprendiendo aumentar el contenido de ondas Alfa en la actividad cerebral, a ralentizar el pulso y a disminuir la presión sanguínea.

El cerebro trabaja de manera que, una vez entrenado ―pensando en una escena tranquila y pacífica y vaciando la mente de pensamientos pesimistas― puede obtenerse estos notables resultados.

Existen también otras técnicas de relajación poco valoradas pero igual de significativas, como pasar tiempo de calidad paseando o jugando con una mascota o destinar tiempo al desarrollo de un hobby, de preferencia uno que estimule la creatividad.

Ciertos modelos de respiración profunda igualmente ayudan a producir efectos tranquilizadores, ya sea por activación de la parte sedante parasimpática del sistema nervioso autónomo, ya eliminando de la corriente sanguínea el anhídrido carbónico, productor de ansiedad.

En conclusión, mantener un estado saludable y de sensación de paz y control en la mente repercute de forma positiva en el cuerpo, mientras que un físico saludable, bien alimentado y entrenado contribuirá a la salud mental con valores hormonales y cardíacos adecuados.

El control del cuerpo empieza con el propio conocimiento.

 

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