Joe Dispenza REVELA Cómo SANARTE con la Mente

Descubre Cómo SANARTE con la Mente. Joe Dispenza lo REVELA.

Si, por ejemplo, tienes diabetes o dolor crónico y tomas medicamentos para ayudar a disminuir el dolor, tu cuerpo se acostumbra a funcionar de esa manera, porque te mantiene en el mismo estado químico.

Sin embargo, cuando comienzas a hacer el trabajo de meditación y comienzas a cambiar tu neurocircuito, tu neuroquímica, tus hormonas, tu energía e incluso tu expresión genética, a medida que comienzas a cambiar todas estas cosas, tu cuerpo empieza a transformarse.

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Un proceso de reorganización se lleva a cabo durante un tiempo, dado que ahora ya no te encuentras en el mismo estado neuroquímico.

Cuando eso ocurre, comienzas a notar que tienes nuevos síntomas o que no te sientes bien con tus medicamentos o sucede algún incidente, un evento interno profundo que te eleva a un nuevo nivel de conciencia, del cual, en algún nivel, ya has escuchado antes.

Vemos esto todo el tiempo. La gente dice: “No sé qué fue eso. Ese evento interno, esa asombrosa experiencia interna, ese momento trascendental. Pero fue algo, lo sentí en mi cuerpo, sé que mi cuerpo recibió una nueva señal”.

Así, el cuerpo comienza a reorganizarse; y es allí cuando este cambio comienza a ocurrir, donde la retroalimentación es importante.

Ve al médico. Yo siempre digo que es bueno ir cada tres meses. Si estás haciendo el trabajo con constancia, mira cuáles son tus medidas antes y después de meditar.

Digamos que tu valor sanguíneo normal debería ser de 100, y ves que estás en 500. Entonces, haz tu meditación, entrégate y simplemente piensa en 400 en tu mente y deja que lo divino observe. Solo entrégate y di: “Este es mi nuevo valor”.

Las personas se ponen súper creativas en el proceso y empiezan a cambiar sus valores Luego, cuando van al médico les dicen: “Mira, no sé qué estás haciendo, pero creo que deberíamos disminuir la dosis o cortarla a la mitad porque has tenido cambios realmente significativos. No sé qué estás haciendo, pero no dejes de hacerlo porque está funcionando”.

Así pues, yo apoyo un enfoque práctico-metódico paso a paso para que te abras camino en tu transformación.

En el momento en que el cuerpo sale del pasado y empiezas a interactuar con el campo cuántico y a condicionar emocionalmente tu cuerpo para el futuro, sucede una mejora biológica, haces una reprogramación en tu cerebro y te encaminas hacia un nuevo estado del ser.

En el momento en que comienzas a notar un cambio en tus síntomas, eso representa un mecanismo de retroalimentación importante.

Como cuando una persona dice: “Oye, se me quitó el dolor que tenía”, “Estoy durmiendo mejor”, “La llaga que tenía en mi mano desde hace tres meses se ha ido”, “Estoy viendo mejor”, “Estoy escuchando mejor”, etc.

Tener ese tipo de cambio fisiológico significa que estás transformándote todos los días.

La química nos mantiene iguales todo el tiempo. Tratar condiciones crónicas con química nos mantiene regulados en el mismo estado.

Así que, al presentar esos cambios fisiológicos, estás regulando positivamente nuevos estados, te estás autorregulando y, con el tiempo, tu cuerpo comenzará a reorganizarse y a evolucionar.

Una vez que esto ocurre, es un momento decisivo.

A mí me pasó con mi lesión. Después de unas seis semanas y media de tortura en las que sentía que no estaba llegando a ninguna parte, en el momento en que comencé a notar modificaciones en mi cuerpo, tales como que el dolor desaparecía y que podía sentir mis pies de manera diferente, fue cuando lo supe.

Supe que iba a marcar una diferencia.

Es un momento un poco divertido porque, cuando sucede, ya no lo temes ni dices cosas como: “No puedo hacer esto”, “No está funcionando”, “Es demasiado difícil”, “Soy malo en esto”.

En el momento en que notas que todo cambia, de repente piensas: “¡Voy a hacerlo de nuevo!”. A partir de entonces, ya no es una tortura y, de hecho, te sientes ansioso por hacerlo otra vez.

Es como si tu energía hubiera cambiado, y eso es todo lo que necesitas.

Yo aprendí a crear ese estado antes de ir viendo esas transformaciones, porque noté que mi cuerpo estaba empezando a actuar como si ya se hubiera curado y a caminar como si ya hubiera sucedido.

Así que, necesitas aprender a meditar caminando, necesitas llevar tu cuerpo a caminar y sacarlo del pasado, tienes que meditar de pie para que, durante tu día, no regreses a tus viejos programas.

Y dado que estás caminando es un hábito nuevo. Es una manera de practicar lo nuevo que quieres ver en tu vida mientras caminas, hablas, sientes y piensas.

A medida que te superas todos los días, con el tiempo, te conviertes en otra persona. Pero debes practicarlo.

Nuestros pulmones débiles son una excelente manera para practicar el cambio que queremos ver en nosotros mismos mientras estamos sentados, de pie, caminando o acostados. Nos da la oportunidad de modificar el hábito literalmente.

Cuando no estamos contentos, caminamos de cierta manera. Cuando sentimos lástima por nosotros mismos, nuestra postura, nuestro cuerpo y nuestra química varían.

Así que en el momento en que comienzas a adoptar una nueva energía y a ejercerla durante dos semanas. Vas a empezar a caminar desde tu carro a tu oficina como tu futuro yo y tu cuerpo tendrá que ponerse al día con esa energía tarde o temprano.

Cuando lo haga, de repente dirás lo que mucha gente expresa: “Sé que estoy curado, lo sé”, y cuando te pregunten cómo lo sabes, dirás: “Simplemente lo sé, me haré los exámenes necesarios, pero ya sé que estoy curado”.

El cuerpo que se ha convertido en la mente tiene tanto miedo de entrar en lo desconocido que hará todo lo posible para distraernos. Desde provocarnos una comezón, o un dolor, soltar un gas, hasta darnos dolor de cabeza o náuseas.

Todos esos síntomas son el cuerpo diciendo de alguna manera: “No, no, no, la última vez que pisaste lo desconocido no salió bien, te traicionaron, te manipularon y te lastimaron”.

Por ejemplo, en mi rancho los sementales están en unos potreros grandes. Al principio estaban separados de las yeguas, las cuales estaban en la parte superior de la propiedad, pero ellos podías olerlas y, como no había una conexión directa entre ellos y tomando en cuenta que los sementales son unos animales muy grandes, ellos literalmente atravesaban las cercas de madera y corrían colina arriba hacia las yeguas.

Eso es el llamado de la naturaleza.

Ahora, si yo pongo una conexión directa allí, ellos van a ir y a golpear la puerta unas cuantas veces, pero si los llevo directo a esa puerta, los sementales no van a pasar más lejos.

Eso es condicionamiento.

Se trata de notar un cambio en tu estado interior, de volverte consciente de ello y prestar atención a lo que lo causó, así como estrechar tu enfoque en ese punto y repetirlo unas cuantas veces.

Al aplicar esto al ejemplo con los sementales, si intentas moverlos más allá de esa puerta, no lo lograrás, no se moverán, incluso podrías hacer que cinco hombres los empujaran y los animales los empujarían de vuelta hacia atrás, porque han sido condicionados a estar en su caja.

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Eso es exactamente lo que el dolor nos hace. Si nos pasa algo malo, pensamos: “Oh, no quiero que eso vuelva a suceder”, así que el cuerpo se programa para asegurarse de que no pase otra vez.

Si comienzas a salir un poco de tu zona de confort, fuera de lo conocido, el cuerpo empezará a decir: “No sé si quiero hacer esto” y manifestará todos esos síntomas de los que ya hablamos.

Así que sigue las instrucciones, quita tu atención de tu cuerpo y, cada vez que tu cuerpo intente hacer eso, regrésalo al momento presente y dile: “Más tarde te voy a dejar dormir, te voy a dejar comer, vas a poder tomar café, te voy a dejar abrir los ojos y tomar una ducha, vas a poder acostarte, pero ahora mismo ya no eres la mente, yo soy la mente”.

Y cada vez que lo haga, solo asiéntalo de nuevo en el momento presente y así volverás a adentrarte en la posibilidad.

Es como si tu cuerpo fuera un caballo y tú lo estuvieras entrenando, diciéndole que ya no es la mente, que tú eres la mente.

Tal como entrenar a cualquier animal, tarde o temprano, tu cuerpo se va a dar cuenta de que tu voluntad es más fuerte que el programa y eventualmente se va a rendir.

Y, cuando lo haga, siempre habrá una liberación de energía.

Cuando eso sucede, todos siempre dicen lo mismo: “Estoy tan contento de haberme mantenido firme. Valió la pena. Me esforcé más de lo que pensé que podía dar”.

Cada vez que te esfuerzas más allá de tus límites, estás en lo desconocido.

Por eso, en el momento en que te rascas la cabeza y empiezas a bostezar, estás de vuelta en lo conocido. Tu cuerpo piensa: “Oh, no, no quiero hacer esto”.

Pero si de verdad quieres reunirte con lo divino y te apareces en la cita bostezando, rascándote y desinteresado… ¡entonces ni siquiera crees que existe!

Si supieras que lo divino es una inteligencia amorosa, que es el tejido mismo de todo lo material y que ha estado presente desde el principio de los tiempos, entonces tú tienes que ir a reunirte con él con la misma energía.

Tu mente tiene que coincidir con su mente. Tu amor por la vida tiene que coincidir con su amor por la vida. Tu voluntad tiene que coincidir con su voluntad.

Cuando lo hagas, te eclipsarás con esa inteligencia. No estarás bostezando ni tendrás comezón, sino que te sentirás asombrado por su magnificencia.

Existe muchísima gente que intenta hacer el trabajo a medias, lo hace de mala gana, dice: “No quiero hacer esto”, “Estoy cansado”… Pero eso no es más que el cuerpo hablando siendo la mente. Es como empezar el trabajo inconscientemente.

Pero, si tú supieras que puedes crear algo nuevo cambiando tu energía y conectarte con esta inteligencia que es real, ¿cómo te aparecerías en esa cita?

Llegarías a tiempo, estarías presente, estarías comprometido, darías lo mejor de ti, no dejarías que nada ni nadie te distrajeran, no te perderías esa cita por nada, moverías montañas para asegurarte de tener tiempo para lo divino.

Hablamos de la crème de crème, si fueras a esa cita de esa manera. Entonces hay un programa que ya no crees que existe subconscientemente, porque ya no piensas que es imposible llegar ni que es demasiado difícil ni que requiere demasiado trabajo, o lo que sea que las personas crean cuando renuncian.

Cuando dices: “No quiero desayunar, no quiero café, no quiero té, no quiero dormir, no quiero ducharme, no quiero mi celular, no quiero mi comodidad, no quiero ninguna de estas cosas. Te quiero a ti, te quiero a ti más que a nadie, tú eres el objeto de mi afecto”, y además das lo mejor de ti… imagina lo que podrías lograr en tu vida.

La gente entra al altar de lo divino, pero se quejan todo el tiempo y ruegan por cosas.

Es decir, ¿quieres una relación? Piénsalo, ¿de verdad quieres tener una relación con alguien que te pide cosas todo el tiempo o que constantemente te pide que hagas por él o ella? ¿De verdad quieres una relación con alguien que siempre necesita algo, que te suplica por cosas todo el tiempo?

Tarde o temprano vas a decir: “¿Sabes qué? No tengo tiempo para esto”, porque no estás creando ninguna conexión primero.

Así que conéctate con esa inteligencia y entiende que tienes que igualar su presencia y que tienes que hacer un compromiso.

Tienes que sentarte ante ella como un ser noble, desconectarte de todos y de todo y decir lo siguiente:

“Este tiempo es para mí. Voy a invertir mi tiempo y mi atención en lo divino. Voy a poner mi atención en lo desconocido y quiero ver señales en mi vida que me hagan saber que esta inteligencia es real. Estoy haciendo tiempo para emularla, para convertirme en ella, para conectarme con ella y ninguna persona, cosa, experiencia o lugar va a hacer que quite mi atención de ella”.

Si haces esto, vas a recibir una señal eléctrica y tu cuerpo va a hacerte sentir como si estuvieras saltando sobre un caballo. Te va a agarrar las piernas, va a envolverte y te va a dar una pequeña patada como diciéndote: “¡Cabalguemos!”.

Un caballo sabe que, en el momento en que el jinete lo monta, lo agarra y lo patea para cabalgar, él ya no es la mente y que alguien más con una inteligencia mayor es ahora la mente.

Hay mucha gente que ha sido condicionada para creer que son impotentes, que sus pensamientos y sentimientos no marcan ninguna diferencia, que sus gestos pasan desapercibidos, han sido condicionados para creer que no importan, que no tienen poder, pero eso es absolutamente falso.

Así que siéntate como un ser noble, controla el momento presente y durante 20, 30, 45 minutos, una hora, o el tiempo que funcione para ti, di: “Esto es en lo que me convierto”, y no te levantes hasta que seas esa persona.

Si haces esto todos los días, tarde o temprano tu cuerpo va a empezar a sentirse muy emocionado por conectarte con lo divino porque esa sensación va a ser eléctrica, y te puedo garantizar que no bostezarás ni te rascarás ni harás ninguna de esas cosas.

Dejarás todo eso atrás, porque eso no es más que el cuerpo que simplemente necesita de un amo que intervenga y le diga: “Este tiempo es mío y esto es lo que haremos con él”.

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