Todos en nuestra niñez escuchamos o leímos la famosa fábula de Esopo sobre el ahorro:
En invierno las hormigas secaban el grano mojado.
Una cigarra hambrienta les pidió comida. Las hormigas le dijeron: “¿Por qué durante el verano no recogiste comida también tú?”. Esta dijo: «No holgaba, sino que cantaba melodiosamente”. Ellas, riéndose, dijeron: “Pues si en verano cantabas, baila ahora”.
La fábula muestra que no debe uno descuidarse en ningún asunto, para no afligirse y correr peligro.
Esta historia es una metáfora sobre todos los aspectos con los que relacionamos el ahorro: la importancia de ser previsores para el futuro, el valor del trabajo representado en las hormigas (se dice: “Trabajar como una hormiga”, para hablar del esfuerzo) y el riesgo de dedicarse exclusivamente a disfrutar.
Sin embargo, al reflexionar sobre la historia, muchos sienten un tono de soberbia y falta de consideración en las hormigas cuando niegan la ayuda a la cigarra. Así como ellas, muchas personas creen que la gente que ahorra es egoísta, indolente y avara hacia los demás.
Otros se cuestionan si de verdad es mejor vivir como las hormigas, trabajando sin pausa para un futuro incierto (en el fondo, nadie sabe si llegará a la vejez o lo que le pasará entonces) o si acaso es mejor hacer lo que se desea y disfrutar el presente, como la cigarra, pues es lo único seguro que tenemos. La propia cigarra decía que no era una holgazana, sino que dedicaba su tiempo a lo que más le gustaba hacer.
Para quienes tienen esta visión negativa del ahorro les ofrecemos 8 razones innegables por las que es conveniente y necesario guardar parte del dinero que ganamos regularmente. Leyendo estos argumentos, comprenderemos que no estamos perdiendo el tiempo ni dejando de disfrutar nuestra vida actual cuando ahorramos; que el ahorro no es un sacrificio inútil por un futuro incierto; ni somos personas malvadas o desconsideradas hacia los demás cuando salvamos nuestro dinero.
Ahorrar es más que una protección frente a la vejez, cuando la productividad disminuye tanto por las fuerzas físicas como por la disminución de las ofertas laborales. También es sabio ahorrar durante la juventud para:
1. Enfrentar una emergencia
Por mucho que temamos vivir una emergencia, esta puede presentarse en cualquier momento: tal vez deba salir de la ciudad a medianoche a ayudar a un familiar, tenga un accidente, se rompa una tubería de su vivienda, choque su vehículo, sea despedido de su trabajo o, si labora de modo independiente, sufra un derrumbe en sus negocios.
Esas y otras eventualidades de cualquier tipo son posibles, y a veces no hay tiempo ni posibilidad para contar con la colaboración de alguien, pedir un préstamo bancario o apelar a la tarjeta de crédito.
Precisamente, vivir a crédito en un momento de emergencia puede complicar una mala situación. Los intereses se suman a la amortización de capital a fin de mes, y si llegada esa fecha todavía no hay ingresos, solo habrá un incremento de la deuda pues todavía habrá que pedir más para seguir subsistiendo.
Entonces, ¿por qué no estar preparados económicamente para una emergencia en vez de convertirnos en una víctima de ella?
Disponga de su salario o ingreso mensual un porcentaje discreto pero constante para un fondo de ahorros. Si recibe un bono o un reembolso del seguro, aproveche para guardar una parte o la totalidad de ese dinero. Así irá creando un sano hábito de previsión.
2. Cubrir gastos imprevistos
Los gastos imprevistos son similares a las emergencias, solo que estas últimas ocurren generalmente en momentos muy inconvenientes (de madrugada, un fin de semana) y son muy angustiosas (como quedarse sin empleo o terminar en una sala de emergencias).
Los gastos regulares, sin embargo, pueden incrementarse inesperadamente. Por ejemplo, un aumento en el alquiler de la vivienda, un ajuste de precios en una negociación para su compañía o una reparación del edificio aprobada por la junta de condominio.
Dependiendo de los costos de estos gastos imprevistos, siempre es más saludable pagarlos de los ahorros que endeudarse a futuro para solventarlos.
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3. Poder endeudarse
Luce paradójico decir que hay que ahorrar para poder endeudarse. Pero es cierto. Las tarjetas de crédito son una salida útil frente a una compra necesaria (un teléfono inteligente, un electrodoméstico) o salir de una emergencia (aunque, como ya se dijo, no es la mejor opción). Pero, para tener siempre dinero disponible en la tarjeta, hay que amortizarla significativamente cada mes (nunca serán pagadas si sigue usándolas con cada emergencia que se presente).
Lo anterior aplica igualmente para los préstamos. Si usted decide tomar un préstamo bancario, amortizarlo convenientemente, sin afectar su economía mensual, lo hará lucir como un buen cliente. Por lo tanto, es buena idea utilizar sus ahorros para ir saldando una deuda a fin de tener crédito nuevamente disponible.
4. Comprar una casa
Los bancos no ofrecen créditos hipotecarios si la persona o grupo familiar no ha ahorrado la cuota inicial para la adquisición de una vivienda. Obviamente, mientras mayor sea el dinero que ha reunido, y mayores sean sus ingresos, sus opciones de préstamo para vivienda serán mejores, es decir, podrá aspirar a una casa más grande, en una mejor zona, etc. Pero, aún si va a adquirir su primera vivienda, haga su máximo esfuerzo de ahorro para tener una cuota inicial significativa.
5. Adquirir un vehículo
Para adquirir su primer auto o cambiarlo por uno nuevo necesitará hacer un pago inicial para que su préstamo quede a una tasa de interés razonable. El financiamiento completo de un vehículo está reservado para los grandes clientes, quienes pueden afrontar altos pagos mensuales por una compra de lujo. Así que un buen ahorrista adquirirá su vehículo sin grandes sacrificios a futuro.
Algunos piensan que una manera de ahorrar es comprar un automóvil de segunda mano. Sin embargo, adquirir un vehículo con garantías de durar mayor tiempo en buen estado y de que incluso será una inversión en caso de que deba venderlo (por haber sido el único dueño), es a largo plazo un mejor concepto de ahorro por el que vale la pena esforzarse.
6. Poder viajar
Incluso para un viaje de aventura, con gastos mínimos, siempre es conveniente tener dinero ahorrado. Hay muchos modos de hacerlo: viajes prepagados, sistemas de ahorro con incentivos ofrecidos por el banco y ofertas programadas por agencias de viaje son formas de ayudarle a planificar y preparar los gastos que necesitará para disfrutar plenamente de ese viaje con el que ha soñado.
7. Lograr ser independiente financieramente
Ser financieramente independiente no es sinónimo de ser rico, como lo son los magnates o jeques del Medio Oriente. Significa poder tomar sus propias decisiones desde el punto de vista económico y tener la libertad para hacer cambios en su vida sin estar limitado por sus ingresos.
¿Sería capaz de planificar sus vacaciones a mediano o corto plazo? ¿Podría volver a estudiar o comenzar un negocio o arriesgarse a invertir en un proyecto? ¿Renunciaría a su trabajo por otro más satisfactorio pero con menor remuneración sin que ello afectara su calidad de vida?
Iniciar un plan de ahorros serio es la diferencia entre ser económicamente dependiente y tener la vida que desea.
8. Tener una buena vida a largo plazo
En relación con lo anterior, la gente que no planifica su futuro va de crisis en crisis. Vivir restringido económicamente tanto para cubrir sus gastos mensuales como para desarrollar sus planes personales y familiares tiene profundas consecuencias emocionales, psicológicas y físicas.
Es cierto, el dinero no hace la felicidad, pero ayuda a lograr las metas en la vida. En el futuro hay muchas variables que no se pueden controlar, pero otras de las que sí podremos encargarnos reservando un dinero que contribuya a resolver situaciones o facilitar el alcance de nuestras metas.