Descubre Cómo Superar tus Traumas (¡Para Siempre!). Dr. Wayne Dyer en Español.
“Tengo la firme creencia de que todo lo que ocurre en tu vida se supone que debe ocurrir, y toda situación en la que te encuentres es parte de la perfección de la vida. Hay una bendición en todo eso, no existen los accidentes. Vivimos en un universo que ostenta una perfección absoluta”. Wayne Dyer
Lo que dice Wayne Dyer tiene mucho sentido. A continuación descubrirás cómo hacer uso del poder verdadero de tu mente, un poder que puede hacer que tu vida sea mejor de lo que jamás ha sido.
¿Quieres sacar más provecho de tu empleo? Wayne Dyer te ofrece herramientas de carácter práctico para que puedas alcanzar la felicidad en tu vida diaria.
¿Deseas tener relaciones más exitosas? Puedes aprender cómo proceder ante los conflictos, en especial con las personas que más te importan. Además puedes aprender a entrenarte a ti mismo para concentrarte en lo que es más importante para tener una vida plena.
“No debemos ocupar nuestra mente con preocupaciones, ansiedad o pensamientos estresantes. Así que tienes que aprender a concentrar tu mente y evitar crear esos pensamientos que siempre afectan tu consciencia”. Wayne Dyer
Wayne Dyer se concentró durante años en el desarrollo personal, y fue reconocido por otros líderes en el área por sus asombrosos conocimientos. Wayne obtuvo numerosos reconocimientos y se destacó como autor, filósofo y comentarista social, con un PhD en psicología.
Una de las ideas principales es que nuestras zonas de confort pueden estar impidiendo que desarrollemos todo nuestro potencial.
El observador
Mientras me preparaba para escribir el libro La fuerza de creer, leí mucha literatura acerca de la cultura oriental. Llamó mi atención lo que ellos llaman “el observador”.
Esta idea aparecía en escritos de diversos autores, en el budismo, en el hinduismo y también en las prácticas del zen y de la kundalini.
Yo no estaba muy seguro acerca del significado de este observador, hasta que comprendí que se trataba de algo que he tenido toda mi vida, solo que ellos lo estaban describiendo con palabras.
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Es una técnica que uso una y otra vez. Creo que la mejor manera de pensar en esta idea es evocando lo que dijo Shakespeare: “Todo el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres meros actores”.
Cuando adoptas esa manera de ver las cosas, comienzas a verte a ti mismo interpretando muchos roles diferentes a lo largo de tu vida. Eso lo hacemos todos los seres humanos.
No significa que no seamos auténticos, pues todas estas interpretaciones son muy reales, pero no dejan de ser roles que asumimos.
Así que lo que debes hacer es recordarte a ti mismo que, en cada momento, estás interpretando un papel, en lugar de considerar todo el escenario con demasiada seriedad, dándole una significación que no tiene.
Esta forma de hacer las cosas te dará ánimo y hará del observador una especie de ángel guardián.
Cada vez que te veas perdiendo el control, molestándote por algún retraso en el aeropuerto o porque el tráfico está muy lento, debes detenerte. El observador te alertará al darte otra visión del entorno.
Ese ángel guardián invisible estará como un ojo detrás de ti que te ayudará a mirar las cosas desde la perspectiva adecuada. El observador estará diciéndote: “Te estoy observando. Observo tu forma física”.
La actriz Lily Tomlin tiene una frase maravillosa: “¿Cómo puede ser que cuando le hablamos a Dios se dice que estamos orando, pero cuando Dios nos habla se dice que somos esquizofrénicos?”.
Ese Dios que te habla puede ser esa parte invisible de ti. Cuando esa parte se instala en tu consciencia comenzarás a conectarte al observador.
Donde quiera que esté y sin importar lo que haga me encuentro siempre observando desde detrás de mí mismo. Al hacerlo me pregunto cómo debería reaccionar ante lo que ocurre en ese momento. La respuesta siempre es: “Envía amor”.
Hace poco en un avión había una señora de muy baja estatura que no podía alcanzar el compartimiento superior para colocar sus cosas. Las personas que estaban detrás de mí refunfuñaban acerca de esta señora, diciendo que estaba siendo muy grosera, y quejándose porque les estaba obstruyendo el paso.
Su observador les estaba induciendo a actuar de una manera odiosa, pero para mí lo importante era preguntarme: “¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación?”.
Hubo un tiempo en que yo habría dicho: “Señora, apártese de mi camino, quiero llegar a mi asiento”, y esa es la única reacción que se me habría ocurrido tener. En lugar de eso me detuve y la ayudé a colocar sus cosas, con paciencia y amabilidad.
Eso es lo que induce el observador.
Todos tenemos la capacidad de poner en práctica esta técnica de observarnos antes de actuar. Para esto, lo primero que debemos hacer es tomar consciencia de lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos.
En particular, si siempre estamos con prisas para llegar a nuestro destino o si en nuestra mente todo tiene que ocurrir de inmediato.
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En esos casos, hay algo que nos hace conducirnos de cierta manera, que se activa de forma instantánea o subconsciente. De modo que reaccionamos a un entrenamiento que hemos practicado por mucho tiempo, acerca de cómo debemos vivir nuestra vida.
Por eso, al observarnos, podemos detenernos en cualquier momento en el que nos percatemos de que estamos reaccionando de una forma que no nos resulta adecuada o saludable.
Podemos reconocer esas reacciones. No necesitamos un doctor que nos diga que las preocupaciones nos generarán problemas de salud.
Cuando nos angustiamos o nos preocupamos por algo nuestro cuerpo se siente comprimido en su interior, pues reacciona ante lo que pensamos.
Si estamos pensando que tenemos que llegar rápido, que hacer algo de inmediato o que algo debería ser diferente a como es, nuestro cuerpo se tensa, nuestro pulso se acelera, tenemos contracciones nerviosas o sudamos con profusión.
Todas esas son señales de advertencia que no debemos ignorar y que nos están diciendo que dejemos de actuar como lo estamos haciendo. Para eso no necesitamos ir a una terapia. Solo debemos detenernos y observar lo que nuestro cuerpo esté diciendo acerca de nuestra forma de actuar.
El observador te ayudará a detenerte y estará contigo para ayudarte a alcanzar la armonía. Debes dejar que el observador te guíe y vigile los roles que estás interpretando, y si hay algo que no te produzca la alegría, el éxito y la felicidad que mereces, el observador deberá hacer que te detengas y cambies la manera en la que te estás comportando.
En verdad es una herramienta que te ayuda a estar más en contacto con la realidad, más sintonizado con la vida.
Para mí es un recordatorio de que existen cosas mucho más importantes que aquellas a las que he estado acostumbrado.
Te contaré una anécdota de algo que pasó en un juego de tenis. Mi compañero hizo un mal lanzamiento y de inmediato gritó una serie de insultos hacia sí mismo.
Yo me detuve y le dije: “Lenny, la verdad es que no me gusta cuando alguien insulta a mi compañero. ¿Quién está haciendo eso?”.
Él me contestó: “¿Qué quieres decir?”.
Agregué: “Bueno, me refiero al que está insultando a mi compañero. Me gustaría que te pusieras en contacto con él y le recordaras que mi compañero es un tipo hermoso, que tan solo no golpeó la bola como quería”.
Ese es un recordatorio de que cuando te insultas a ti mismo tienes a dos personas actuando al mismo tiempo: está la persona que recibe el insulto y la que lo profiere.
Pues bien, lo ideal es equilibrar a esas dos personas y hacer que estén en armonía. Hacer que esa persona que insulta más bien diga: “Tienes permitido cometer errores en el tenis. Nadie juega sin cometerlos”.
De ese modo puedes perdonarte por tus errores y ser bondadoso contigo mismo. Al mismo tiempo, el que recibe este acto de bondad está en armonía con el que lo ofrece.
Es así como esas “dos partes de ti” se equilibran y armonizan. Porque si la parte de ti que recibe el insulto cree que es verdad, comienzas a actuar con base en lo que escuchas y llegarás a pensar que esos calificativos insultantes te describen.
Ese es uno de los problemas de la autoestima, que las personas se han hablado a sí mismos de tal manera que llegan a sentir que no son dignos de disfrutar de la alegría y del amor, pues creen que merecen los insultos que se profieren a sí mismos.
Es por eso que el observador es fundamental, para darte una perspectiva real de quién eres, y decirte: “La verdad es que eres maravilloso, aun cuando cometas algunos errores. Todos lo hacen. Pero eso no significa que eres una mala persona”.
La armonía entre esos seres en tu interior hará que solo te califiques a ti mismo con adjetivos que describan lo que realmente quieres ser. Todo eso ocurre en el mundo de lo invisible.
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